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ANÁLISIS

La caída de Maria Blasco: el fin de 14 años de “culebrón” en el CNIO y de dos meses arrastrando la ciencia por el barro

CNiö 3
29 de enero de 2025 22:02 h

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Cuando Maria Blasco fue nombrada directora científica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), allá por junio de 2011, no había estado en las primeras listas de candidatos. Por entonces ya tenía una brillante carrera científica en el campo de la biotecnología y llevaba trabajando desde 2003 en el centro, del que era vicedirectora. Su ascenso fue accidental y complicado porque, tras anunciar su marcha, el creador y director del CNIO, Mariano Barbacid, había protagonizado un violento choque con la ministra de Ciencia, Cristina Garmendia

El enfrentamiento, a cuenta de las fórmulas de financiación del centro y en plena campaña de recortes por la crisis, saltó a las revistas científicas internacionales como Nature, que lo calificó como “culebrón”, porque tenía todos los componentes de una telenovela. Fuentes de aquella negociación aseguran que Barbacid tenía tal enfado que boicoteó el proceso de elección de su sucesor y los candidatos se retiraron por un motivo o por otro. En un giro inesperado de los acontecimientos, se pasó a los vicedirectores y se eligió justo a la candidata que él no quería, según las mismas fuentes.

Un conflicto larvado

En la dirección gerente continuó el hombre de confianza de Barbacid, Juan Arroyo, con quien los roces no tardaron en llegar, según relatan quienes lo vivieron. La forma de actuar de Blasco, con fama de autoritaria, le fue sumando nuevos enemigos, mientras ella vivía en una burbuja de reconocimientos y premios, convertida en un símbolo de la igualdad y de la investigación científica puntera, ajena al tictac que se escuchaba en los pasillos y laboratorios.

El mal ambiente en el mayor centro de investigación contra el cáncer iba creciendo y emitía algunos destellos de aviso de cuando en cuando (con la polémica salida del investigador Manuel Hidalgo de 2016, por ejemplo), como una máquina que muestra señales de estar averiada. Hasta que en diciembre de 2024, se alinearon todos los elementos necesarios para que el conflicto estallara en varios frentes a la vez: los palitos en las ruedas de los viejos adversarios, las quejas de quienes sufrieron alguna vez sus conocidos malos modos, las denuncias por acoso que quedaron en el cajón, el malestar de la plantilla técnica por los bajos salarios y el hartazgo de una parte de los investigadores principales, que la acusan de la falta de medios y liderazgo.   

La bomba de relojería estalló en forma de un nuevo escándalo, más dañino aún para la imagen del CNIO, pues se ha dirimido en los tiempos de la intoxicación informativa, con la máquina del fango a pleno rendimiento, que ha tenido un papel clave en esta historia.

“La directora del CNIO gastó en viajes al menos 600.000 euros en dos años”, “La directora del Centro contra el cáncer se compró al contado dos casas en Galicia”, “La directora del CNIO se gastó casi 300.000 euros en 'accesorios Apple'”. El goteo de informaciones falsas o con medias verdades fue destruyendo su reputación y conduciendo a una estrategia de defensa errática y con decisiones poco atinadas, como compararse con las víctimas de la persecución nazi en Auschwitz, o convocar a los medios para anunciar querellas no muy bien argumentadas. 

De “tranquilo” a catastrófico

El desenlace ha sido la destitución de Maria Blasco al frente de la dirección científica del centro y de Juan Arroyo como director gerente, en una reunión extraordinaria del Patronato enturbiada por las filtraciones. “Ni la llegada a la dirección científica fue fácil ni la salida lo ha sido”, reconoce Blasco en su carta de despedida del CNIO, tras la decisión del Patronato.

Para sorpresa de todos, la ya exdirectora sostiene en la misiva que ella había acordado una “salida tranquila” de la dirección con el Secretario de Estado de Ciencia en 2024, Juan Cruz Cigudosa, pero todo se precipitó en diciembre, cuando empezaron a salir informaciones sobre el escaso retorno del plan CNIO Arte y diversas noticias falsas sobre su patrimonio y su gestión.

En aquel momento sintió que debía defender su reputación y la del centro, reconoce Blasco, y decidió plantar cara, mientras el hilo que se había establecido con el ministerio para una “salida pactada” se iba desvaneciendo. Como ella misma dice en su carta, a partir de ese momento quedó “a merced de todas las tempestades en soledad”, porque ya nadie quería salir a su lado en la foto.

La opereta ha terminado con la salida de las dos cabezas visibles de la crisis, aunque entre bambalinas quedan muchos heridos y damnificados. Hasta que se calmen las aguas del todo, el Patronato ha nombrado como director científico interino a Fernando Peláez, un investigador respetado por todos, y una comisión llevará temporalmente la gestión administrativa y contable. En su resolución, el órgano justifica la decisión porque existe “un clima de trabajo incompatible con el que debe darse en un centro de referencia y excelencia”, que es una forma suave de describir los intercambios de puñaladas que se han vivido en los últimos dos meses. 

Blasco asegura que seguirá con su grupo de trabajo, que tiene financiación para continuar varios años con su prometedora línea de investigación, al margen de polémicas y que no interferirá con la nueva dirección. Según ha podido saber elDiario.es, conversaciones con el ministerio han encauzado las aguas en este sentido.

Después de la tormenta, ni Blasco ni nadie quiere más culebrones en el CNIO, más cruces de acusaciones y denuncias en los juzgados. Por un tiempo quizá todo sean sonrisas, buenas caras y parecerá que aquí no ha pasado nada, por el bien de la institución, la misma que todos olvidaron mientras se arrastraban unos a otros por el barro. Pero el impacto ha sido de tal calibre que, en este centro maldito desde su nacimiento, nadie se atreve a afirmar al cien por cien que no se esté escribiendo ya el guion de una nueva temporada.

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