Los 16 años serán el límite de edad a partir del que un menor podrá consentir una relación sexual con un adulto, tal y como queda definido en la nueva reforma del Código Penal que pretende aprobar el Gobierno. Por debajo de esa edad, un adulto podrá ser castigado por abusos sexuales aunque la relación hubiera sido consentida por el adolescente, con una pena de entre dos y seis años de cárcel. Los profesionales advierten de que, más allá de la protección jurídica, la educación sexual ha quedado olvidada en este debate y resulta más efectiva para evitar los abusos.
El Comité de los Derechos del Niño de la ONU había solicitado a España en varias ocasiones que elevase la edad de consentimiento sexual, una de las más bajas de Europa (solo por detrás del Vaticano, que marca la madurez sexual en los 12 años). “Trece años es muy poco para el consentimiento sexual, pero la cuestión es qué edad fijar. Ahí no nos hemos posicionado”, afirma Gabriel Gonzalez Bueno, responsable de Políticas de Infancia de la delegación española de Unicef.
Respecto a la prohibición para los adultos, Gabriel González advierte del “peligro de criminalizar las relaciones entre parejas con escasa diferencia de edad, como un joven de 18 años y un menor de 15, por ejemplo”. Para estos casos, el nuevo Código Penal incluye una excepción cuando “se trate de relaciones consentidas con una persona próxima al menor por edad y grado de desarrollo o madurez”. Aunque algunos países fijan una horquilla de años entre el menor y el adulto como excepción al delito, en España la decisión quedará en manos de un juez, según explican fuentes del Ministerio de Justicia, que interpretará caso a caso.
La discusión sobre a partir de qué edad un chico o una chica es lo suficientemente maduro para permitir una relación sexual sana y libre, sin que medie un abuso de poder por parte de un adulto, es compleja. En los países de nuestro entorno oscila entre los 15 y los 16 años en la mayoría de Estados, aunque establecer un margen rígido presenta problemas. La vicepresidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS) comprende la necesidad de marcar un límite aunque no se atreve a recomendar ninguno: “Es muy difícil, en nuestra experiencia comprobamos que la madurez psicosexual es muy variable”, afirma Francisca Molero Rodríguez.
La reforma del Gobierno establece los 16 años como nuevo mínimo y, a pesar de que en la tramitación de la norma se sopesó la opción de rebajarlo a los 15 (como pedían UPyD y PSOE), al final el Ejecutivo impuso su criterio. Los cambios que quieran solicitar los grupos parlamentarios tendrán una última oportunidad en el Senado.
Para el psicólogo y director de programas de la Fundación Anar, Benjamín Ballesteros, la edad no debería ser inferior a los 15 años. “Antes la capacidad cognitiva de los jóvenes no es completa y pueden no sopesar correctamente esa decisión”, afirma. Los expertos recuerdan que el Código Penal se refiere en este punto a las relaciones consentidas, porque para las que no lo son, aquellas en las que el menor no quiere participar en la relación sexual, ya existen delitos de abuso que castigan a los agresores.
Una de las contradicciones resultantes de la aprobación del nuevo Código Penal reside en la edad mínima para contraer matrimonio en España, los 14 años. Rosa Díez, líder de UPyD, expresó irónicamente la necesidad de buscar un equilibro entre ambos límites: “¿De los 14 a los 16 que hacen, ser amiguitos?”. Fuentes del Ministerio de Justicia afirman a eldiario.es que “si se modifica la edad en un aspecto, se estudiará la revisión del Código Civil para adecuar las edades”.
La ONU también ha pedido a España elevar la edad del matrimonio, recuerda Unicef. Sobre si la modificación expondrá al delito a las minorías culturales en las que se producen matrimonios más tempranos, Gabriel González argumenta que “con el respeto necesario a cada cultura, no todas las tradiciones tienen que ser positivas”. Además, alerta de las diferencias entre chicos y chicas en este aspecto que puede condicionar “el desarrollo físico y educativo de las jóvenes”.
La edad de iniciación en el sexo disminuye
Las encuestas oficiales evidencian que la primera relación sexual en España se ha adelantado en los últimos años. La Encuesta de Salud y Hábitos Sexuales, realizada en 2003 por el Instituto Nacional de Estadística (INE), recoge que “el 80% de la población tiene su primera relación sexual entre los 15 y 23 años, un 10% con 15 años o menos y otro 10% con 23 años o más”. Pero, a medida que disminuye la edad de los encuestados, la primera relación sexual tiene lugar más temprano: el 18,4% de los chicos y el 11,4% de las chicas entre los 18 a 29 años tuvieron su primera relación sexual antes de cumplir los 16 años.
Aunque ellos se inician en el sexo antes que ellas, es más habitual que las chicas tengan su primera relación con personas que las superan en edad. La Encuesta Nacional de Salud Sexual —elaborada en 2009 por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)— arroja que la edad media de inicio para los hombres más repetida fue los 17 y 18 años, seguida de los 15 y 16, mientras que la mayoría de las mujeres tuvieron su primera relación entre los 17 y 18 años, seguidas de las respuestas de los 21 a 25 años. En la encuesta de 2003, el 20,7% de las encuestadas respondió que había tenido sexo por primera vez con una pareja cinco o más años mayor que ellas.
Para la sexóloga Francisca Molero Rodríguez, el adelanto de las primeras relaciones sexuales es lógico en la sociedad actual, “donde hay mucho estímulo sexual”. En su opinión, la sociedad es cada vez más tolerante hacia las relaciones sexuales entre adolescentes, “pero no se ponen medidas para trabajar sobre la sexualidad y la afectividad”. La vicepresidenta de la FESS alerta de cómo en los últimos años los jóvenes se están saltando las primeras etapas de la sexualidad para comenzar directamente con las relaciones coitales. “Si es lo único que ven, no aprenden que hay otras experiencias anteriores y aparecen factores de riesgo”, indica.
El debate se queda en la prohibición
La educación sexual es la variable que, en opinión de los profesionales entrevistados, se ha quedado fuera del debate de la edad de consentimiento sexual. “La legislación es importante pero lo que dura en los cambios no son los castigos, es la educación”, afirma Francisca Molero. En opinión de la sexóloga, “la mejor manera de protección del menor es darle herramientas para que pueda decir que no”, dado que el Código Penal llegará solo a los casos denunciados.
En Unicef coinciden en la necesidad de mejorar la educación sexual en España, “una asignatura pendiente”, tanto en las familias como en el entorno educativo. En este aspecto, la eliminación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía de la nueva ley de educación (LOMCE) “quizás ha sido un paso atrás”, admite Gabriel González. “En Unicef somos firmes defensores de Educación para la Ciudadanía por su contenido de respeto a los derechos humanos”, recuerda.
Para Agustín Malón Marco, experto en sexología y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza, “la pregunta es si es necesario utilizar el Código Penal para intervenir en estos casos. Me parece problemático recurrir al ámbito jurídico para resolver problemas educativos. Es un debate más pedagógico y social que no se ha abordado”. Malón cuestiona por qué “prohibimos por ley a un adulto que mantenga relaciones sexuales con un menor, pero no está tan claro el mensaje de prohibición para los jóvenes y las razones de la misma”.