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España debe asegurar un mes de desaceleración, controlar los focos y reforzar la sanidad para pasar a la desescalada

Profesionales sanitarios realizan su trabajo con enfermos de coronavirus en la UCI del hospital del Mar de Barcelona

Belén Remacha / Marta Borraz

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España aún no está en fase de desescalada, pero las autoridades sanitarias ya planean ese futuro escenario que llegará si se confirman las tendencias. A la reducción de la velocidad de los contagios de Covid-19 que se está dando hay que sumarle una serie de “capacidades previas” con las que debe contar el sistema porque, según ha señalado este jueves Fernando Simón, técnico de Sanidad, la desescalada “no se puede iniciar” sin ellas. A estas condiciones de partida se han referido estos días tanto la Comisión Europea como la Organización Mundial de la Salud, que han diseñado hojas de ruta a seguir para iniciar sobre seguro este retraimiento.

La cuarentena durará, de momento, hasta el 26 de abril, y Pedro Sánchez pedirá una tercera prórroga hasta el 10 de mayo, pero, como ha señalado en varias ocasiones, se irá modulando y las restricciones pueden ir levantándose. Para ello, el primer criterio dictado por la Comisión Europea es epidemiológico: los datos han de mostrar “que la propagación de la enfermedad ha disminuido y se ha estabilizado durante un tiempo prolongado”. Es decir, que la transmisión del virus esté controlada, como establece igual la OMS en su estrategia para enfrentar la pandemia, actualizada el pasado 14 de abril.

La Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) sitúa el “tiempo prolongado” de lo que ellos llaman “decrecimiento sostenido” en mínimo 15 días, pero preferiblemente un mes. Es decir, explica un portavoz: “Siempre hay que contar las tendencias y esto no es estanco. Pero para tomar decisiones, hay que fijarse en esos periodos”. El ritmo de crecimiento de casos y hospitalizaciones comenzó a reducirse en España hacia finales de marzo, así que sí sería razonable que hacia el 26 de abril, cuando termina el vigente estado de alarma, “la transición se abriera un poco y se ajustasen algunas medidas de distanciamiento, o incluso en algunos grupos se afloje. Pensando especialmente en la posibilidad para los niños”, añade el mismo portavoz, que prefiere no dar declaraciones con su nombre. Siempre, todo, contando con que la tendencia continúe.

La SEMPSPH publicó esta semana un informe de recomendaciones en el que clasificaba bien, para entenderlo, las fases epidemiológicas que hemos pasado y que nos esperan. La actual, de propagación, es la “fase pandémica”. Dentro de ella está la subfase “de desaceleración”, en la que nos encontraríamos y hay que consolidar. Tras ella, viene la “de transición”, sinónimo “de desescalada”: supone levantamientos de medidas, pero también algunas nuevas, “por ejemplo, de distanciamiento social cuando se vuelva al trabajo, y una higiene de manos casi obsesiva”. De nuevo no todo es estanco: no hay nada fijo, los inicios y finales de fases se superponen y en el proceso pueden aparecer parámetros que indiquen que hay que tomar medidas de “reescalada”. El objetivo es alcanzar la tercera fase, la “interpandémica”, que será lo más parecido a la normalidad hasta que no haya vacuna contra el coronavirus. Aunque igualmente seguirán medidas de protección incorporadas en nuestras vidas, y con vigilancia y preparación para una “segunda ola”.

Capacidad del sistema sanitario

Además del criterio epidemiológico, la OMS, que cifra en seis el número de condiciones, señala la necesidad de contar con un sistema sanitario reforzado y con capacidad para vigilar la progresión. La Comisión Europea también lo marca así. Es decir, se tiene que demostrar que los centros sanitarios tienen “capacidad suficiente” para afrontar un repunte. La SEMPSPH añade a los centros sociosanitarios y cita varios puntos, entre ellos: habrá que asegurarse de que hay capacidad y personal suficiente “para duplicar el número de pacientes tratados en UCI en caso de ser necesario”, hoteles medicalizados, y Equipos de Protección Individual en residencias.

“Justo el momento entre la desaceleración, donde estamos, y el desescalado, es cuando disponemos de una ventana de tiempo para repartir recursos. Tenemos que tener claro que ninguna inmunidad de grupo para un 60% de la población se consigue en la primera ola de ninguna enfermedad. Van a venir otras, y tenemos que asegurarnos, en esta fase, de que tenemos las estructuras preparadas”, añaden desde la sociedad.


Así ha evolucionado el número de casos totales y muertes en España

Número total en España de casos confirmados (por prueba PCR y por test de anticuerpos) de COVID-19 y personas fallecidas


Cuáles son los focos de contagios

Para eso será también clave detectar cuáles son los focos de mayor vulnerabilidad para “minimizar el riesgo de nuevos brotes”. Aquí la OMS cita los centros hospitalarios o las residencias de mayores, duramente golpeadas por la epidemia. Es decir, hay que saber dónde se están produciendo los nuevos contagios –5.183 este jueves– tras un mes de confinamiento. Para Fernando Rodríguez Alartejo, epidemiólogo y director de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid, es “fundamental” conocer “qué elemento está tirando de las infecciones”. Los contagios domiciliarios, hospitales y residencias, explica, “pueden ser los focos”, pero para iniciar la fase de desescalada “sobre seguro” hay que “saber a ciencia cierta en qué medida y tenerlos muy controlados”.

Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología, también sitúa el origen de los nuevos positivos en estos tres puntos: por un lado, personas en sus domicilios “que cuando empezó todo estaban en periodo de incubación y en este tiempo han creado cadenas de transmisión en sus familias”; por otro lado, los profesionales sanitarios y los de residencias “se infectan, vuelven a sus casas y también ahí crean cadenas de transmisión”. Controlar esos tres focos será, concuerda, lo fundamental de la desescalada, porque además implicará en sí mismo que se reduzca “este goteo de casos que persiste”, algo también necesario para la transición.

La capacidad de diagnosticar casos a gran escala es otro de los requisitos mencionados por los organismos internacionales y que precisamente este jueves ha mencionado Simón en la rueda de prensa de los técnicos. España, ha dicho, se acerca “progresivamente” a ese nivel de capacidad diagnóstica “que nos garantice la detección precoz de casos”, pues según ha reiterado poco después el ministro Salvador Illa se ha pasado de las 20.000 PCRs diarias a entre 40.000 y 47.000. El objetivo es llegar a más de 50.000, más de un millón al mes, lo que, con la intensificación por parte de las comunidades autónomas de los test rápidos, fundamentalmente dirigidos a hospitales y residencias, provocará, como ya está ocurriendo, un aumento marginal de positivos.

Aislamiento, higiene y distancia

Esta detección “rápida” de casos, exige la OMS, debe ir acompañada de la capacidad para aislar positivos de la que mucho se habló la semana pasada al conocerse la petición del Gobierno a las comunidades de elaborar un listado con infraestructuras para pacientes leves o asintomáticos. Las llamadas 'Arcas de Noé' eran una posibilidad, reiteró Illa, pero el organismo internacional sí desliza la idea de contar con “viviendas” para casos moderados junto a aislamiento en hospitales o incluso en los propios domicilios “con suficiente apoyo”. La condición es que sea algo “inmediato” y se prolongue hasta que las personas ya no sean contagiosas.

Fijar medidas de control en el trabajo es otra de las condiciones previas, cita la OMS, que el Gobierno ya ha ensayado con el regreso a la actividad de algunos sectores no esenciales, fundamentalmente construcción y pequeña industria, el pasado lunes. Una vuelta que, según Godoy, habrá que observar para ver hasta qué punto pone a prueba la contención del virus. “No hay fórmulas mágicas, pero será importante que la higiene aprendida estas cuatro semanas la sigamos aplicando”, insiste el experto, que añade que los grupos de riesgo, entre ellos los mayores de 65 años, “van a tener recomendaciones de mucha prudencia”. Junto este requisito, la OMS incluye el control de personas que provengan de zonas de transmisión comunitaria y una sociedad “comprometida”.

Desde la SEMPSPH también plantean que las medidas de apertura diferencien por edades, actividades laborales o territorios, algo a lo que este jueves ha abierto la puerta el ministro Salvador Illa. “Pero hay muchos matices”, apuntan desde la sociedad, “fijarse en los territorios limítrofes, en donde al haber habido menos casos precisamente tienen menos inmunidad de grupo… no es tan sencillo como abrirlo todo donde no haya habido casos”. Por el momento, el mantenimiento de la distancia interpersonal de al menos 2 metros, el lavado frecuente de manos y la higiene de espacios públicos y privados son las “prioridades” de Sanidad junto al uso de mascarillas cuando no se pueda cumplir la primera condición y que, por el momento, es una “recomendación”.

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