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Una juventud diversa y orgullosa convive con la LGTBifobia: “El aula es cada vez más hostil para salir del armario”

Concentración contra agresiones LGTBfóbicas en A Coruña.

Ana Requena Aguilar / Daniel Sánchez Caballero

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“Cuando se enteran de que soy gay algunos alumnos me dicen: '¿Tú? Pero si eres profe de mates' o 'si vas al gimnasio'. Como no tengo pluma o no me ven como un débil les rompes los estereotipos que aún están ahí y eso ayuda a que vean que lo que han escuchado o asumido no es así. Ahora son más abiertos y diversos que nunca pero hay ideas que siguen ahí porque las han escuchado. Eso sí, ojalá me hubiera encontrado yo con estos compañeros en su día”.

David Armenteros es el coordinador de Educación de la Federación Estatal LGTBI+ y también profesor en un instituto de Segovia. Su anécdota ejemplifica una realidad constatada por datos y por vivencias: las nuevas generaciones han roto con la heterosexualidad como norma y han integrado la diversidad como nunca antes. Esa parte del relato convive, sin embargo, con una sociedad que sigue sin acabar con estereotipos que la juventud continúa recibiendo y, desde hace menos, con un auge de mensajes de odio en el que la LGTBifobia y el machismo campan a sus anchas.

Un estudio de la asociación COGAM mostraba que, en 2023, entre el 16% y el 26% de la población escolar era LGTBI frente a la horquilla de entre el 5,7% y el 9% que aparecía una década antes. El CIS señala que un 19,3% de jóvenes de entre 18 y 24 años se identifican como LGTBI+, frente al 6,8% de la población general.

"Estamos mejor que hace diez años, pero peor que hace cinco o seis", afirma

Nando J. López novelista y ex profesor de instituto

Por otro lado, un estudio del INJUVE subrayaba que los hombres jóvenes tienden a identificarse con más frecuencia como heterosexuales que las mujeres jóvenes. Además, alrededor del 25% de la juventud encuestada no se identificaba plenamente “con una categoría del 100% femenino o masculino”. Los prejuicios, sin embargo, han aumentado: según COGAM, entre 2019 y 2021 el porcentaje de jóvenes que se consideraban algo prejuiciosos se duplicó con creces.

“Estamos mejor que hace diez años, pero peor que hace cinco o seis”, afirma Nando J. López, novelista y dramaturgo, profesor de instituto hasta hace nueve años. “Ha habido un avance, un aumento de la visibilidad LGTBI adolescente. Hay un aumento del interés por parte del profesorado para trabajar esto en el aula, pero también hay miedo por parte del alumnado LGTBI porque ven que vuelven las agresiones”, sostiene. López, escritor de literatura juvenil de éxito (es autor del superventas La edad de la ira) es un referente para adolescentes de toda España con sus novelas, pobladas de personajes diversos y situaciones reconocibles para la juventud, con las que se trabaja en muchos centros.

“Tienen más aceptación”

La psicóloga y sexóloga Isabel Duque, conocida como la La Psico Woman, siempre se muestra crítica con los estereotipos e ideas preconcebidas que la sociedad tiene sobre la juventud actual y destaca, precisamente, que uno de sus valores principales es la diversidad. “La generación Z y las nuevas generaciones tienen muchísima más aceptación de la diversidad, tanto de orientación sexual como de identidad de género, y rechaza más el sexismo que generaciones anteriores”, asegura.

Un ejemplo de la esa evolución es Operación Triunfo, un programa que inició su primera edición allá por 2001 y que 23 años después muestra una cara muy diferente: buena parte de sus protagonistas son hombres y mujeres bisexuales, gays, lesbianas, o bien heterosexuales con una expresión de género más flexible. Duque subraya que lo mismo sucede en muchas series juveniles. Si bien una parte de esos productos aún reproduce la idea de lo hetero como 'lo normal', también es cierto que cada vez hay más ejemplos de lo contrario y que incluso las series más mainstream incorporan personajes con distintas orientaciones o maneras de entender la sexualidad y la identidad. El libro de Nando López La edad de la ira tuvo tanto éxito que se ha convertido en serie.

Las generaciones actuales también cuentan con esa ventaja, la de los referentes. “Yo como adolescente no tenía libros como los míos”, sostiene el escritor Nando López. “Se prescriben desde Primaria hasta Secundaria. Eso no existía antes. Con 10,11,12 años ahora te encuentras posibles referentes para ser tú, y muchas familias que son lugares seguros. Me escriben muchos chicos para agradecerme porque se ven reflejados en los personajes de mis libros o series y eso les anima a dar el paso”.

Pero Isabel Duque matiza el optimismo. “Ahora bien, lo que nos estamos encontrando en los talleres y charlas en los últimos años es que, en esta crisis de la masculinidad que se ha venido gestando desde 2018, con la influencia de la manosfera, la cultura del gym-bro, en este repliegue, los chavales, sobre todo ellos, andan un poco perdidos. Quieren sentir que pertenecen al grupo. Y tomando las palabras de algunas feministas, ser un hombre es demostrar que no eres o pareces una chica o gay. Así que cuando juntamos grupos grandes y hay hombres jóvenes al lado de otros sí sale mucho rechazo y miedo a que piensen eso de ellos. El fantasma de la homosexualidad está muy presente”, relata la también autora de Acercarse a la generación Z (editorial Zenith).

Es ahí donde la manosfera consigue captar a muchos de esos chicos, que encuentran en ese espacio comprensión acerca de sus confusiones y malestares y respuesta a sus preguntas. “Y hay mucha misoginia y diversofobia ahí”, apunta Duque.

En paralelo, en esos mismos grupos, “hay chicos, chicas, chiques, que le han dado la vuelta a todo”. Más que nunca, dice la psicóloga y sexóloga, toman la palabra en talleres y sesiones para hablar en primera persona y mostrar sus orientaciones e identidades, “y contar que esta lucha concierne a todas las personas, no hace falta de ser del colectivo, y eso antes no pasaba”. López también ha observado esta tendencia de que “cada vez más chicas y chicos no LGTBI son aliados”.

La importancia del centro educativo

La actitud y apertura del centro educativo y su equipo es fundamental y se nota en la manera en que el alumnado se desenvuelve, sostiene Duque. Lo confirma el coordinador de Educación de la Federación Estatal LGTBI+, David Armenteros, que es también profesor de instituto. En su centro crearon una comisión de convivencia que se encarga de distintos asuntos y desde la que, por ejemplo, pidieron formación para que el profesorado supiera cómo pueden trabajar la diversidad de manera transversal desde sus asignaturas.

Han creado también un espacio seguro que, una vez a la semana, recibe durante el recreo a los adolescentes que quieran ir a hablar y compartir. A partir de ahí, si es necesario, pueden ser derivados a algún departamento o servicio. Armenteros asegura que, lejos de la alarma creada por propuestas de la extrema derecha como el veto parental, lo que más se encuentran son familias que agradecen que el profesorado aborde con sus hijas e hijos estos temas y que transmita respeto y conocimientos. O que piden referencias de libros para hacerlo ellos en casa.

En los últimos años se ha disparado la tensión. Hay vocabulario machista, racista y homófobo

Juan Miguel Bertuchi profesor

Pero los casos alarmantes, sean más o menos, suceden y hacen daño. Le pasó a Juan Miguel Bertuchi, profesor, hace tres cursos con un padre y este mismo año con un alumno. A finales de 2020, Bertuchi era coordinador del Plan de Igualdad en su centro y durante los preparativos para el día de la diversidad (que no solo alude a la diversidad sexual, aclara el maestro), en un consejo escolar, un miembro del AMPA le acusó de estar haciendo “propaganda gay” en el colegio por llevar una bandera arcoíris, lo que le provocó un ataque de ansiedad ante la pasividad de la dirección del centro.

Este curso ha tenido otro incidente, esta vez con un alumno, que le escribió una nota que decía: “El profe es un ... de ...”, “... y es gay, quiero que se vaya...”, “...se merece una gran paliza y debería estar en la calle sufriendo...”. El alumno tiene 9 años. “En los últimos años se ha disparado la tensión”, cree este maestro. “Hay vocabulario machista, racista y homófobo. Entre niños se da y para eso estamos nosotros, pero también lo hay entre dirigentes del centro. Se enmascara como broma, comentario jocoso, pero...”.

Recursos

Hay ejemplos de buenas prácticas que ayudan al alumnado y, en general, a la comunidad escolar. Como los institutos que ya en el primer papel que hay que rellenar para la matriculación piden a cada persona que indique su género y sus pronombres, más allá de lo que diga el DNI. O los espacios violeta y arcoíris en las bibliotecas escolares. O iniciativas como el Aula de Teatro y Diversidad que ha montado Juan Miguel Bertuchi para combatir los prejuicios que encuentra en su centro.

“Los adolescentes realmente crecen con lo que ven y ahora en las aulas la diversidad está mucho más visible que antes y tienen menos miedo”, dice Armenteros, que, eso sí, señala que las aulas son el segundo lugar más inseguro para el colectivo después de las calles. Lo dice el informe de COGAM y lo confirma Nerea Garres Fernández, responsable de Equidad de la asociación de estudiantes Canae: “El aula es cada vez más hostil para salir del armario. Es chocante que esto suceda a la vez que se habla mucho de estos temas”.

En las redes sociales no hay filtros y llegan mensajes terribles por distintos lugares, luego ellos reproducen esos estereotipos o insultos. Por eso insistimos en defender la educación como manera de luchar contra esas ideas

David Armenteros coordinador de Educación de la Federación Estatal LGTBI+

Porque esa diversidad convive con estereotipos y mensajes de odio que calan en las nuevas generaciones. Garres cuenta de un tiempo a esta parte –un periodo que todos identifican que coincide con el auge de la ultraderecha y su desembarco en las instituciones– han notado que los discursos agresivos o de odio han crecido. También un cierto envalentonamiento de este perfil de persona, que ve legitimado su mensaje porque está normalizado en la prensa, en las redes, en la tele.

“En las redes sociales no hay filtros y llegan mensajes terribles por distintos lugares, luego ellos reproducen esos estereotipos o insultos. Por eso insistimos en defender la educación como manera de luchar contra esas ideas”, explica Armenteros. Desde la Federación preparan una campaña para el nuevo curso que irá dirigida a la adolescencia para precisamente combatir mitos e ideas preconcebidas que tienen su origen en el desconocimiento, la LGTBifobia o las inercias sociales.

Canae lamenta que hagan falta estos recursos externos ante la evidencia de que “la educación afectivo-sexual que se da en los institutos no es suficiente ni adecuada”, según su portavoz. “Yo tuve una charla de una hora en 3º de la ESO y ya. No es suficiente para atender la seguridad y la salud sexual. Cada vez que hablamos con estudiantes nos dicen que no es suficiente lo que hay”.

Mientras tanto, reivindica Nando López, quedan los números y la cultura: “Creo que la violencia es muy minoritaria, pero es muy rabiosa y hace mucho ruido. Es una minoría muy visible porque controla muchos medios”.

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