Padre e hijo: médicos y unidos por la huelga

Manuel es médico en las urgencias del hospital Puerta de Hierro-Majadahonda en Madrid. No ha podido hacer huelga porque le ha tocado cubrir los servicios mínimos. Pero sí ha bajado hasta la plaza de Neptuno, en el centro de la capital, para unirse a la manifestación que ha culminado dos días de huelga general en la sanidad madrileña contra las medidas planeadas por el Gobierno 'popular' de la Comunidad. El padre de Manuel también es médico. De Atención primaria en Collado Villalba (una población norteña de la región) y “es la primera vez que recuerdo que haga huelga”. Así que padre e hijo, ambos médicos, se han complementado: uno el paro, el otro la manifestación.

En Neptuno se reúne un grupo de facultativos. “Este plan es introducir el beneficio económico en la asistencia”, dicen. Manuel cuenta que “claro que puede hacerse más eficiente la sanidad pública. Pero que se haga”, en contraposición a la vía escogida por el Ejecutivo de Ignacio González. “Se precarizarán colectivos menos rentables en el acceso a la atención. Si incluso puede que una empresa me pague más a mi como médico. Ese no es el problema”.

Mientras hablan, por detrás discurre la manifestación. Numerosa (al acercarse la cabecera a su destino en la Puerta del Sol, la cola aún aguardaba a salir en Neptuno), ruidosa con silbidos y tambores unidos a las proclamas.

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Los médicos abundan en lo excepcional de la unión de todos los colectivos sanitarios. Junto a Manuel está Cristina, internista, que también analiza que “pueden obtenerse beneficios en la gestión sanitaria pero con ese beneficio, si se conserva la gestión pública, se puede redundar en los pacientes. Que haya mejores condiciones y se reinvierta”. Si la gestión la lleva una empresa: “El dinero acaba engordando los fondos de pensiones de, por ejemplo, Estados Unidos”.

Al grupo se unen más doctores. Entre ellos está Beatriz. Ella ejerce en el hospital Infanta Leonor en el barrio de Vallecas. Es uno de los seis centros que la Comunidad de Madrid pretende sacar a concurso. Su plantilla sanitaria pasará de pública a privada. Beatriz se teme lo peor: “Yo estoy con un contrato temporal así que igual me quedo sin nada”. En su hospital trabajan con esa incertidumbre, dice.

Manuel se encuentra con Fernando, compañero en las urgencas del Puerta de Hierro. “Es el más precario del servicio. Después voy yo”, aclara. Trabajan de puros refuerzos con “un contrato de invierno”. Así califican a la ampliación momentánea por el mal tiempo que agudiza la demanda de urgencias. Llegan los MIR del hospital -cuya movilización es casi total y afecta mucho al servicio puesto que, aunque no son plantilla contabilizada, llevan mucha carga asistencial-. Se juntan todos y marchan hacia Sol al canto de “La sanidad no se vende, se defiende” o “Queremos pacientes, no clientes”.