Las mujeres se organizan contra las agresiones machistas en las fiestas
Los Sanfermines situaron el tema en las pantallas de televisión y las portadas de los medios. Las agresiones sexuales se convirtieron en noticia y las denuncias se fueron sucediendo entre concentraciones de repulsa y titulares que llamaban la atención sobre el todo vale que reina en los ambientes festivos. Mientras, el movimiento feminista veía cómo sus tradicionales reivindicaciones comenzaban a calar y nutrían el protocolo elaborado por el Ayuntamiento de Pamplona.
Fue hace tres años cuando la institución navarra se sumó a las demandas que los colectivos feministas de la ciudad llevaban haciendo desde los años 90 y creó el grupo de trabajo Sanfermines en Igualdad, un protocolo, una caseta informativa y un teléfono de urgencia. Otros ayuntamientos como los de Vitoria, Huesca o Málaga también han puesto en marcha campañas que beben de las aportaciones del feminismo.
Pero muchos grupos de mujeres se siguen autogestionando contra las agresiones machistas y diseñan sus propios protocolos al margen de las instituciones, muchos inspirados en los que han ido elaborando los movimientos sociales vascos y catalanes desde hace años, pioneros en esta materia. Es el caso del barrio madrileño de Lavapiés, en fiestas desde la semana pasada, donde por primera vez se ha puesto en marcha un protocolo para asegurar un ambiente “libre de violencias machistas”.
Hartas de la victimización
“Nace del hartazgo de ser sistemáticamente consideradas víctimas por el sistema y que nos quieran mantener en ese papel. No hay campañas que digan 'mujer, defiéndete'”, sostiene Esther Reyero, vecina del barrio. La denuncia de una violación en los primeros meses de este año encendió todas las alarmas y un grupo de mujeres comenzó a reunirse en el centro social La Eskalera Karakola.
De ahí nació la Red de Vecinas de Lavapiés, que comenzó a trabajar la idea de diseñar el protocolo que se está utilizando. Como muchos de los empleados en otras ciudades y municipios españoles, cuenta con la instalación de un punto de información y denuncia –'punto morado', en el barrio madrileño–, contempla parar la música en caso de “cualquier agresión de origen patriarcal a mujeres, trans...” y una serie de pasos para llevar a cabo si ocurre.
“Es importante dar espacio a la decisión individual sobre la gestión de la situación por parte de la persona agredida”, para después acompañarla en lo que necesite –interponer denuncia, acudir a los servicios médicos...–. Además, se comunicará a esa persona que “ha realizado una agresión machista y que la persona agredida se ha sentido violentada. Se le hace saber que si no cesa, será expulsada de la plaza”, explican.
Concentraciones tras cada agresión
“Lo que intentamos es que el agresor se sienta señalado”, afirma Idoia Gómez, integrante del movimiento feminista de Vitoria, que finaliza sus fiestas este martes. También allí el colectivo ha elaborado un protocolo y ha habilitado un número de teléfono de denuncia con el que “cubrimos los huecos que deja el del Ayuntamiento”, que también por primera vez ha hecho un manual específico para las Fiestas de la Virgen Blanca.
Gómez contrapone el funcionamiento de la caseta informativa y de asesoramiento del consistorio que cierra a las 21.30 horas con “la nuestra, que está teniendo mucha acogida, y que está activa hasta las 2:00 de la mañana”, afirma la activista. Este mismo martes una joven de 21 años ha denunciado un intento de violación, en el primer caso que se produce en el marco festivo, y el Ayuntamiento ha activado su protocolo y convocado a una manifestación ciudadana de repulsa.
La mayoría de mecanismos ideados por los movimientos sociales contemplan la celebración de concentraciones tras las agresiones, tanto las llamadas “de alta intensidad” como aquellas más naturalizadas como tocamientos, insultos o acoso. La misma dinámica se siguió en Sanfermines y se ha trasladado a Lavapiés para visibilizar la violencia. Ya el pasado domingo se celebró una concentración de repulsa por las seis agresiones que el movimiento feminista lleva contabilizadas en el barrio madrileño.
Otro de los puntos en común de muchos de los protocolos es poner en marcha las llamadas “brigadas moradas”. A juicio de las activistas vitorianas, esta es una laguna del dispositivo desplegado por el Gobierno municipal a pesar de ser una de las demandas. En Lavapiés varias personas pertenecientes a la Red de Vecinas, y otras que se han ido uniendo, están ataviadas con un brazalete morado, que se coordinan con la caseta de asesoramiento e intentan mediar en caso de agresión.
Al igual que en Vitoria y en barrios barceloneses como Poble Sec o Gracia, en Bilbao los movimientos sociales son activos desde hace años en este tema. Los colectivos populares que participan en la Semana Grande, que se celebrará a finales de este mes, cuentan con sus propios mecanismos para afrontar las agresiones sexuales, pero este año el Ayuntamiento ha ideado una campaña que presentará en unos días. “Se ha hecho tarde, pero este año después de lo de Sanfermínes tenía que salir”, apunta una activista de la ciudad.
Los ayuntamientos diseñan sus campañas
Las fiestas de Pamplona han motivado también que el consistorio de Huesca haya diseñado una campaña “más intensa” que los dos años anteriores , asegura el concejal de Igualdad, Manuel Rodríguez. Esta vez ha primado “la coordinación con la Policía. Hemos contratado educadores sociales y empapelado el recinto ferial con mensajes como 'no continúes si no tienes mi permiso'”.
Málaga es otra de las ciudades que este año ha elaborado un protocolo en coordinación con el Colegio de Abogados de la ciudad, que mantendrán un servicio de atención a las víctimas mediante un teléfono 24 horas a partir del próximo día 12, cuando empieza la feria. Será un abogado quien reciba la llamada y asesorará o acompañará a la persona en lo que necesite. Además, se han realizado varias acciones de sensibilización y reparto de material informativo.
“El protocolo es una reivindicación histórica del movimiento feminista y nos gustaría que quede claro que es el movimiento feminista quien lo ha liderado”, aseguran en Vitoria sobre el protocolo municipal. La dinámica se repite en casi todas las ciudades: las instituciones han comenzado a alimentarse de las reivindicaciones de los colectivos, algo que “es una buena noticia”, afirma Gómez.
“Los protocolos de los ayuntamientos son una reacción a lo que el movimiento feminista lleva peleando mucho tiempo. Las mujeres estamos en pie y no les queda más remedio. Yo creo que tanto trabajo feminista desde las asociaciones y los movimientos autónomos está calando”, matiza Reyero.