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Lo que aprendimos de Simone Biles

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¡Buenos días!

Empieza agosto, el mes en el que (casi) todo se para. Y hoy quiero hablarte justo de eso: de frenar para poder seguir. A veces es el único camino. Que se lo digan a Simone Biles, que abandonó los Juegos Olímpicos de Tokio hecha polvo y ha vuelto por todo lo alto cuatro años después. Se va de París 2024, al menos, con dos medallas de oro y el mundo a sus pies. 

Hay quien dice que ha cambiado para siempre la gimnasia llevándose por delante lo que se espera de una deportista de élite: aguantar todo sin rechistar por la competición, las metas, el éxito; soportar sin que se note la presión; y hacerlo a pesar de cargar con una mochila muy pesada (Biles fue víctima de los abusos sexuales perpetrados por Larry Nassar en el equipo estadounidense). 

Aquel día de 2021 en Tokio, Biles dijo que su salud mental era “más importante que el deporte” y, aunque ninguna de nosotras somos ella, quiero pensar que nos allanó el camino a las demás. 

“Biles sostiene un liderazgo de visibilización y normalización de los problemas de salud mental abordándolos no por medio de la negación resignada sino desde la aceptación activa para poder retomar, llegado el momento, el proyecto de vida con energías renovadas”, analiza el psicólogo y coach deportivo Francesc Porta. 

No es algo habitual. Si lo extrapolamos a otros empleos, el discurso de que se abusa de las bajas médicas impacta directamente en quienes trabajamos. Estiramos y estiramos, a veces sin estar en condiciones de seguir con la rutina. También, y lo que es peor, hay quien ni aunque lo decidiera podría parar. 

En muchas de nosotras subyace la idea de que detenernos es un viaje de no retorno. Que nunca seremos capaces de retomar de nuevo la normalidad. El ejemplo de Biles, aunque parezca lejano, muestra todo lo contrario✨✨

Mientras estabas a otras cosas...

El estigma empieza en la consulta

El estigma hacia el VIH comienza en el mismo sitio donde se diagnostica. Esta semana el Centro Europeo de Control de Enfermedades ha publicado un informe muy interesante que revela cómo la falta de conocimientos básicos de los sanitarios sobre el virus deriva en prácticas discriminatorias.

Los datos son durísimos. Un 25% de los 18.000 profesionales encuestados en 54 países se colocan doble guante para atender a estos pacientes y uno de cada tres no tiene claro que si el virus es indetectable no se puede transmitir. Aquí puedes consultar más cifras del estudio si te ha interesado. 

No todo es glamour en París

🏊‍♀️Ya sabrás que los altos niveles de bacterias en el Sena obligaron a suspender las pruebas de triatlón de los Juegos Olímpicos de París. Dio igual que se bañara la alcaldesa Anne Hidalgo o que se invirtieran 1.400 millones de euros en garantizar que el agua estaba en un estado óptimo para el baño.

☔️Una lluvia fuerte caída el mismo día de la inauguración dio al traste con todo. La contaminación que surge del desbordamiento de las alcantarillas o las inundaciones terminó allí, elevando los niveles de E.coli y Enterococcus (contaminación fecal) por encima de lo asumible para la salud humana. 

No hay que tomarlo como una excepción porque no lo es.

“Lo que tiene que quedar claro es que este caso puntual y de mucha visibilidad por los Juegos Olímpicos no es una excepción, es frecuente en muchos ríos. No hay saneamiento ni tecnología que pueda asegurarnos aguas limpias ante un cambio climático que empieza a exponer la vulnerabilidad de los sistemas hídricos”, explica Rafael Seiz, coordinador del Programa de Agua de la organización conservacionista WWF, en este artículo que te recomiendo para entender cómo se relacionan los fenómenos.

Nadie se libra de los efectos secundarios de bañarse en el río. Internet es un rincón maravilloso, aunque a veces cuesta creerlo. Estos memes del “antes” y el “después” de meterse en el Sena me han dado la vida. 

Nos leemos, con más y mejores historias, el sábado próximo. Pasa una estupenda semana. 

¡Salud! 

¡Buenos días!

Empieza agosto, el mes en el que (casi) todo se para. Y hoy quiero hablarte justo de eso: de frenar para poder seguir. A veces es el único camino. Que se lo digan a Simone Biles, que abandonó los Juegos Olímpicos de Tokio hecha polvo y ha vuelto por todo lo alto cuatro años después. Se va de París 2024, al menos, con dos medallas de oro y el mundo a sus pies.