El mantra de “salvar la Navidad” no es algo que resuene solo en España, sino que es un eco que se ha extendido por toda Europa y ha llegado a oídos de sus instituciones. La presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, ha advertido que “relajarse demasiado rápido y en exceso es un riesgo para que ocurra una tercera ola después de Navidad”. De hecho, el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) ha lanzado un informe con la proyección de lo que ocurrirá si los países anteponen la campaña navideña al control epidemiológico de la pandemia, y sus resultados no son nada halagüeños.
Si Europa comienza a levantar la mano con sus restricciones el 21 de diciembre, la primera semana de enero empezarán a notarse los efectos en la presión asistencial, los casos y las muertes por COVID-19. Pero si eso ocurriese el 7 de diciembre, horizonte situado por algunos para adaptarse al espíritu comercial que acompaña a estas fiestas, sus resultados serán evidentes incluso antes de Nochebuena, el 24 de diciembre.
La metodología usada por el ECDC responde al comportamiento de la curva en 30 países distintos tomando como referencia el día aproximado que entraron en vigor las restricciones más duras –1 de abril–, las medidas aprobadas por cada país desde entonces y el aumento generalizado de los contagios que se produjo a finales de octubre.
El informe reconoce que hay nueve países que han afrontado este nuevo pico con normas rápidas y estrictas, entre ellos España, Francia y Reino Unido, y que eso se traduce en una proyección más optimista para los próximos dos meses. Pero también alerta de que, si estas se relajan o desaparecen en Navidad mientras existe transmisión comunitaria, el efecto positivo se revertirá inmediatamente.
Alemania, por ejemplo, ha admitido que su objetivo es mantener por ahora las restricciones para poder relajarlas entre el 23 de diciembre y el 1 de enero, durante Navidad y Año Nuevo. El país decretó un “parón” de la vida pública que extenderá hasta el 20 de diciembre y ha recomendado a los alemanes que guarden una cuarentena voluntaria de varios días antes de reunirse con sus familias. Francia, por su parte, ha anunciado que empezará este sábado un plan de desescalada que pretende culminar el 15 de diciembre con el periodo navideño siempre presente. Reino Unido levantará el próximo 2 de diciembre un confinamiento que se ha alargado durante un mes y ha anunciado que se relajarán las restricciones entre el 23 y el 27 de diciembre para levantar los vetos a la movilidad y permitir los encuentros de personas de hasta tres domicilios distintos.
Italia, más prudente, ha informado a sus ciudadanos de que solo se permitirá la movilidad en “zonas amarillas”, es decir, con una incidencia baja. Pero ha prometido estudiar más concesiones de cara al periodo festivo. Portugal, por su parte, se enfrenta al peor momento de la pandemia y no ha querido dar falsas esperanzas al respecto. Suiza, que no forma parte de la UE, pero sí aparece en el informe, es uno de los casos que más alarman a los autores, ya que no solo quiere “salvar” la Navidad, sino también la temporada de esquí.
Por su parte, en España hay una propuesta del Gobierno sobre cómo deben ser las celebraciones que acabará de negociarse con las comunidades autónomas la próxima semana. Con la posibilidad de que existan 17 navidades distintas, las recomendaciones básicas consisten en hacer reuniones de máximo seis personas, crear “grupos burbuja” para Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo, prescindir del picoteo y retrasar el toque de queda máximo hasta la una. “Me parece acertada la decisión de expandir el toque de queda solo durante dos días, pero hay que recordar a la gente que las restricciones siguen vigentes para el resto del periodo navideño”, destaca Quique Bassat, director de departamento en el Instituto de Salud Global de Barcelona, en conversación con elDiario.es.
Conviene tener estos planes en mente para entender los siguientes gráficos del ECDC. La relación de los contactos por persona respecto a antes de la epidemia y las normas vigentes en cada momento (encierros obligatorios, cuarentenas recomendadas, toques de queda, cierre de comercios, uso obligatorio de la mascarilla o vacaciones escolares) es útil para proyectar cómo se comportará la curva si mantenemos las precauciones o, por el contrario, las ignoramos por la tentación de reunirnos con más gente en Navidad.
“Son unas fechas emocionalmente arraigadas, pero las emociones no deben guiarnos. Nos debería dar igual que sea Navidad, Acción de Gracias o 30 de abril. Somos de los pocos países en Europa que no han hecho confinamiento, así que nos toca apechugar y seguir haciendo sacrificios también ahora”, incide Bassat. “Todos valoramos la práctica cultura de reunirse familiarmente en Navidad”, comparte Daniel López Acuña, epidemiólogo y exdirectivo de la OMS. “Pero si aumentamos las interacciones gregarias cuando la transmisión es aún muy alta, no solo no estamos salvando la Navidad, sino que estamos jugando a la ruleta rusa con la salud de la población”, sentencia.
Los expertos y epidemiólogos llevan meses alertando del peligro de dictar normas de cara a un periodo concreto, ya sea un puente o las vacaciones de Navidad. “El informe del ECDC, precisamente, llama la atención sobre las desescaladas prematuras o levantar restricciones tempranamente porque podríamos encaminarnos a una tercera ola en el mes de enero”, ratifica López Acuña.
Las oscuras predicciones del Centro Europeo de Control de Enfermedades no le resultan exageradas tampoco al epidemiólogo Quique Bassat: “Pasó lo mismo cuando entraron las prisas por relajar las medidas de cara a verano, y eso que entonces partíamos de incidencias extremadamente inferiores a las de ahora, con un centenar de casos al día, no 5.000”, critica. No obstante, entiende la posición delicada del Gobierno de tener que dar explicaciones de cara a estas fechas: “La gente estaba ansiosa, pero habría sido mejor salir y decir que las navidades no cambian nada, que hay que seguir haciendo lo mismo”, opina.
Aquellos países que han estado confinados o bajo medidas estrictas se van a desbocar en el momento en que les abran las puertas. Es muy probable que las navidades sean un factor desestabilizador del progresivo de la pandemia
“Si solo somos permisivos esas dos noches en todo el periodo navideño, es un riesgo asumible porque son momentos puntuales. El problema es que la gente lo extrapola a todas las vacaciones y si eso pasa, la curva se va a volver a desmadrar”, augura. Y lo que preocupa a los expertos consultados no es el aumento de casos, sino de muertes. Un fenómeno que tampoco experimentamos en verano pero que ahora vuelve a estar en el epicentro de la pandemia. “El primer círculo concéntrico de contagios en la desescalada de verano afectó sobre todo a personas jóvenes, pero ha ido creciendo de manera impresionante entre los 65 y los 85 años. La severidad de la enfermedad para ellos es mayor, incluso más que en la oleada inicial, y por eso estamos reportando unos datos altísimos de mortalidad”, explica López Acuña.
Por eso, el debate entre comunidades autónomas sobre cómo debe ser la Navidad resulta menor para ambos epidemiólogos y lo consideran “casi como una invitación a que la gente se reúna”, piensa Bassat. La prioridad, para él, sería “apelar a la responsabilidad del ciudadano y explicar que las recomendaciones actuales siguen vigentes. Y, sobre todo, hacer entender que esta Navidad no puede ser como la anterior, sino más ”silenciosa y tranquila“, como ha dicho Úrsula Von der Leyen.