Corren los plazos para Javier Ramos, rector de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). La primera sesión del nuevo claustro de la universidad ha arrancado este miércoles sin tregua para el dirigente: le han pedido que dimita. No lo hará y tendrá que afrontar, con toda probabilidad, una moción de censura de resultado incierto.
El sector crítico de los estudiantes, impulsores de la moción que tienen planeado registrar en septiembre, han expuesto sus razones, todas agrupadas bajo el argumento de la “regeneración”. “Primeramente por el caso Cifuentes (...). A pesar de no ser parte de la trama de manera directa (...), las declaraciones del señor Ramos han sido un despropósito (...). En segundo lugar por el caso Hangar. La Fiscalía ha abierto diligencias para investigarlo (...) y el nombre del señor Ramos figura en cada noticia que tenemos al respecto. Por ello lo mejor para la comunidad URJC son unas elecciones (...), y en caso de ser rechazadas, esta parte del sector C [los estudiantes] se verá obligada a optar por otros procedimientos para llegar al cambio que tanto necesitamos”, ha argumentado Ignacio Ruiz, miembro del grupo URJC Crítica.
Ramos ha ignorado la petición y ha pedido tiempo a los estudiantes para implementar los cambios que, afirma, está llevando a cabo en la universidad. “Estamos haciendo cambios. Cambios valientes (...), no me está temblando el pulso”, ha afirmado. “Hablamos de regeneración, de poner esos procedimientos que nos faltan y reglamentos que no tenemos. El Consejo de Gobierno ha ido aprobando cambios para quitar el arbitrio, el sesgo personal a las cosas que se hacen en esta universidad. Les he pedido tener el sosiego para en los tiempos de tribulación no hacer mudanza sino seguir con mano firme en los cambios que tenemos que hacer”, ha expuesto.
Fuentes presentes en la reunión de esta mañana —aunque se ha alargado más de cinco horas, hasta pasado el mediodía— han explicado que el rector ha comenzado la sesión soltando amarras respecto al pasado, defendiendo a su equipo y afirmando de manera preventiva (en ese momento todavía no le habían pedido elecciones formalmente, aunque todos supieran que lo iban a hacer) que quitarle a él sería volver al pasado.
También ha afirmado Ramos que está “muy tranquilo” respecto a toda la situación creada por la cesión gratuita de un hangar a una empresa privada en cuya formación participó y ha asegurado que existe una campaña de acoso y desprestigio contra su persona y contra la URJC en su conjunto.
No parece que haya convencido a los estudiantes con su “conciso” discurso, puesto que, una vez formalizados los trámites como constitución de la mesa o la votación de los representantes del claustro para el Consejo de Gobierno de la URJC le han pedido elecciones anticipadas como habían anunciado que harían.
Además de la intervención de los estudiantes, algunos miembros del claustro han pedido al rector que tome medidas para recuperar el buen nombre de la universidad.
Según la normativa de la URJC, para solicitar una moción de censura hacen falta las firmas de 100 de los 300 claustrales de la universidades. Según la organización estudiantil URJC Crítica, que agrupa a 38 de estos claustrales, ya cuentan con esas cien firmas.
El reglamento dice que, una vez solicitada la moción a través del Registro de la universidad, el rector tiene un mes para convocar un pleno extraordinario que aborde la cuestión. En él es necesario el apoyo de 200 de los 300 miembros. Aquí los estudiantes ya no tienen tan claro que cuenten con los apoyos necesarios, pero confían. “Para solicitar la moción las firmas son públicas, y mucha gente no quiere exponer su nombre por miedo a represalias”, explica un portavoz. Sin embargo, la votación de la moción en sí es secreta y los críticos confían en que, gracias a esto, puedan recabar los apoyos que necesitan.
En cualquier caso, esto no ocurrirá antes de septiembre. Los estudiantes, que ya protestaron porque las elecciones al claustro se fijaron en una semana que en el campus no había clases ni exámenes y por tanto los alumnos no estarían por allí para votar, no quieren que les vuelva a pasar lo mismo, por lo que esperaran a septiembre para dar comienzo al proceso que, esperan, acabe con una nueva convocatoria electoral.