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“La persona a la que encargamos la gestión de las redes sociales se metió en Milanuncios, vio una cuenta de Twitter y una página de Facebook por 200 euros y las compró. Tenían unos 3.000 seguidores y eran un impulso inicial a las redes de la empresa. El acuerdo al que llegaron es que la persona que las vendía borraba todas las publicaciones antes de pasárnoslas y llegaban limpias. Cuando las pagamos y nos las envió nos dimos cuenta de que eran cuentas de extrema derecha... pero extrema, extrema”.
Al otro lado del teléfono está el responsable de una pyme que pide en conversación con eldiario.es que no se identifique a su empresa. La cuenta de Twitter a la que hace referencia ha sido bloqueada por la plataforma, pero la página de Facebook sigue activa. Fue creada en noviembre con el nombre 'Orgullo Patrio'. El rastro de su antigua identidad se ha borrado, como prometió el vendedor. No obstante, el algoritmo de Facebook aún la recuerda: como páginas relacionadas a la de la empresa, cuya actividad no tiene nada que ver con la política, la red social sugiere la de Santiago Abascal, la de Javier Ortega Smith y la de “El fahcita de VOX” (sic).
“Con esto lo que me estoy planteando es cerrar la cuenta y empezar de nuevo. No sé hasta qué punto nos interesa, no sé si por algún recoveco se podría ver el pasado que ha tenido esa página, que ha sido una antigua cuenta de extrema derecha”, expone el empresario.
Tanto la cuenta de Twitter como la página de Facebook aparecieron recientemente en un informe de la ONG europea EU Disinfo Lab, especializada en desinformación. Esta destapó la existencia de una red de cuentas y blogs que utilizaban la crispación, los mensajes de extrema derecha y la desinformación para atraer la atención de los usuarios y dirigirlos hacia Amazon. La red intoxicaba con insultos y bulos el debate político para transformarlo en un reclamo para vender merchandising patriótico y otros productos a través de Amazon.
Pero el plan de negocio no se quedaba ahí: cuando las cuentas habían engordado lo suficiente en número de seguidores, se vendían a personas que no quisieran empezar de cero. La misma persona que colocó el pack de cuenta de Twitter más página de Facebook a la empresa que encabeza esta información a través de Milanuncios, le vendió un perfil en la red social del pajarito al coordinador de Vox en Mataró, José Casado. “La adquirí porque me bloquearon mi cuenta y esta estaba a la venta”, explicó Casado a eldiario.es. Él era un destino ideal para la cuenta, ya que su primera identidad como parte de la red había sido 'YO ESTOY CON VOX'.
La nueva cuenta de Casado también ha sido suspendida por Twitter, así como la de la persona que se la vendió y otras tantas relacionadas con la red. “La compraventa de cuentas es una de las infracciones más graves de nuestras políticas e implica suspensión permanente”, explica una portavoz de la empresa. Los términos de uso de Facebook e Instagram apuntan en el mismo sentido. Pero lo cierto es que, en plena era de la desinformación y la manipulación del debate político digital, encontrar una cuenta con decenas de miles de seguidores a la venta, comprarla y empezar a disparar propaganda es relativamente sencillo.
Para ello no es necesario tampoco recurrir a la deep web, basta con Google. El buscador revela que Milanuncios es una de las páginas con mayor oferta de cuentas de Twitter, en ForoBeta hay anuncios constantes de páginas de Facebook, en eBay arrasan las de videojuegos (como Fortnite o Pokémon Go), mientras que las cuentas de influencers de Instagram son omnipresentes en todas páginas de compraventa donde se haga negocio con cuentas de redes sociales.
El precio no solo depende del número de seguidores, sino también de cuáles sean sus intereses (lo que vendrá marcado por la temática anterior de la cuenta) y otros aspectos como su lugar de procedencia. Los perfiles más baratos son los que han utilizado el contenido para adultos para engordar sus cifras de seguidores, puesto que muchos de ellos serán cuentas y páginas de la misma temática y es complicado cambiar su orientación. A partir de ahí, todo queda en la negociación entre vendedor y comprador y la ley de oferta y demanda. Por regla general las cuentas de Instagram son las menos cotizadas y con unos 100 euros se puede adquirir una con decenas de miles de seguidores. Las páginas de Facebook y las cuentas de Twitter suelen ser más más caras.
“Vendo cuenta de Twitter con más de 29.000 seguidores (principalmente público joven español). Perfecta para cambiar de nombre y usar como cuenta de empresa. La cuenta es de frases y contenido viral”, reza un anuncio publicado a finales de mayo en Milanuncios. El vendedor pide 380 euros por el perfil @Soy_Tokio_, aunque también ofrece la cuenta de 5.700 seguidores @Soy_Denver (ambas referencias a personajes de la serie La Casa De Papel) por 140 euros.
A la hora de comprar una fanpage de Facebook también hay que fijarse en otros factores, como la “calidad de la página”. Esta variable la determina la propia red social, que utiliza un código de colores (verde, amarillo y rojo) en función de las infracciones de las políticas de Facebook que haya cometido, si tiene publicaciones que hayan sido desmentidas por verificadores de información o denunciadas como clickbait por el resto de usuarios. En Forobeta, una de las últimas páginas de Facebook vendidas fue “No me digas asi ok”, con un “público latino” compuesto por unos 60.000 seguidores y “sin infracciones”, según el vendedor. El precio de salida eran 580 dólares.
Las ofertas de cuentas de cuentas sobre política son residuales en el mercado de los perfiles de redes sociales de segunda mano. Es muy difícil que este cambio de identidad no deje ninguna huella y las consecuencias en caso de que se descubra la treta desaconsejan esta inversión. Es más seguro comprar a determinados influencers para que hagan posicionamientos políticos interesados, un servicio que ofertan multitud de agencias de marketing. Pese a todo, también ha habido ejemplos sonados de compraventa de cuentas. Y a lo grande.
El partido político fundado por Francisco Nicolás Gómez Iglesias, más conocido como el pequeño Nicolás, se convirtió a principios de 2019 en el partido con más seguidores de la historia de Instagram. Con 2,7 millones, Influencia Joven tenía más seguidores que todos los partidos españoles y estadounidenses juntos. Obviamente, había trampa. Gómez llegó a un acuerdo con un youtuber para que este se convirtiera en el responsable de redes sociales del partido y, como parte del acuerdo, borrara todos los contenidos de su cuenta de Instagram y le cambiara la identidad por la del partido. Algo así como vender un boli y regalar una entrada a un partido de fútbol por 100 euros.
“La gente no se esconde nada en hacer este tipo de cosas porque las propias plataformas tampoco te ponen mucho impedimento”, afirma una fuente conocedora de este mercado que pide no ser identificada. “Me parecería surrealista que alguien me intentase vender que una red social no sabe cuándo una cuenta ha sido comprada o regalada”, continúa: “Hay influencers españoles con muchos seguidores que en su día compraban y vendían un montón de cuentas. Pero el caso es que funciona y la prueba está en estos casos”, señalando lo ocurrido con en el caso del partido del pequeño Nicolás o el del canal del YouTube de la marca de gafas Hawkers, que la propia empresa ha reconocido que compró el canal del youtuber 'MrGranbomba' (denunciado por llamar “caranchoa” a un hombre).
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