¿Derecho a reparar o negocio con tecnología ajena? Los talleres de móviles plantan cara al blindaje de Apple
En el verano del 2016, los iPhone 6 Plus comenzaron a fallar. Es lo que a día de hoy se conoce como “la enfermedad del táctil”, que dejaba a los teléfonos inservibles ya que la pantalla no respondía a las interacciones del usuario. “Investigando mucho, nos dimos cuenta de que era un problema de la tarjeta lógica, que era un chip que se desoldaba por la forma en cómo estaba hecho el terminal”, explica a eldiario.es Edgar Lemus, un estadounidense que ha vivido hasta los 25 años en Guatemala y lleva desde que tenía 20 (ahora cuenta 32) reparando teléfonos. Es uno de los youtubers de referencia de la comunidad hispana en ese ámbito, lo que provoca que le lleguen peticiones de reparación constantes con las que mantiene una empresa de seis empleados.
Para solucionar el problema, Apple ofrecía a los usuarios un servicio de reparación del teléfono pagando 149 dólares (133 euros). La compañía, además, especifica que si el usuario lleva a reparar el móvil a un distribuidor no autorizado pierde la garantía y que solo debe ser un técnico de Apple el que abra o manipule el dispositivo. Muchos usuarios entonces se vieron atrapados, momento que aprovechó Lemus para iniciarse en la microsoldadura.
Entre la gran afluencia de iPhone 6 Plus que recibía Lemus, no eran pocos los teléfonos que ya habían pasado por otras tiendas de reparación sin éxito. “Me costaba mucho trabajo repararlos, porque venían ya mal arreglados de antes”, cuenta. Para ahorrarse esfuerzos, se dijo que tenía que avisar a los usuarios y al resto de tiendas donde se trataba de arreglar iPhones del método correcto para devolver a los teléfonos la sensibilidad en el táctil, así que grabó un vídeo y lo subió a YouTube. “Además, había muy poca información en castellano sobre esto y apenas existían personas que señalaran de forma fácil cómo reparar el fallo”, continúa.
Lemus publicó su vídeo en febrero del 2017 y fue de los primeros youtubers en castellano que explicaba cómo arreglar la “enfermedad táctil” de los iPhone. Hoy el vídeo suma más de 360.000 visualizaciones y su canal alberga decenas de clips que enseñan a los usuarios a reparar diferentes fallos de sus teléfonos o tablets Apple. El youtuber también da cursos en Internet sobre microsoldadura, e incluso enseña a los técnicos de otros servicios de reparación cómo proceder en esto o aquello. “Ahora mismo damos soporte a unos 5.000 en nuestra plataforma”, dice Lemus.
“¿Cómo va a ser ilegal?”
Ante todo este movimiento, reproducido en diferentes foros y canales de Internet, Apple ya recomendó a sus clientes no intentar reparar los teléfonos o el resto de dispositivos de la compañía. “El iPhone es muy complejo”, decían cerrando las puertas a todos aquellos intrépidos foreros, youtubers y aficionados a la electrónica que quisieran trastear con la joya de la marca. En 2019 Apple lo ha vuelto hacer: la excusa ahora es que los usuarios podrían poner en riesgo su salud si perforan, por error, la batería de litio del móvil.
“Estamos reparando un teléfono que ya no sirve. ¿Cómo va a ser ilegal?”, se queja al otro lado del teléfono Lemus, que abandonó Guatemala en un momento en el que su vida “no iba para adelante ni para atrás, sino en línea recta” y llegó a EEUU con lo puesto. Allí repartió pizzas de noche, lavó platos en varios restaurantes e incluso fue carpintero, razón por la cual un día terminó en una feria de expositores. Le habían mandado a comprar una pieza, pero a él le llamó más la atención un stand en el que un tipo estaba vendiendo accesorios para teléfonos. Entonces se acercó y le preguntó si podía trabajar para él reparando móviles, cosa a la que accedió.
En ese momento la vida de Lemus pegó un giro. Dejó la carpintería y pasó a estar repartiendo pizzas por la noche y arreglando móviles por el día. Al poco, como el negocio iba bien, alquiló un local para no depender ya de nadie. Meses después, contrató a su primer empleado. Luego vendría el segundo. Y así hasta el sexto que tiene ahora. La irrupción en YouTube fue una consecuencia de su trabajo.
Lemus, que se queja de no exista en ningún sitio una “información que Apple pueda proporcionarnos a nosotros para saber qué es y cómo funciona el teléfono”, solo tiene buenas palabras para la campaña Right To Repair (Derecho a reparar). La iniciativa, vigente en EEUU y en algunos países de la Unión Europea desde hace varios años, tiene en la youtuber Jessa Jones (IPadRehab en la plataforma) y en IFixIt sus caras más visibles.
La obsolescencia programada
IPadRehab tiene casi 120.000 seguidores en YouTube, donde les enseña cómo reparar iPhones. También tiene vídeos con trucos y curiosidades, pero recientemente saltó a la fama por asegurar que Apple da información falsa a los usuarios cuando preguntan cómo recuperar sus datos en los foros oficiales de la compañía. Además, asegura que varios de sus posts en ese lugar han sido borrados cuando trataba de ayudar a otros usuarios.
“El modelo de sostenibilidad de Apple se basa en vender productos caros. Entra dentro de sus intereses directos que estos dispositivos no puedan repararse y tengan que cambiarse gradualmente cada poco tiempo”, explica a eldiario.es. Enric Luján, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona, miembro de Críptica y coautor del libro Resistencia Digital (Ed. Descontrol).
Luján razona que “cada dispositivo de Apple tiene un tiempo de actualizaciones que cubre cinco años”. Una vez pasado ese tiempo, el profesor menciona el concepto de “obsolescencia programada”, que empieza a partir del primer día que el móvil cumple el lustro. “Tu dispositivo, que va perfectamente, deja de recibir actualizaciones. Si además tampoco puedes cambiarle componentes, estás atrapado”, asegura.
A pesar de que Apple no es la única compañía que niega el derecho a la reparación de sus dispositivos, sí es la más agresiva en este aspecto. Luján, que compara el modelo de negocio de los de Cupertino al de Google, cree que se parecen pero no son iguales: mientras que unos hacen del hardware su principal fuente de ingresos, los otros, “a pesar de tener el Pixel o los Nexus, el dinero les entra vía publicidad”, dice. “A ellos les es más irrelevante el hecho de la experimentación sobre el propio dispositivo, pero a Apple, el mero hecho de plantearlo es ya un ataque frontal”, continúa el de Críptica.
Lujan, que no cree que se vaya a conseguir “nada” con las campañas del derecho a reparar, abre una ventana de oportunidad al hilo del tema medioambiental. “Me parece el único input que el Gobierno de EEUU podría escuchar”, dice. “¿Hasta qué punto la cuestión ecológica llega al extremo de que sea absurdo que nos vendan dispositivos que tienen incrustada ya la obsolescencia programada?”, concluye.