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Más allá de Google +: los desguaces tecnológicos del gigante de Internet en la última década

Esperanza Aguirre prueba las Google Glass en 2014.

Mario Escribano

2019 ha sido el año que ha certificado el fracaso de Google +. Con esta red social, la compañía buscaba hacerse un hueco en un sector copado mayoritariamente por Facebook, también propietaria de Instagram y WhatsApp.

Y es que la máxima no escrita de Silicon Valley es: si no eres el primero –o el segundo, a lo sumo–, prueba con otra cosa. El método prueba-error es la ley en el entorno ultracompetitivo californiano, donde las economías de escala también juegan un papel clave. Hasta no hace mucho, el lema de Mark Zukerberg lo ilustraba de forma clara: “Muévete rápido y rompe cosas”.

Pero Google + no ha sido el único fracaso de la filial de Alphabet en los últimos años, aunque probablemente sí el más sonado. Algunos proyectos fallidos de Google tienen una vida de meses, otros de años, y todos son recogidos por la plataforma Killed by Google [Asesinado por Google]. Según esta web de código abierto, Google ha cerrado 194 servicios desde su fundación en 1998. El grueso se concentra en la última década, la de mayor dominio y expansión de la tecnológica.

Detrás del proyecto está Cody Odgen, un desarrollador informático de Minnesota que cuenta con un centenar de colaboradores fijos –y otros tantos ocasionales– en todo el mundo. “Dependemos de ellos para la edición, corrección y para alertarme en Twitter cuando se anuncie el cierre de un nuevo producto”, comenta Odgen en conversación con eldiario.es.

Lo que le motivó a lanzar Killed by Google fue el cierre de Inbox, en marzo de este año. “Lo había estado usando durante unos cuatro años y estaba molesto, así que empecé a investigar cuánta rotación de productos de software tiene Google en su haber, y vi que podía ser una forma tanto de educar como de concienciar”, explica.

“La historia de sus cierres me ha acabado pareciendo fascinante, es a la vez inspiradora y temerosa. Quería ayudar a otros a entender que deberían elegir su software sabiamente porque la versión de Google de largo plazo es muy diferente de la definición que la mayoría de los consumidores tienen”.

Odgen asegura que nadie de Google ha contactado con él por este proyecto, que aún no ha alcanzado el año de vida. Eso sí, la propia compañía ha ironizado últimamente con la idea de cementerio de proyectos tecnológicos.

El pasado Halloween, el vestíbulo de la sede de Google en Seattle estuvo decorado con un cementerio en el que las tumbas correspondían a algunos de estos cierres, similar a la de Killed by Google. “No estoy segura de si es espeluznante o simplemente triste”, dijo entonces Dana Fried, ingeniera de la empresa, que compartió la imagen a través de Twitter.

En cualquier caso, los dos centenares de proyectos cerrados eran los que ya estaban en fase de comercialización, no aquellos que no llegó a ver el público, por lo que son solo la cima del desguace tecnológico de Google. En ocasiones se han integrado las funcionalidades en otras aplicaciones o se han reempaquetado con otro nombre. Otras han caído en el olvido por completo.

De hecho, seguramente la mayor parte de los lectores de este reportaje desconozca las siguientes incursiones de Google en sectores como las redes sociales, la mensajería instantánea o los videojuegos. Puede que ni les suenen nombres como Allo, YouTube Gaming o Clips. Esa es la razón de su cierre.

Google tiene un problema con las redes sociales...

Aunque con el método ensayo-error lo habitual es que no todos los proyectos salgan bien, también es cierto que hay algunos que, sin ser arriesgados en lo que a innovación se refiere, han supuesto un duro golpe para el historial de Google.

Es lo que ocurrió con Google +, una red social con muchos usuarios y sin apenas actividad: la mayoría lo era porque tenía asociada su cuenta de Gmail y apenas acudían alguna vez a ver qué pasaba en esta nueva plataforma. El 90% de los navegantes apenas pasaba más de cinco segundos en la red social, según explicó entonces la propia compañía.

Si esto ya parecía un motivo de peso, las revelaciones de The Wall Street Journal acabaron de tumbar el proyecto en un momento en el que la reputación de las redes sociales ya no pasaba por su mejor momento. Un “error de programación” dejó al descubierto los datos de medio millón de usuarios. Aunque Google lo descubrió en 2018, decidió no comunicarlo a los órganos reguladores para evitar el “interés regulatorio inmediato”.

No es el único proyecto fallido de Google en redes sociales. En 2014 también cerró Orkut tras diez años de vida. Es más, empezó de forma paralela al proceso de transformación de Facemash en Facebook, cuando Mark Zuckerberg todavía era estudiante de Harvard. La mayoría de tráfico provenía de Brasil y la India en el momento de cierre, aunque años antes tuvo un peso considerable en Estados Unidos y Japón.

El cierre lo motivaron otros proyectos parecidos que entonces parecían más pujantes para Google. Es el caso de Blogger, comprada en 2003, o YouTube, adquirida tres años más tarde por una razón obvia: Google Video no conseguía hacerle frente. Además, Google + era el gran proyecto en aquel entonces para la compañía, así que también acabó con Buzz.

Esta red social integrada en el propio Gmail murió dos años después de su nacimiento. Los continuos problemas que dio desde su lanzamiento favorecieron el cierre. La privacidad de los usuarios quedaba en entredicho por la propia configuración de la plataforma. Entre los aspectos más controvertidos, el hecho de que la información personal se indexara por defecto en el buscador.

Frente a estos antecedentes, parece que el gigante tecnológico no tira la toalla en la batalla por hacerse con una red social tan potente como la de sus competidores. Este verano, apenas unas semanas después de cerrar Google +, anunció que ya estaba probando con algunos usuarios una nueva herramienta llamada Shoelace.

... Y con la mensajería instantánea

La línea que separa las redes sociales de la mensajería instantánea es tan fina que muchos cuestionan si se puede diferenciar de forma clara. El caso es que, por ahora, Google tampoco ha podido hacerse un hueco en este sector, completamente dominado por Facebook –ya sea a través de WhatsApp o Messenger–, pese a que ha llegado a ofrecer servicios más completos que los de Zuckerberg (por ejemplo, los mensajes con caducidad o una interfaz más atractiva). El problema no suele ser tanto la oferta, sino conseguir que haya un movimiento masivo de usuarios dispuestos a cambiar de una aplicación a otra.

La última víctima ha sido Allo, lanzada en 2016 para sustituir a otros proyectos como Google Talk (2005-2013). El único servicio en activo de mensajería instantánea que queda es Hangouts, presentado en 2013, pero su cierre se ha anunciado para diciembre de 2020, aunque en este caso será en forma de remodelación.

En el mundo del correo electrónico, Google también ha tomado una decisión un tanto dolorosa para algunos usuarios, y es el fin de Inbox, con un lustro de historia. “No he podido encontrar una aplicación de correo electrónico que se acerque a lo que Inbox de Gmail ofrecía como medio para lograr la productividad y la paridad de funciones”, recuerda Odgen, el responsable de Killed by Google, que reconoce que fue “el cierre más sorprendente hasta la fecha”.

“Cambió fundamentalmente mi experiencia con el correo electrónico. Dejando a un lado las características internas de Inbox, su integración en otros productos de Google como Calendar, Tasks o Trips fue una experiencia que temo no volver a tener”, lamenta.

El mundo de los videojuegos también parece resistirse a Google. Este año ha cerrado YouTube Gaming, la división de gamers del portal de vídeos, que ha integrado sus contenidos como parte de la matriz. Al igual que en el caso de las redes sociales, Google va a persistir para entrar en el sector y ya ha abierto Stadia, una plataforma de videojuegos en streaming. Teniendo enfrente competidores como Sony o Microsoft, no parece que vaya a ser un camino de rosas.

Google Glass: mucho ruido, pocas ventas

Las Google Glass tuvieron dos embajadores inesperados en España: Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre. A principios de 2014, el entonces presidente del Gobierno y la presidenta del PP madrileño las probaron en varios eventos públicos. En aquel entonces parecía que iba a ser un gadget con futuro, tanto que la revista Time las incluyó como uno de los inventos del año.

Tenían un precio demasiado alto –unos 1.500 euros– y no habían sido desarrolladas lo suficiente como para estar a la venta. En apenas un año se les sacó del circuito comercial, aunque Google sigue explorando posibilidades con estas gafas. Los weareables, en todo caso, no han sido un fracaso solo de Google, sino más bien algo generalizado en el sector tecnológico, con tasas de abandono de los dispositivos nada desdeñables.

Con honrosas excepciones –como Chromecast o Google Home–, el hardware tampoco ha supuesto una de las ramas más atractivas de Google. Otros gadget futuristas que no han tenido recorrido alguno han sido los dispositivos de realidad virtual Daydream (2016-2019) y las “cámaras inteligentes” Clips (2017-2019).

Incluso aparatos de uso más cotidiano no han gozado de buena acogida. Son los casos de los ordenadores portátiles Chromebook Pixel (2013-2017), la línea de teléfonos, tabletas y accesorios Nexus (2010-2016) para Android o Project Ara (2013-2016), el intento de construir móviles modulares para facilitar la reparación y sustitución de piezas en caso de avería u obsolescencia.

El cierre de los míticos Reader y Picasa

Además de estos grandes grupos de proyectos similares, en el desgüace tecnológico de Google se puede encontrar de todo. Uno de los que más echan de menos muchos usuarios –incluso aseguran que nadie ha sido capaz de sustituir– es el agregador de RSS Google Reader (2005-2013), que permitía organizar y compartir información con otros internautas. Desde la empresa argumentaron que su cierre se debía a la falta de uso. Probablemente, su declive tenga mucho que ver con el auge paralelo de plataformas como Facebook o Twitter.

Entre los proyectos que han caído también se cuenta Google Wave (2009-2012), una herramienta de comunicación y edición colaborativa –similar a lo que se puede hacer hoy en Google Drive–, y Google Datally (2017-2019), que servía para controlar el consumo de datos móviles. También se incluye en esta lista los servicios que ahora ofrecen otras aplicaciones, como son los casos de Google Shorterer (2009-2019), un acortador de enlaces cuyas funciones han pasado a ser parte de Firebase, o el ya mítico editor de fotografía Picasa (2002-2016), que ha sido desplazado para dejar paso a Google Fotos.

Adiós a la primera empresa española que compró Google

Hubo un tiempo en el que al visualizar zonas transitadas o de interés en los mapas de Google Maps y Google Earth aparecían varios puntos que se correspondían con fotografías subidas por los propios usuarios. Se trataba de Panoramio, una aplicación creada por Eduardo Manchón y Joaquín Cuenca, que se convirtieron en los primeros españoles en vender una empresa a Google, allá por 2007.

Se trató de uno de los pocos proyectos de interacción entre usuarios que tuvieron buena acogida en Google. Tanta, que cuando el gigante tecnológico quiso cerrar Panoramio en 2014, tuvo que aplazar la decisión tras las protestas de los internautas que compartían allí sus fotografías.

Tras darles unos meses para guardar sus contenidos, Panoramio decía adiós definitivamente y sus funciones pasaban a ser parte de Google Street View, aunque ya tenga poco que ver con la idea y funcionalidades de un principio. Curiosamente, mucho más parecidas a las de las redes sociales. “Nos duele en nuestro corazoncito, pero este tipo de flujos económicos son normales”, reconocía el propio Manchón en una entrevista en Carne Cruda tras el cierre. Allí también recordó cómo funciona el sector tecnológico: “Es muy complicado quedarse en pequeñito. O te conviertes en grande o te devoran”.

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