UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
Reivindicar la identidad palestina, una forma de resistencia pacífica
Todos tenemos una historia que contar, una tierra en la que vivir y una herencia cultural. Pero la memoria de los palestinos y palestinas supone algo más. Preservar su identidad es una de una forma de supervivencia, dignidad y resistencia. “Cuando abrimos los libros de historia sentimos el alma de las generaciones pasadas. Nosotros que fuimos expulsados de nuestras ciudades y pueblos debemos documentar y escribir nuestra historia para que no se pierda”, comenta Samir Elshereef.
Samir Elshareef, tiene 63 años y es refugiado de Palestina nacido en el campamento de refugiados y refugiadas Shati, en Gaza. A Samir le apasiona buscar la herencia palestina. Posee alrededor de 400 antigüedades únicas y diferentes utilizadas por generaciones anteriores de palestinos, así como prendas de vestir y accesorios. Esta pasión le llevó a investigar cada vez más sobre su identidad y orígenes en Almajdal, el pueblo en el que vivía su familia antes de la Nakba.
La Nakba es el episodio histórico en el que la población palestina fue forzada a abandonar sus tierras por el ejército israelí en 1948. Más de 700.000 personas fueron expulsadas de sus hogares tras la guerra Árabe-Israelí y se convirtieron en refugiadas. Esta catástrofe, como la llaman los palestinos y palestinas, sigue perpetuándose tras casi 75 años.
Hoy en día son más de 5,7 millones que siguen esperando una solución justa y definitiva a su situación.
“Mis padres atravesaron un momento muy difícil cuando se vieron obligados a dejar su tierra natal en 1948. Yo buscaba detalles que consolaran la nostalgia y recordé la tradicional lámpara de queroseno de mi abuelo y ahora la guardo en un rincón de mi casa”, afirma Samir.
La Nakba está viva en todos los niños y niñas que viven bajo ocupación en Cisjordania o bajo el bloqueo en Gaza y en todos los refugiados y refugiadas de Palestina condenados a la vida en un campamento en Siria, Líbano y Jordania. Pero la ocupación no amenaza solo al territorio palestino, sino también a su cultura y, por lo tanto, a su identidad.
La cultura habla de quiénes somos, de dónde venimos y cómo nos comportamos. Forma parte de nuestro ADN y constituye nuestra identidad desde que nacemos. Es necesaria para identificarnos con un origen y, cuando se vive fuera de tu país, representa una carta de presentación que nos permite recordar, compartir y sentirnos en casa. Incluso cuando no hay una casa a la que volver.
Así comenzó también a documentar las historias de su familia y de la propia Palestina desde aproximadamente el año 1680 hasta día de hoy. Fruto de sus investigaciones publicó su primer libro en 2019 titulado ‘Sharif Family History and Men’.
“Este libro es para la familia Sharif, pero también para la comunidad de AlMajdal que tuvo que abandonar su hogar y para todos los pueblos y ciudades de Palestina”, comenta orgulloso Samir que se ha documentado principalmente con el registro civil palestino.
“En el año 2000 me comprometí a traducir documentos y registros al árabe. De esta forma ofrecía a los palestinos y a las nuevas generaciones la posibilidad de conocer sus orígenes”.
Actualmente, Sameer ha terminado 24 publicaciones creando un valioso registro de la memoria histórica de su pueblo. Recordar los orígenes es la manera de reafirmar una identidad. En el caso de Palestina es determinante, en un territorio bajo ocupación, la defensa de la cultura e identidad es una forma de resistencia.
Todos tenemos una historia que contar, una tierra en la que vivir y una herencia cultural. Pero la memoria de los palestinos y palestinas supone algo más. Preservar su identidad es una de una forma de supervivencia, dignidad y resistencia. “Cuando abrimos los libros de historia sentimos el alma de las generaciones pasadas. Nosotros que fuimos expulsados de nuestras ciudades y pueblos debemos documentar y escribir nuestra historia para que no se pierda”, comenta Samir Elshereef.
Samir Elshareef, tiene 63 años y es refugiado de Palestina nacido en el campamento de refugiados y refugiadas Shati, en Gaza. A Samir le apasiona buscar la herencia palestina. Posee alrededor de 400 antigüedades únicas y diferentes utilizadas por generaciones anteriores de palestinos, así como prendas de vestir y accesorios. Esta pasión le llevó a investigar cada vez más sobre su identidad y orígenes en Almajdal, el pueblo en el que vivía su familia antes de la Nakba.