MasterChef Celebrity 7 emite la noche de este lunes su cuarta gala en La 1 de TVE. Tras despedirse de Emmanuel Esparza, Eduardo Rosa y Ruth Lorenzo, el show culinario con famosos sigue adelante y definiendo algunos de los favoritos del público.
Entre ellos está Lorena Castell, con la que pudimos hablar aprovechando la presentación del programa en el pasado FesTVal de Vitoria. Como con Nico Abad, María Escoté, Patricia Conde o Norma Duval; charlamos con la también colaboradora y presentadora de Zapeando en laSexta para conocer cómo había llevado esta nueva aventura televisiva.
¿Qué sabías hacer en la cocina antes de entrar a MasterChef?
Yo era de microondas con el recipiente de silicona. Que no es que yo calentara solo platos al microondas, no. Yo lo meto en el Lékue, y ahí tú le pones tu poquito de hojita de laurel, tu romero... así que la base la tengo [ríe]. Yo me daría una puntuación de entrada a MasterChef de 3 sobre 10. Tengo una familia que en mi casa son super cocinillas, mi madre cocina de locos y le encanta. Y yo tengo muy buen paladar porque siempre he comido muy bien. No alta cocina, que es una cosa por la que me he interesado hace muy poco, pero comida casera y tradicional muy buena. Y te das cuenta de que esto te da cierta ventaja porque quizás sabes más de lo que creías. Lo que pasa es que yo llevo ya casi 10 años trabajando en programas de mediodía, así que no he cocinado en mi casa un potaje. Como todos los días en la cocina de Zapeando, y ensaladas. Y es verdad que al no cocinar, sobre todo las comidas de mediodía, te hace perder mano.
¿A ti te ha ayudado Miki Nadal, como nos dijo Patricia Conde?
¿Que le ha ayudado Miki? ¿A qué? [Ríe].
Bueno, más bien le animó, simplemente.
Miki ni a mí ni a Patricia. Nos dijo: “Id, y disfrutad. Y poneos las pilas”. Porque es verdad que tú tienes un nivel, pero no nos engañemos: si quieres llegar lejos en MasterChef, tienes que dar clases y currártelo. Buscarte una profesora, un chef, o lo que sea. En esta edición creo que entre nosotros no ha habido mucha estrategia de mentirnos y tal. Tenemos un grupo en WhatsApp, y cada vez que íbamos a unas clases compartíamos los vídeos de cómo se hacen las cosas. Hemos compartido muchísimo. Si alguien no podía ir a una clase de lo que fuera, se lo grabábamos. En ese chat, todos hemos tenido toda la información, aunque alguno no pudiese venir. Yo sé que en otras ediciones no se han pasado esos vídeos, porque cada uno toma sus apuntes y punto. Pero esta sí que ha sido una edición de darnos ideas, porque al final el crecimiento de uno es el del otro, aunque luego llegue un momento en el que tienes que competir. Eso mola compartirlo.
¿Eso se ha mantenido?
Es que incluso gente que ha ido saliendo del concurso, ha seguido recibiendo y dando esa información, porque ha seguido estando ahí. Que no porque te hayan “fumigado” te vas a quedar sin la información.
Al final no puedes crearte un personaje
Has estado en LoL, El Desafío, ahora en MasterChef... ¿Qué Lorena muestras en el programa?
Ya he pasado por muchos programas y todos han sido una experiencia similar, pero yo soy yo en estado puro: muy mandona, riéndome de todo, dando una voz de vez en cuando... al final no puedes crearte un personaje.
¿Has mostrado una cara más vulnerable?
Uy, soy un cuadro. Soy una persona inestable mentalmente, lo he dicho muchas veces durante el concurso: ¡Menos mal que voy a terapia, porque me hubiera explotado la cabeza!
¿Qué tal ha sido tu relación con los jueces?
Los comentarios fáciles que te regalan el oído no te hacen evolucionar, no te ayudan, pero las críticas siempre son constructivas. A los tres les tengo un cariño increíble y he agradecido, aunque estuviera en un momento vulnerable, las críticas duras. Es algo que te hace crecer.
¿Cómo has llevado los bajones emocionales del programa, los momentos de más estrés?
Muchos compañeros han dicho que es muy duro. Y lo es el ritmo de trabajo, porque son muchísimas horas, pero también es muy bonita la comunión que se genera entre toda la gente y nos convertimos en una piña, una familia. Las movidas estas de reality que se meten todos en una casa y dicen eso de 'todo se magnifica', aquí también ha pasado sin estar encerrados.
¿Sales reforzada de esta aventura?
MasterChef me ha arruinado la vida porque soy una persona que me he conformado siempre con una cocina normal [ríe]. No lo he valorado tantísimo hasta ver cómo se sufre para cocinar una miniatura durante tres horas para que después te digan que está salado. Valoras más lo que es la cocina, pero ahora cuando vas a comer a cualquier otro sitio me da mucha rabia porque te vuelves como 'tiquismiquis', porque tu nivel gastronómico ha crecido.
Ha habido pruebas que yo preguntaba: ¿De qué van?
¿Cómo has vivido la competitividad?
Es un programa en el que mola arriesgar, divertirte con los alimentos que tienes. Y los que somos un poco más inconscientes a la hora de cocinar y nos importa un bledo mezclar curry con carne y con no se qué, a lo mejor tenemos menos prejuicios, y eso a mí me ha funcionado. He arriesgado con algunos platos que pensé que iban a ser un asco, y luego me decían que estaban buenos. Mola no ponerte barreras a la hora de cocinar, y he visto cómo compañeros que tenían una cocina muy básica como la mía, han hecho platos alucinantes.
¿Han volado muchos cuchillos entre los compañeros?
A mí no me parece que haya sido una edición de muchos cuchillos. Es verdad que cuando tú entras lo que quieres es evolucionar, crecer, y que los otros se vayan antes que tú. Pero no es una cuestión de competitividad, sino de supervivencia. Tienes que desplegar todas tus artes y ser un poco 'aguililla', porque no a todo el mundo se le da bien la cocina, hay gente que cree que no y luego resulta que tiene mano, otra que cree que tiene un nivel increíble y luego no... Lo bueno de este programa es que todo el mundo tiene las mismas posibilidades de aprender y de crecer.
¿Hay mucha fuerza femenina este año?
Yo he pedido una final femenina, pero no sé si la tendremos. Yo veo muchas tías, creo que puede ser muy guay, venimos de un precedente del año anterior que fueron Miki y Juanma, y creo que dos tías también molaría mucho. Pero es todo muy impredecible, van pasando cosas y la gente viene y va en este programa. No porque tú te creas el mejor vas a llegar a la final, ni por ser el peor te vas a quedar al principio.
¿Has tenido dificultades con las pruebas?
Ha habido pruebas que yo preguntaba: “¿De qué van?” [ríe]. De verdad, en algunas te daban ganas de decir: “¿Pero usted ha visto el nivel culinario que yo tengo? Esto es imposible”. Son pruebas muy heavies, con unos chefs que vienen y tienen un nivel brutalísimo, unas pruebas de repostería que te quedas loco. Y no solo las pruebas y los retos, también alimentos gigantes. Es que... ¡tú filetéate un rodaballo! ¡Lo hemos pasado fatal! [ríe].