#8M 2020
Rosa María Calaf: “La TV retrocede al ver a la mujer como objeto de deseo a poseer, y no sujeto a respetar e imitar”
Pionera, humilde y enérgica hasta la médula. Rosa María Calaf lleva desde los 15 años haciendo lo que no se espera que haga. Siendo adolescente en los años 50, pasó veranos en Francia o Estados Unidos. Aquellas salidas le permitieron conocer que “fuera de aquella España oscurantista, represora, gris y terrible de la dictadura, las cosas eran diferentes”. Pronto supo que quería hacer carrera diplomática.
Empezó a estudiar Derecho, en una facultad donde una de las primeras batallas que libró junto a sus escasas compañeras fue poder “ir en pantalones”. Se apuntó también a periodismo en la incipiente Escuela Oficial de Barcelona. Daban clase en un piso de la Rambla. Un lugar en el que “el profesorado era en general muy afín al régimen”, recuerda.
Con algo de suerte y mucho empeño, Calaf consiguió la oportunidad de entrar en TVE en 1970. Allí fue donde se dio cuenta de lo que quería hacer: ser reportera internacional y corresponsal. Por supuesto, lo consiguió. Así lo corroboran sus estancias en Nueva York, Moscú, Buenos Aires, Roma, Viena, Hong Kong y Pekín. Antes, eso sí, tuvo “que pelear los espacios cada día, y reportaje a reportaje”.
Su talento y lucha le han convertido en una de las grandes referentes del reporterismo en nuestro país y ahora, a sus casi 75 años, sigue siendo una “trotamundos” que inyecta fuerza con cada una de sus palabras.
¿Cómo fue la prueba con la que consiguió entrar en TVE?
Salí convencida de que no me iban a coger, por ir de subversiva. Dije que quería hacer televisión porque creía que los medios eran importantes para la sociedad, y también porque pensaba que no había ninguna razón por la que hubiera programas para hombres y para mujeres, cuando a las mujeres nos interesaban exactamente los mismos temas. Y además, que nosotras podíamos hacerlos: política, economía, etc. Tiene su gracia, porque entré con mi mensaje de género y una de las primeras cosas que me hice fue un desfile de moda.
En más de una ocasión ha defendido que el periodismo es un pilar fundamental para construir modelos y sociedad. ¿Qué poder ejerce sobre la lucha por la igualdad?
Una sociedad democrática de calidad y una sociedad libre sólo puede serlo a base de tener conocimiento. Y el conocimiento se adquiere con la educación y la información. Una información rigurosa, comprometida, honesta, plural, que te permita formarte una opinión con la que después vas a tomar decisiones.
Cualquier tema que implique la lucha por derechos, como la igualdad, tiene que ver con qué tipo de periodismo hagamos, qué tipo de información proporcionamos a la sociedad para combatir los modelos que van en detrimento, frenan y cercenan el ejercicio pleno de la igualdad de todas las personas. De lo que haga el periodismo y cómo se haga la información dependerá muchísimo que las sociedades avancen o no. Es esencial al derribar estereotipos, penetrar silencios, visibilizar lo invisible y contar lo que se calla.
"El periodismo es esencial para derribar estereotipos, derribar silencios, visibilizar lo invisible y contar lo que se calla"
¿En qué punto diría que se encuentra ahora el periodismo?
La situación actual del periodismo responde a lo que está pasando en general. Hay serios retrocesos en derechos obtenidos, acompañados de mensajes que van en su detrimento. Lógicamente esto implica que haya un caballo de batalla de esas fuerzas, contrarrevoluciones que tienen que ver con la lucha por la igualdad de género.
Aun así, hemos avanzado muchísimo desde que yo empecé, en número; pero en calidad de los espacios conseguidos mucho menos. No estamos en la proporción que deberíamos en espacios de opinión o de dirección dentro del mundo mediático. Esto es una anomalía. Tiene que ver con que algunos no entienden que esta es una lucha por aprovechar los talentos, las capacidades y los esfuerzos de todos; y no de solo la mitad. Y no que por nacer con un sexo determinado esté marcado que uno tiene que estar por encima del otro.
¿Qué papel desempeña hoy en día la mujer en televisión?
Generalizar es siempre injusto y peligroso, pero la tendencia es que la situación de la mujer, de nuevo, no avanza con el ritmo lógico que debería. Sobre todo en el ámbito visual, se está retrocediendo al considerar a la mujer un objeto de deseo, a poseer. Pero no un sujeto a respetar y a imitar. Esto es lo que más cuesta que cambie. Hay muchísimas prácticas de seguir considerando y colocando a la mujer en un papel secundario, un papel de uso y no de protagonismo. De no reflejar la realidad. De seguir sobrevalorando lo masculino e infravalorando lo femenino.
La mujer es un pilar fundamental en la construcción social. Si avanzan las mujeres, avanzan las sociedades. Por lo tanto, esto no es algo que interese solo a las mujeres o que sea 'cosa de mujeres'. Es 'cosa de personas' y de querer que se beneficie todo el mundo. Una sociedad que cuente con todos va a ser siempre mejor que una que cuente con la mitad.
"En el ámbito audiovisual se está retrocediendo al considerar a la mujer como un objeto de deseo a poseer, pero no un sujeto a respetar e imitar"
¿Por qué se está dando este retroceso? ¿Qué debe cambiar para que la situación mejore?
Ha ocurrido siempre en la historia de la humanidad. Siempre que hay un avance, algunos lo ven como un perjuicio. Esto deriva en que hay una reforma y una contrarreforma. Se consiguen una serie de logros, y aparecen fuerzas que los quieren frenar. Hay un momento en el que se dice: “¿qué más queréis? Tenéis acceso a la universidad, al mundo laboral, podéis entrar y salir, viajar solas, etc. Ya está conseguida la igualdad”. Pero no es verdad. Está conseguida sobre el papel, pero no en el imaginario colectivo.
Esto significa que hay que educar en igualdad, a pesar de las resistencias que no quieren una sociedad igualitaria porque consideran que les perjudica. Buscan cualquier tipo de falacia para llevarse el agua a su molino. Se desvirtúa lo que es la lucha feminista, se ridiculiza y desacredita con distintos métodos. No quiero una sociedad mandada solo por mujeres, pero es que tampoco quiero una mandada solo por hombres.
A menudo surge el debate de qué hacer con las burradas que lanzan, entre otros, determinados partidos políticos de extrema derecha. ¿Debemos “informar” sobre ellas o sería mejor no nos hiciéramos eco de nada?
Es complicado porque no creo que haya una fórmula. Hay que ponerlas en el estricto valor que tienen. Depende de quién lo diga y cómo lo diga no hay que hacer caso porque es lo que se busca. Hacer ruido y que ese ruido se oiga. Si el ruido no se amplifica, ahí se queda. Esto ahora con las redes es muy difícil, porque al igual que la tecnología es una herramienta magnífica de conocimiento y de desenmascarar mentiras, al mismo tiempo lo es de instalarlas. Hay que contrarrestar con buena información y datos; y nunca repetir lo que se dice porque entonces sí que les estás dando el espacio que quieren.
Y sobre todo, hay que eludir el enfrentamiento por el enfrentamiento porque ya es bastante grave la cultura del enfrentamiento que se ha generado, y esta especie de perfeccionamiento de la discordia permanente. Es muy nocivo. No se puede estar creando sociedad siempre en negativo. Hay que darle la vuelta. Estamos en un momento complicado para adaptar unas prácticas que se están extendiendo mucho, que calan porque es un caldo de cultivo de una educación muy precaria y educación democrática deficiente.
Habiendo sido durante tantos años y países corresponsal, ¿con qué problemas se ha encontrado por el hecho de ser mujer?
Me he encontrado con muchísimas más dificultades que si hubiera sido hombre. Para empezar, me costó más años poder llegar a serlo; y [refiriéndose a todas las compañeras] tuvimos y tenemos que demostrar nuestra capacidad permanentemente. Cuando hay un nombramiento de una mujer, por ejemplo, siempre es algo cuestionable. En el caso contrario, no.
También ha dependido del lugar en el que estuviera destinada. No es lo mismo trabajar en China que en Estados Unidos. En países fundamentalistas y tremendamente patriarcales tenía mucha más dificultad para trabajar, para acceder a entrevistas porque muchas veces no querían hablar contigo. Además de la dificultad de no poder entrar en determinados lugares, de verte obligada a vestir de formas precisas y generalmente humillantes para una mujer libre.
La dificultad se acrecentaba en zonas de riesgo, en los que ser mujer era un riesgo añadido al que corría un compañero varón. En el caso de las mujeres, siempre se sexualiza. Recuerdo que en Centro América me dijeron que a los hombres los matan por lo que hacen por ser periodistas, a las mujeres nos matan por lo que somos, y primero nos violan.
¿Y como ventaja?
Por contra, ha sido una ventaja para poder moverte y entrar en el mundo de las mujeres. En la esfera femenina es donde realmente te enteras de la vida diaria y ves lo que pasa en la sociedad. Te permite entender. En la otra parte, muchas veces te queda con la versión oficial, con lo que se quiere que sepas. En lugares de violencia y abuso extremo contra las mujeres, es más fácil que otra mujer te cuente lo que le ha sucedido.
Estar en el ámbito femenino te hace darte cuenta de que la mujer está discriminada en todas las culturas, reprimida en muchísimos lugares y oprimida en otros muchísimos. Hay una gradación de la supeditación de la mujer al hombre.
"A los hombres los matan por ser periodistas, a las mujeres por lo que somos, y primero nos violan"
Por desgracia, usted misma vivió un intento de violación.
Sí, es algo que solo conté para unos libro que escribían unos colegas, no hablé de ello durante muchísimos años. Aquello ocurrió en la antigua Yugoslavia [en 1996], muy al final del conflicto de los Balcanes, cuando ya no había violencia directa. Me parecía tremendo hablar de mí cuando había habido miles de mujeres violadas y asesinadas. Me parecía un insulto el remotamente mencionar que yo hubiera tenido un problema. A mí nadie me obligaba a ir allí. Sabía perfectamente a lo que me arriesgaba. Sin embargo, ellas estaban allí y no se podían marchar.
Lo importante es lo que les pasa a las mujeres que viven allí. La sociedad es la que sufre todo esto y lo sufre muchísimo más que nosotras. Es importante exigir que se proteja a los periodistas y, por tanto, a las mujeres periodistas en el aspecto que signifique una sexualización de los ataques. Lo que se no puede aceptar, como pasó a raíz de las revueltas árabes donde hubo muchos abusos y problemas con compañeras, es decir que “no hay que mandar a periodistas a lugares”. No perdona, nos ha costado mucho cubrir todo tipo de información y lo que hay que hacer es exigir responsabilidades. Tener una posición activa para que no suceda.
Recuerda a comentarios que se escuchan cuando hay casos de violación y abusos sexuales, como si la culpa fuera de la víctima casi por salir de casa
Es lo que dicen los que empujan el retroceso. Que si “cómo iba vestida” o es que “salió noche”. Perdone, ¿a que usted también sale de noche y nadie le pregunta cómo va vestido? ¿Por qué yo tengo que tener miedo? Yo no voy a hacer nada, a mi me lo van a hacer.
La entrevista - Rosa María Calaf
Por último, ¿qué supone para usted este 8M?
El impulso que dio el me too es siempre positivo y todo lo que ha sucedido. De la sentencia de Weinstein a la disculpa con la boca pequeña de Plácido Domingo. Demuestra que no era una cuestión de cuatro locas que no se habían enterado de nada, o unas radicales como querían hacer ver. Es un tema muy profundo, que tiene que ver con un modelo social de abuso y superioridad injusta de un grupo sobre otro. De normalizar lo que no es normal. Hay que seguir alerta y seguir luchando porque hay que seguir avanzando. Hay que impedir que se retroceda.
El único riesgo es banalizar el mensaje. Que a base de repetir la manifestación acabe siendo una costumbre y acabe siendo incorporado casi como una moda. No desvirtuemos el mensaje. Dejemos claro que estamos hablando de derechos y de igualdad de oportunidades. Esta no es una lucha de mujeres para las mujeres. Es muy importante que sea también una lucha de los hombres. Es una lucha social por una mejor sociedad para todos.