Con 10 temporadas y un sinfín de muertes a sus espaldas, The Walking Dead se ha ganado a pulso ser una de las series más violentas de la televisión. Hasta el punto de desafiar, cuando no sobrepasar, los límites de la violencia en la pequeña pantalla.
Sobre ello ha reflexionado en los últimos días Andrew J. West, quien diera vida a Gareth en la serie de AMC. En una entrevista en el podcast Talk Dead to Me, el actor ha reivindicado la libertad que han tenido los creadores de la ficción zombi a la hora exponer imágenes impactantes y sangrientas en diferentes episodios. Por ejemplo, en la quinta temporada, cuando Rick Grimes ejecutó a todos los supervivientes de La Terminal.
“Todas las líneas se borraron y de repente te preguntas: '¿Qué está bien en este mundo? ¿Qué no está bien? ¿Cómo calibras cualquier tipo de brújula moral?'”, se cuestionó West durante la conversación. “Jugó con la idea de los héroes y los villanos, complicó las cosas, eso fue lo genial de ese arco y de la serie en general”, apuntó. “Fue horrible”, remarcó también sobre ese capítulo.
Andrew J. West también rememoró la sangrienta escena de la muerte de Sam, quien es asesinado por un miembro de La Terminal en el capítulo titulado No Sanctuary, de la quinta temporada. “Recuerdo haber filmado esa escena en la que mis secuaces le cortan la garganta a los muchachos. Greg Nicotero dirigía ese episodio y recuerdo que me acerqué a él y le dije: '¿Esto se va a emitir? ¿Cuánto de esto vamos a ver?'”, recordó West, que admite que creyó imposible que AMC se atreviera a emitir las secuencias. Según el actor, la violencia del episodio “no era gratuita”, sino que preparaba al espectador para “lo que vendría” en el resto de temporada.
El intérprete defendió la crudeza de estas escenas, especialmente la muerte de su propio personaje. “Fue demasiado sangrienta. Estuve sacando sangre falsa de mi oído durante semanas después de eso”, bromeó.