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Road trips otoñales: seis rutas panorámicas por algunas de las carreteras más bonitas de España

Vista aérea de una carretera con colores otoñales de los Pirineos

Roberto Ruiz

Cuando el otoño empuja con fuerza, la naturaleza que nos rodea se transforma. Desde mediados de octubre los paisajes cambian de manera asombrosa, y los tonos verdes del verano dan paso a una variada paleta de amarillos, ocres, naranjas y rojos. Los días comienzan a acortarse, el aire se vuelve más fresco, las lluvias toman protagonismo y el suelo de los bosques se cubre de un manto de hojas que crujen bajo los pies. Es el momento perfecto para escapar de la rutina y salir a recorrer carreteras que parecen diseñadas para ser disfrutadas en esta época del año.

En bosques caducifolios como robledales y hayedos los colores se vuelven intensos, pero también allí donde hay castaños, chopos y álamos. Con ellos el espectáculo otoñal está servido. Cada rincón ofrece una postal diferente, en montañas o valles, alrededor de carreteras que serpentean por el paisaje recorriendo pequeños pueblos en los que siempre merece la pena parar.

De manera que, si quieres disfrutar del otoño de una forma diferente, te proponemos seis rutas por carretera que recorren algunos de los paisajes más bonitos y pintorescos de España. Cada una a su manera, ofreciendo algo especial, para que veas cómo destinos tan diferentes entre sí como Picos de Europa, el Valle del Jerte, el Val d'Aran o la Sierra de la Demanda, se rinden al otoño para que tú te deleites kilómetro tras kilómetro.

Val d'Aran, en Lleida

Tomando Vielha como punto central, y partiendo la carretera C-28 hacia el Este y la N-230 hacia el Oeste, el Val d’Aran puede regalarnos unas de las mejores estampas cuando el otoño llega al Pirineo leridano. Los tonos naranjas, ocres y dorados dominan el paisaje, mientras que las cumbres rocosas de la cordillera pirenaica ponen un telón de fondo majestuoso a nuestra ruta. Los puntos más altos de la carretera, como el puerto de la Bonaigua que nos lleva a Pallars Sobirá, son la parada ideal para estirar las piernas e intentar alcanzar el horizonte con la vista. 

El Val d’Aran es también conocido por sus pintorescos pueblos de montaña, como Vielha, Bossost, Salardú, Bausén, Artiés, Bagergue, Unha o Garós, con sus casas de piedra y tejados de pizarra, tan característicos de la arquitectura tradicional aranesa. La mezcla de naturaleza salvaje y cultura montañesa hace de esta ruta una de las más completas para disfrutar del otoño en los Pirineos.

Ruta del Alto Nalón, en Asturias

En el corazón del Parque Natural de Redes, la carretera AS-117 ofrece una experiencia otoñal majestuosa en suelo asturiano. Este tramo de carretera, que sigue el curso del río Nalón, está flanqueado por espesos bosques de hayas y robles que, en otoño, se transforman en una explosión de colores. El paisaje es particularmente atractivo en esta época del año, con montañas que se visten de dorado, prados que se mantienen verdes y montañas que se cubren de nieve conforme nos acercamos al invierno. Es una ruta ideal para los amantes de la naturaleza y la fotografía ya que cada curva revela una nueva perspectiva del paisaje.

Si partes desde el Puerto de Tarna, en la frontera con León, y recorres la carretera hasta, por ejemplo, Langreo, a tu paso encontrarás pueblos como La Foz, Coballes, Abantro, Anzó o Pola de Laviana, aunque quizá tampoco quieras pasar por alto Campo de Caso para aprovechar y dejarte conquistar por algunas de las delicias más típicas de la rica gastronomía asturiana.

Sierra de la Demanda, en Burgos y La Rioja

La Sierra de la Demanda, situada entre Burgos y La Rioja, ofrece una bonita ruta si queremos disfrutar del otoño desde la carretera. A lo largo de vías como la BU-820, la LR-113 o la LR-415, te encontrarás rodeado de bosques con una vegetación cambiante, pudiendo encontrar hayas, robles y castaños, mientras que las coníferas pueblan las zonas más altas. Si quieres estirar las piernas dando un paseo hasta un lugar muy especial, no te pierdas los robledales de la pradería de Tolbaños, donde encontrarás enormes ejemplares centenarios.

Una parada imprescindible en esta ruta es el pueblo de Ezcaray, en La Rioja. Un lugar encantador que combina a la perfección cultura y naturaleza, con una arquitectura tradicional que se mimetiza con el entorno y una oferta gastronómica que invita a degustar los platos típicos de la región. Al otro lado, en Burgos, Pradoluengo es famoso por su tradición textil y su entorno natural, de manera que ambos son perfectos para hacer una pausa y disfrutar de la tranquilidad que caracteriza esta zona en otoño.

N-260, en los Pirineos

Vamos a lo grande y hablamos ni más ni menos que de la N-260, la carretera nacional que comunica las poblaciones de Portbou, en Girona, y Sabiñánigo, en Huesca, recorriendo la falda de los Pirineos. Tiene 500 km de longitud, así que tampoco te vamos a decir que la recorras entera, pero al menos sí es altamente recomendable conocer algunos de sus tramos más bonitos. La N-260 atraviesa a su paso montañas, valles y frondosos bosques, muchos de ellos poblados por hayas y robles que aportan una nota de color al paisaje en cuanto llega el otoño. 

También conocida como ‘eje pirenaico’, la N-260 está plagada de miradores en los que parar a disfrutar de las vistas. Pero si a las panorámicas del viaje quieres añadir algún que otro pueblo de especial interés, aunque hay muchos, presta atención a Aínsa, perfectamente conservado, Besalú, Vallfogona de Ripollès o la Seu d’Urgell. 

Valle del Jerte, en Cáceres

Seguro que conoces el Valle del Jerte por sus cerezos. En primavera se vuelve el destino de moda por la exuberante floración de sus árboles, pero en otoño ofrece un espectáculo igualmente impresionante y mucho menos conocido. La carretera N-110 que recorre el valle se convierte en una de las mejores rutas otoñales de Extremadura, y es que los cerezos, castaños y robles que pueblan el valle adquieren tonos rojizos y dorados, que contrastan con verdes persistentes y gargantas por las que corre el agua.

Este momento aquí es conocido como la ‘otoñada’ y la transformación del paisaje va acompañada por un buen número de actividades que se llevan a cabo en muchos de sus pueblos. Cabezuela del Valle y Jerte, ambos con un marcado carácter rural y rodeados de senderos que te invitan a caminar por el bosque, son algunos de los municipios que no te debes perder. Así tendrás la oportunidad de descubrir que si el Valle del Jerte es famoso en primavera por sus cerezos, en otoño lo es por sus castañas.

Puerto de San Glorio, en León y Cantabria

La carretera N-621 y el paso de San Glorio es una de las rutas más espectaculares para disfrutar del otoño en los Picos de Europa. Esta carretera cruza las montañas que separan León de Cantabria, ofreciendo espectaculares panorámicas a un lado y a otro. A medida que te adentras en el paisaje montañoso la carretera se rodea de una amplia paleta de colores otoñales. Y desde la altitud del puerto, a 1.609 metros sobre el nivel del mar, conseguimos una de las vistas más sobrecogedoras del macizo montañoso.

Es una carretera ideal para detenerse en algún mirador, como el del Corzo, respirar aire fresco y contemplar la inmensidad de las montañas. Potes, un pueblo medieval lleno de encanto y perfecto para explorar el valle de Liébana, puede poner el límite de la ruta en Cantabria, mientras que Riaño, conocido por sus impresionantes vistas sobre el embalse rodeado de montañas, puede marcar el otro extremo en tierras leonesas.

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