Sánchez impone al PSOE evitar el cálculo partidista en la crisis valenciana para legitimar la acción del Gobierno
Ni autocrítica ni empatía ni perdón. Carlos Mazón compareció en las Corts valencianas el viernes, cuando ya habían transcurrido 20 días de la tragedia provocada por la DANA en la que murieron más de 200 personas. Y lo hizo para descargar la culpa sobre “el sistema”. Sobre todo el sistema. Sin asumir la responsabilidad que le correspondía. Convirtió a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) en chivo expiatorio con mentiras, inexactitudes y manipulaciones al acusar a la entidad de someter a la Generalitat a un apagón informativo “de dos horas y media” que nunca existió.
Llámenlo bulo, mentira o desinformación porque la CHJ envió hasta 194 avisos relacionados con las riadas al Centro de Coordinación de Emergencias de la Comunitat Valenciana. Los correos, adelantados por este diario incluyen alertas sobre el aumento de las lluvias en Chiva, cabecera del barranco de El Poyo causante de buena parte de la catástrofe. Sesenta de esos mensajes fueron remitidos mientras Mazón comía y compartía sobremesa con una periodista en un restaurante para ofrecerle la dirección de la televisión autonómica. O eso ha dicho en la enésima versión sobre su desaparición durante las horas críticas.
Ni la catástrofe era inevitable, como vino a sugerir Mazón, ni fallaron todos los protocolos, como demostraron la Universidad, varias empresas y algunos ayuntamientos, que sí hicieron caso de las alertas y evitaron así, con seguridad, que aumentase el número de muertos. El único que no estuvo en su sitio y que además desatendió las alertas fue el máximo responsable de la Generalitat. Quien más alto y más claro lo ha dicho estos días ha sido su antecesor al frente de la presidencia del Consell, el socialista Ximo Puig, para quien “los protocolos y el sistema no fallaron, falló la gestión”. Algo que de forma tajante no ha dicho aún el Gobierno de Sánchez, a pesar de que Mazón ha roto la estrategia con la que en los primeros días escenificó un ejercicio de buenrollismo con el Gobierno de España, que en ningún momento fue seguido ni por Feijóo ni por la dirección nacional del partido.
A Génova -que desde el primer día ha dado por amortizado a Mazón- y al president de la Generalitat ya solo les une el empeño de endosar la culpa a Teresa Ribera y la ruptura de todos los códigos institucionales y morales, tal y como demostraron esta semana en Bruselas al embarrar la designación de la vicepresidenta como comisaria europea aun a riesgo de romper los consensos establecidos en el Euro parlamento para la configuración del nuevo colegio de comisarios.
Hacía días que en las filas socialistas se escuchaban algunas voces que, aunque tibias, pedían mayor contundencia al Gobierno para defenderse de los ataques de la derecha, pero en La Moncloa no están por la labor de echar más lodo a la ciénaga en que el PP ha convertido esta crisis de barro y muerte. “Seguiremos con la contención de la crítica”, sentencia un ministro que cree que son los valencianos, y no el PSOE, los que parece que ya han sentenciado “que se acabó el tiempo de gracia de Mazón”. Eso no significa que el viernes, tras escuchar al presidente valenciano en las Corts, se marcase un punto de inflexión en la estrategia socialista con la que distinguirse del PP y también de Compromís.
En palabras de otro ministro que forma parte del equipo que coordina la reconstrucción de las zonas afectadas, “ni la hiperventilación de los de Feijóo ayuda en esta crisis, en la que hay que echar el resto para que la gente recupere sus vidas cuanto antes, ni tampoco la dimisión del presidente del Consell que reclama Baldoví”. Una renuncia de Mazón no cambiaría nada porque, para los de Pedro Sánchez, el PP seguiría en manos de Vox y del negacionismo del cambio climático, por lo que el Consell sería lo mismo y ante una emergencia volvería a actuar igual.
Tampoco considera oportuna el Gobierno una convocatoria electoral en medio de las labores de reconstrucción y de ahí que por boca de la secretaria general del PSPV y ministra de Ciencia, Diana Morant, los socialistas hayan apuntado como solución transitoria lo que llaman “una respuesta responsable, que responda a la emergencia climática y que no esté liderada por un presidente negligente e incompetente”. La solución pasa por que el PP destituya a Mazón y nombre a un presidente de transición, que contaría con el apoyo de los socialistas a cambio de tres condiciones: que fuera designado con carácter temporal y tenga un perfil técnico, que haga de la recuperación y reconstrucción una tarea colaborativa en la que participen todos los grupos parlamentarios de las Corts, excepto Vox, y que se convoquen elecciones en 2025.
Si en algo coinciden el PP de Feijóo y el Gobierno es en que Mazón está “incapacitado” para seguir. La diferencia es que los socialistas lo verbalizan y los populares lo explicitan solo entre bambalinas y sin micrófonos. “Queremos soluciones de verdad y no cálculos políticos”, subrayan desde el gabinete del Presidente del Gobierno, quien ha dado instrucciones precisas para que los suyos se ocupen solamente de los trabajos de reconstrucción y “no pierdan un segundo en responder a las provocaciones de la derecha más que con datos y hechos como los que se difunden desde la cuenta de X @infoDanaGob, donde se cuelgan a diario las medidas adoptadas por el Gobierno de España, tanto en materia de infraestructuras como de las ayudas públicas y la forma de acceder a las mismas.
La propuesta de los socialistas de ofrecer a Feijóo una salida para apartar a Mazón significa, según el equipo de Sánchez, estar “a la altura de las circunstancias”, pese al coste político que saben que tendría entre su electorado entregar al PP los votos a cambio de nada. Ni de sillones ni de contrapartidas. Sánchez ha impuesto en el PSOE evitar el cálculo partidista ante esta crisis para legitimar la acción del Gobierno y no desviarse ni un milímetro de las labores de reconstrucción, la atención a las víctimas y el goteo de información de servicio público. No todo el mundo entiende la consigna y tampoco el papel que el PSPV y su secretaria general, Diana Morant, han desempeñado en las dos últimas semanas. A la también ministra de Ciencia y Universidades se le reprocha que haya estado ausente de la respuesta política y también de la zona cero de la catástrofe. Todo lo contrario a lo que ha hecho la delegada del Gobierno en Valencia, Pilar Bernabé, a quien se ha podido ver a diario sobre el terreno y al lado de los alcaldes de los pueblos más afectados. En su descargo, quienes critican a Morant creen que la ministra, que debería no haberse movido de Valencia desde el día de la catástrofe, sigue la pauta que le ha escrito La Moncloa y que, para algunos valencianos, “no es del todo acertada”.
Los dirigentes del PSPV son mucho más explícitos y contundentes contra Mazón de lo que marca el guion establecido desde Madrid. “En un indigente, un jeta que nunca se tomó en serio el cargo que ostenta” al que el viernes, “en lugar de entrar al trapo de sus mentiras y manipulaciones, no habría que haberle dejado salir del marco de una afirmación y una única pregunta: no avisaste a la población cuando correspondía y explica la verdad de dónde estabas”, sostiene indignado uno socialista valenciano.
Quien así habla coincide en el análisis con el ex presidente Puig, que en conversación con este diario, defiende que la falta de explicaciones y toda la comparecencia de Mazón en las Corts han sido de “una enorme falta de humanidad y coraje democrático” y que “ahora no puede pedir a los valencianos confianza ante la reconstrucción cuando carece por completo de autoridad moral para hablar con sindicatos, empresarios y sociedad civil y tejer el más mínimo consenso para la nueva etapa”.
Quien, en palabras del ex presidente, “nunca se tomó en serio la emergencia, no puede además descargar las culpas sobre todos los demás y no asumir responsabilidad. No fue el Gobierno ni la UME, ni la AEMET, ni la CHJ, solo él no estaba donde debía estar”.
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