Un poeta de adopción
Esta es una de esas historias que entusiasman. Imagínense a un armenio que impartía clases de Literatura en la URSS y que a mediados de los años noventa decidió dejarlo todo y emigrar a España. El trabajo de albañil no fue la razón de su osadía. Tal cambio no respondía a una necesidad material o práctica, sino a algo más abstracto: la admiración por Federico García Lorca. El deseo de conocer la cultura que crió al poeta.
Ese armenio existe, se llama Harutyun Harutyunyan, tiene sesenta años y lleva dieciséis viviendo en Sevilla. Según declara, su vocación literaria parte de “tres poetas que tienen casi el mismo destino: García Lorca, Pushkin y el armenio Egishe Charents. […] Los tres murieron antes de tiempo, con una muerte violenta, y ninguno tuvo una vida completa”, ya que si Lorca fue asesinado por los franquistas, Charents lo fue por los estalinistas y Pushkin falleció en un duelo. No obstante, después de los años que le han hermanado con la literatura española, es otro poeta el que ha ocupado el primer lugar entre sus preferencias: Antonio Machado. “Antonio Machado es un gran poeta en todos los aspectos, también en los técnicos […] un poeta que siente bien el dolor y transmite un amor por el paisaje, por los campos de Castilla”, de una intensidad semejante a la nostalgia que él mismo siente por las tierras de Armenia.
Con la necesidad de transmitir esa añoranza, Harutyunyan no se quedó en la mera admiración y ha creado una obra poética propia alimentada con imágenes del paisaje de su infancia y juventud. Ahora publica su séptimo libro de poemas: Con el Sol. Réquiem a mi madre (Renacimiento), que tiene, según él mismo, “tres columnas sentimentales”: su madre, su adolescencia y el territorio armenio en el que transcurrió la mayor parte de su vida. Aunque todos los poemas han sido concebidos y escritos en castellano, la edición es bilingüe (armenio-español) y ha sido traducida por el autor. Admirable, ¿verdad?
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