Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.
“He visto cómo se ha pervertido el sistema financiero”
Nacido en Alemania hace 45 años e instalado en Barcelona después de que hace seis sufriera un infarto, Raphael Nagel trabajó durante de tres lustros en el sector financiero; principalmente para el gigante alemán Deutsche Bank, que hoy navega como un transatlántico agujereado. El exdirectivo asesora ahora a empresas, en especial pymes, a las que ayuda sobre todo a lidiar con la deuda. Nagel, que tiene plantada una gran bandera de Israel en su despacho –“un regalo”, apostilla– se ha hecho un hueco mediático con sus críticas al gran capital y ha publicado un libro titulado Turbocapitalismo: los maestros de la quiebra, en el que carga contra los desmanes del sistema financiero y recoge algunos casos de malas prácticas en España.
Economista con estudios de Derecho y Filosofía, niega ser “un banquero resentido” y se ha propuesto ayudar a combatir la exclusión financiera desde una fundación que lleva su nombre. Nagel habla mucho y parece callar más.
¿Un ex banquero que despotrica contra el sistema y lucha contra la exclusión financiera? Es inevitable pensar en un rico con mala conciencia.
La gente puede verlo de este modo: un banquero que se ha hecho rico... Pero le contesto. Primero, se sorprendería si le mostrara mis declaraciones de la renta, porque demuestran que siempre he dedicado una parte a los demás. [Desde la fundación Nagel] queremos dar un ejemplo y demostrar que el altruismo existe, y estamos hartos de que, del dinero de una donación, buena parte vaya a personal o a captación de fondos. Ahora podemos ver cambios en directo. La recompensa es que me hace sentir bien y eso no tiene precio. Además, no tengo mala conciencia. No he hecho nada para tener que sentirme mal.
Pero desde la banca sí debe de haber visto unos cuantos entuertos.
Bien, pasé diecisiete años en la banca, esencialmente en el Deutsche Bank. Me dedicaba a la unidad de refinanciaciones y reestructuraciones de deuda. Pero no puedo decir que viera algo irregular. El problema vino más del lado de la banca de inversión. Sí he visto cómo se ha pervertido el sistema financiero.
¿En qué sentido?
El sistema financiero se ha desvinculado de la economía real. Hoy, la mayoría de transacciones que se realizan son operaciones especulativas manejadas por ordenador y carecen de vinculación con la economía productiva. Pero ya he dicho alguna vez que no soy el típico banquero resentido. No pienso con rencor en el sector.
En su libro Turbocapitalismo: los maestros de la quiebra carga contra la avaricia de los grandes capitales sin importar lo que le ocurre a la gente más vulnerable. Y habla de oligopolio bancario en España.Turbocapitalismo: los maestros de la quiebra
Mis críticas son constructivas, no destructivas contra la banca. En España vemos a cuatro entidades que controlan el 80% del mercado. Cuando se privatice Bankia, habrá un actor menos y el control del resto se ampliará al 90%. No puede ser. Además, las pequeñas y medianas empresas (pymes) son casi una pérdida de tiempo para la banca. Es muy intenso el esfuerzo y el riesgo que requerirían en relación con el beneficio.
La banca, insisto, no obtiene el grueso de sus ganancias de prestar dinero, sino de operaciones especulativas. Ya no existe el modelo de banca tres, seis, tres: que quiere decir que te pago el 3% de interés por tu dinero, cobro el 6% por el dinero que te presto y a las tres de la tarde me marcho a jugar al golf. Desde que se abandonó el patrón oro, cambió radicalmente el sistema financiero. A partir de entonces hay más deuda que activos en el mundo. Todo se basa en la confianza. Ya sabemos que si le pidiéramos el dinero, la banca no tendría el dinero que nos debería dar.
El Deutsche Bank justamente encarna el giro de un banco que tradicionalmente ayudaba a la industria alemana a un gigante megasistémico y con problemas. Eso lo ha vivido usted.
Sí, eso sí. El Deutsche Bank pasó de hacer banca universal a ser un banco global para ampliar el modelo de negocio. El problema es que se está quitando el modelo de negocio a los bancos. Éstos deben buscar un nuevo modelo de negocio. No soy anticapitalista, pero creo en un capitalismo democrático.
¿Y eso qué es?
El capitalismo no es el problema. Es este capitalismo tan acelerado, el mal reparto del patrimonio, la acumulación de capital en el 1% de la gente. Confieso que, mientras escribía el libro sobre la banca me quedé incluso sorprendido de hasta qué punto recogía posiciones de la izquierda. Una vez instalado en España, me he dado cuenta del bajo nivel de conocimientos financieros. Piense en las participaciones preferentes. Es indiscutible que no era un producto para el inversor de la calle. Ni siquiera son fáciles de entender para los economistas. Muchos empleados fueron instrumentalizados por las entidades financieras. Este producto se utilizó mal por la desprofesionalización de los bancos.
Multa en EEUU por el empaquetamiento de deuda con créditos hipotecarios insolventes, multa por manipular el interés que se usa como referencia en las hipotecas. El Deutsche Bank...
El Deutsche Bank y el sistema financiero alemán no son infalibles. Se equivocan. Yo no me siento el defensor del Deutsche Bank. Es obvio que los resultados no han sido óptimos. Tampoco quiero idealizar todo lo que se hace en Alemania, pero hay más regulación. Fíjese cómo existen las cajas alemanas. En España, las cajas cumplían una función, eran necesarias. Hemos metido a políticos. Caja Madrid es un ejemplo de cómo la política se carga el mundo financiero.
Cuando ataca la banca española, ¿qué reacciones le llegan?
Cuando alguien no es neutro se generan lógicamente respuestas. Unas son positivas y otras, menos positivas. Sobre todo, lo que hemos visto es voluntad de diálogo. Hemos ganado el tener voz, y estoy agradecido a los medios de comunicación por ello. Pero siempre he opinado que es malo quejarse y no hacer nada. Si no estoy contento con el panorama de oferta de banca, debo criticarlo y también hacer algo. Otra reacción ha sido la de intentar dar apoyo a la Fundación Nagel [que lucha contra la exclusión social y financiera].
¿Y la ha aceptado?
No, claro. Lo hemos rechazado de plano. En Alemania decimos: “El pan de quien comes, la canción de quien cantas”. Ya no puedes decir lo que piensas.
Como sus críticas al modelo de crecimiento español.
Sí. El objetivo de los Estados es reducir el nivel adquisitivo del ciudadano. El interés del Banco Central Europeo ha sido ese, es lo que hay detrás de la política de intereses cero. Entre 1936 y 1951, en EEUU se acordó reducir el poder adquisitivo del ciudadano norteamericano en un 40%, con la consecuencia de que el endeudamiento estatal bajó del 118% al 73%. Reducir la deuda es lo que hay detrás.
Pues en España la deuda pública ha alcanzado el 100% del PIB.
Muchos economistas seguimos pensando que incluso con un 130% aún se puede funcionar, pero, claro, con todos los riesgos que conlleva.
Estoy pensando que en realidad no ha dejado el mundo financiero. Su firma Exante Merchant Bankers se define como “banco de inversión”.
No tiene nada que ver con mi actividad anterior. Es muy diferente. Yo estaba acostumbrado a casos de deuda enorme. Tratábamos con personas que conocían a fondo el balance de su empresa. Ahora trabajo con pymes. En Alemania, una pyme puede facturar 250 millones de euros, pero aquí podemos hablar de 20 millones. Lo que ha cambiado son los clientes. Trato con personas buenísimas en su profesión, pero a las que les cuesta leer un balance. Estoy teniendo por primera vez la ocasión de ver cómo se gestionan las pymes. Son las que generan más empleo e ingresos fiscales. El tejido social depende de ellas, pero existe un conocimiento escaso.
Y desde su posición, ¿cómo ve la salud de las pymes en España?
Para la mayoría de pymes, el balance se presenta como un instrumento de cara a terceros: a la banca a la que se pide un crédito o a la Agencia Tributaria. Antes de la crisis, todos intuían que el balance no reflejaba la realidad. Después, la economía sumergida se ha reducido, de hecho por eso ha bajado el paro, y eso contribuye a que los balances reflejen cada vez más la imagen fiel de la empresa. Aun así, muchas estructuras de balance no son las óptimas para obtener financiación o para vender una empresa; no son comprensibles para un inversor.
¿Su firma básicamente asesora a pymes en situación de sobreendeudamiento?
Los bancos han vendido numerosas carteras de deuda de las pymes a fondos buitre. Nosotros asesoramos a las pymes para recuperar, para recomprar, el crédito. Las pymes firmaron convenios con condiciones en las que les cuesta hacer frente a esa deuda. Es una deuda que se lanza hacia delante: si no vas a la quiebra en 2011, lo harás en 2016. Al pequeño empresario se le pide que aporte garantías personales y pierde su patrimonio. La banca, para acceder a aplazar el pago y dar más tiempo, acaba pidiendo garantías extra. Por eso es muy importante la ley de segunda oportunidad. Ha sido un avance. Por fin una persona física puede liberarse de la deuda que tenía. Pero se debería poder liberar de la deuda a Hacienda y la Seguridad Social, que es con las que se tiene la mayor parte.
Debe conocer un montón de casos límite. ¿A qué perfil responde quien suele endeudarse más?
Existen pocos estudios sociológicos serios en España sobre quién está endeudado, en qué y sobre dónde falla exactamente la educación financiera. Hay que conocer las necesidades, estudiarlas por franjas de edad... Por eso, en la Fundación Nagel no queremos actuar a partir de percepciones y hemos encargado algunos estudios. La primera idea que tenemos es empezar por las hipotecas. También hay gran demanda en vitalicios y herencias. Sí sabemos que, desafortunadamente, la actual sociedad de consumo lleva a los chavales a desear un móvil de última generación. Los niños de familias humildes aspiran a tener lo mismo que los de familias ricas.
¿Habla de adolescentes endeudados o de padres de adolescentes endeudados?
Los jóvenes generan mucha deuda de consumo. Hace unos días tuvimos aquí una chica de veintitrés años ingresada en una clínica de salud mental porque gastaba al mes 200 euros en tabaco, ganaba 800 y había acumulado deudas de 25.000 euros en créditos al consumo. Una joven inteligente que perdió las ganas de vivir. Afrontar una situación de insolvencia cuesta. No se comunica. Se siente como algo vergonzoso. Y más aquí. En Estados Unidos, si no has quebrado una vez no eres nadie. En la fundación queremos ayudar a salir de la política del avestruz.
Ha empezado a introducirse economía en las escuelas, apoyada por la banca. ¿Su educación financiera será diferente?
A mí siempre me ha sorprendido que Coca-Cola apoye la dieta y la educación alimentaria. Me parece extraño. Del mismo modo, también me parece raro que las entidades financieras sean las que introduzcan la educación financiera.
¿Qué ha advertido en la enseñanza, que pueda ser interesado?
Hay vídeos de entidades bancarias en Youtube donde se explica la diferencia entre la tarjeta de débito y la de crédito. La primera supone cargar una cuantía al saldo de tu cuenta, mientras que en el caso de la tarjeta de crédito la idea que se vende es que si se devuelve el dinero a final de mes no se generan intereses. Eso es mentira. Desde el momento en el que usas una tarjeta pagas unos intereses, empleas un dinero que no es tuyo. Tampoco tiene sentido que a un adolescente le hablen de conceptos como el Ebitda [resultado bruto operativo] o el cash-flow [flujo de caja]. A mí, a los quince años no me habría interesado nada.
Por aburrido, más que por interesante.
Es una pérdida de tiempo. Ya lo aprenderán cuando sean mayores. Hay que explicar cosas más simples. El sentido común detrás de la economía. El uso del dinero. Si gano 1.000 euros al mes y tengo gastos fijos de 700 no puedo contratar una hipoteca de 400. Lo importante es saber cosas como esta, o saber calcular el interés que se cobra por el uso de la tarjeta de crédito o qué se debe vigilar cuando se pide una hipoteca. ¡Y las comisiones que están alrededor de todo lo que se coloca!
¿Cómo se articulan estos programas?
Estamos negociando con varios ayuntamientos. El primero será Arenys de Mar, pero queremos hacerlo con la mayoría. También negociamos con el de Barcelona. Estamos a punto de firmar un convenio con la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad de Barcelona para emitir certificados financieros de asistencia. Es importante que se valide desde dentro. Hay personas que nunca han tenido la oportunidad de ir a la universidad. La gente que vaya a nuestros talleres no es tonta ni está mal preparada. Sólo ha tenido otras prioridades.
¿Y la inversión?
Bueno, también es importante aprender que con el dinero no sólo se puede ir a un banco o comprarse un piso. Nunca tendremos un nuevo Google o un Apple si no lo hacemos. Tenemos que lograr que los ahorradores empiecen a invertir en productos de financiación de pymes. Los préstamos colaborativos son necesarios, y pueden introducirse ventajas fiscales para el que apoye a nuevas empresas.
Supone mayor riesgo, sin embargo.
En Alemania existen grupos de pequeños inversores que de forma colectiva reúnen dinero para comprar lo que quieran. Por ejemplo, un centro comercial. Son como fondos de inversión cerrados. Pero para algo así la gente debe comprender un balance. Alguien que ha quebrado merecería que le diéramos un préstamo.
Depende de por qué, supongo.
Sí, depende. Pero seguro que ha aprendido de los errores. Lo importante es volver a empezar.
¿Cómo interpreta la victoria de Donald Trump en EEUU?
Ha ganado por la frustración del ciudadano. Tenemos un sistema en el que el 1% manda y el resto se desconecta de la realidad. En Estados Unidos estaban hartos. No estoy precisamente a favor de Trump. Mi mujer es latina, así que ya se lo puede imaginar. Pero la motivación está ahí y debe servirnos de aviso para introducir cambios. La gente ha interiorizado que los políticos hacen lo que quieren y eso deja campo a los populistas, sobre todo de la derecha, porque parece que proyecta cierta imagen de seguridad y estabilidad.
¿Teme la ultraderecha en Alemania?
Me preocupa. No tanto porque sea judío, sino porque veo que entre quienes apoyan la formación de ultraderecha Alternativa para Alemania hay muchos economistas, notarios, abogados..., gente con estudios universitarios, gente de clase media. Alemania necesita mano de obra. Muchos inmigrantes y refugiados están formados, y a los que no, se les puede formar. Pero no se les ha integrado. Les hemos hecho huir de su país, los tenemos en campos de acogida sin dinero ni recursos, no les permitimos trabajar y ahora nos sorprenden problemas de violencia o incluso que vengan...
¿Y esa gran bandera del Estado de Israel en su despacho?
Es un regalo. No significa en absoluto que apoye las políticas del Gobierno del país. Tengo muchos amigos palestinos, defiendo un Estado palestino. Pero Israel también necesita uno para que no se repita la historia. Mucha gente confunde religión, gobierno y Estado.
Hay Estados que no lo distinguen.
Es el gobierno el que no distingue.
¿El asesoramiento y la formación que dan su fundación son gratuitos?
Sí, claro. Nosotros vivimos de los honorarios que nos pagan las empresas por el asesoramiento financiero [a Exante Merchant Bankers], pero la dedicación desde la fundación es tiempo. Yo lo tomo como un hobby. Pongo mis conocimientos al servicio de gente que, por ejemplo, no puede afrontar gastos por culpa de impagos de clientes y que a resultas de la deuda le acaban ejecutando el piso. Imagine a alguien con una deuda de 500.000 euros, con hijos y sin casa.
¿Qué hacen en un caso como este?
No damos dinero. Damos asesoramiento. Mucha gente sobreendeudada no sabe qué puede hacer. Buscamos acuerdos extrajudiciales que tal vez puedan también interesar a los bancos para que cobren algo y rápido, pero que también favorezcan al deudor porque evitan procedimientos burocráticos y juidiciales. También hemos invitado a 92 niños a ver un partido de fútbol, que es un lujo para familias en riesgo de exclusión, o apoyado al Hospital Sant Joan de Déu y al Casal dels Infants del Raval.
Loable, y de paso es márketing y reputación para su firma.
Ah, no. No lo mezclamos. Hablamos de ello porque somos pequeños y nos gustaría motivar a otros, ser un ejemplo positivo. Pero a un fondo de inversión no creo que le importe lo que yo haga con mi tiempo libre.
[Este artículo ha sido publicado en el número de diciembre de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]
Nacido en Alemania hace 45 años e instalado en Barcelona después de que hace seis sufriera un infarto, Raphael Nagel trabajó durante de tres lustros en el sector financiero; principalmente para el gigante alemán Deutsche Bank, que hoy navega como un transatlántico agujereado. El exdirectivo asesora ahora a empresas, en especial pymes, a las que ayuda sobre todo a lidiar con la deuda. Nagel, que tiene plantada una gran bandera de Israel en su despacho –“un regalo”, apostilla– se ha hecho un hueco mediático con sus críticas al gran capital y ha publicado un libro titulado Turbocapitalismo: los maestros de la quiebra, en el que carga contra los desmanes del sistema financiero y recoge algunos casos de malas prácticas en España.
Economista con estudios de Derecho y Filosofía, niega ser “un banquero resentido” y se ha propuesto ayudar a combatir la exclusión financiera desde una fundación que lleva su nombre. Nagel habla mucho y parece callar más.