Nada arruga el traje de moderado de Moreno, que no se da por aludido por los pactos PP-Vox fuera de Andalucía
El presidente andaluz alardea de estar “en el centro político” y acusa a la ultraderecha de aliarse con el PSOE, aunque no respalda pedir al Gobierno central que proteja derechos que puedan estar en peligro
El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno (PP), presume de traje moderado y no está dispuesto a que nada se lo arrogue, ni siquiera su propio partido. Para ello no es ya que pase de puntillas ante los pactos entre el PP y Vox para gobernar en 140 ayuntamientos y en cuatro comunidades autónomas (eso por ahora, pendientes como se está de lo que ocurra en Murcia), es que directamente no se da por aludido y de hecho no ha entrado a valorar estos acuerdos por mucho que se le ha interpelado. Es más, ha sacado las banderas del ecologismo (“no negamos el cambio climático”), de la inmigración (“regulada”) y de la lucha contra la violencia machista, además de aprovechar que Vox le ha acusado de socialista y el PSOE de ultraderechista para declararse “en el centro político” de Andalucía y alejado de cualquier “radicalidad”.
La sesión del jueves en la Cámara andaluza ha evidenciado que Moreno ni se despeina cada vez que los socialistas intentan vincularle con Vox, un recurso que no suele darles resultados pero con el que insisten una y otra vez por mucho que antes de la campaña electoral aseguraran que esta vez no se iban a centrar en la formación que lidera Santiago Abascal. Para los populares, el mecanismo es sencillo: cuando le reprochan el entendimiento PP-Vox, el Gobierno andaluz insiste en que aquí están blindados los derechos de mujeres, colectivo Lgtbi e inmigrantes, sin entrar en lo que pueda estar ocurriendo en otras comunidades autónomas y sufriendo un ataque de amnesia que le impide recordar el acuerdo con la ultraderecha que le dio las llaves de la Junta en 2019.
Y si para el PSOE, lo que están haciendo PP y Vox son “pactos de la vergüenza”, Moreno replica que para vergonzantes los “acuerdos significativos” de Pedro Sánchez con EH-Bildu y ERC. Como encima Vox también le ha criticado –le reprocha al PP que en Europa está “pactando” con los socialistas medidas ambientales que hacen “mucho daño” a Andalucía y a España–, el presidente andaluz lo reduce todo a un simple ejercicio de geometría: si me atacan desde la izquierda y desde la derecha, es que estoy en el centro. En este sentido, al líder del PSOE, Juan Espadas, le ha replicado que “cuando Vox dice que soy socialista y usted dice que soy Vox es que estoy en el centro político, donde está la mayoría de los andaluces”. “Es tan hiperbólico todo, tan irreal, que el ciudadano dirá que menos mal que tenemos un presidente centrado y no en la radicalidad en la que se han instalado ustedes”, ha apostillado.
“Giro a la ultraderecha” del PP
También por eso, el PP no ha tenido mayor empacho en aprobar dos de los tres puntos que ponía sobre la mesa la proposición no de ley socialista “relativa a la defensa de los derechos de la ciudadanía y libertades públicas ante el riesgo cierto de involución”, con el que el PSOE quería forzar un posicionamiento de los populares ante los pactos PP-Vox. El primero instaba al Ejecutivo andaluz a impulsar el cumplimiento de las leyes de igualdad de género, de reconocimiento de los derechos Lgtbi y de memoria histórica, mientras que por el segundo el propio Parlamento mostraba su rechazo a cualquier retroceso en estas cuestiones. Sólo Vox ha votado en contra de estas dos cuestiones.
Para el tercer punto los parlamentarios de la formación de ultraderecha no han estado solos, ya que se ha sumado el rechazo de la mayoría absoluta del PP. Aquí lo que se pedía era que el Ejecutivo andaluz instase al central a adoptar medidas legales “en defensa” de la normativa y legislación estatal que protege los derechos antes apuntados, en un intento de hacer ver que están en peligro ante un hipotético cambio de Gobierno en el que entre Vox. Los populares han presentado una enmienda que los socialistas no han aceptado, así que no han tenido el menor problema en tumbar este tercer punto, lo que ha dado pie al parlamentario Mario Jiménez, que ha defendido la proposición no de ley, a denunciar que “la complicidad y el silencio vergonzoso” de Moreno bendice el “giro a la ultraderecha” del PP. Un Moreno, por cierto, que a estas alturas de la sesión ya no estaba en el salón de plenos.
En lo que respecta a Moreno, su turno ha sido cuando le han interpelado los portavoces de los diferentes grupos. A Vox le ha afeado que le vincule con el PSOE a cuenta de Europa, “el mensaje que desliza conmigo es que soy socialista, ¿no será más socialista un partido político que une sus votos al partido de Sánchez para que no gobierne el PP y hacerle el juego?”, ha reprochado en relación con la tormentosa investidura en Murcia. El líder socialista, Juan Espadas, ha aprovechado el balón botando para preguntarle al presidente andaluz si “no será usted más de ultraderecha que van a cogobernar, a ver si va a ser de ultraderecha y no nos hemos enterado”, a lo que Moreno ha replicado con EH Bildu, ERC y la socialista María Chivite en Navarra. “Este debate no le viene bien a ustedes”, ha llegado a decirle a Espadas.
El debate sube de intensidad
“Pactar 140 gobiernos entre ustedes y Vox no es ser de centro, la verdad y los hechos son los que son”, ha contraatacado el secretario general socialista. Moreno, por su parte, ha sacado a pasear otro de sus argumentos habituales: “PSOE y Vox se retroalimentan y se necesitan mutuamente, por eso dedica tanto tiempo a Vox”.
El debate se ha vuelto más tenso horas después, con la proposición no de ley que han traído los socialistas. Mario Jiménez le ha puesto voz con una intervención en la que ha arremetido contra unos pactos PP-Vox con los que los populares “han comprado votos a cambio de derechos”, han “resucitado el franquismo político”, han “entregado a los más débiles de nuestra sociedad” y se han dejado “arrastrar por la degradación moral”. Ante la réplica de la popular Isabel Lozano de que en cuestión de estos derechos “en Andalucía no se está dando ni un paso atrás, todo lo contrario”, Jiménez ha subrayado que “esto no va de los que está haciendo el PP en Andalucía, sino de lo que está haciendo en España” con el “silencio cómplice” de Moreno. “Se presenta como moderado, pero es muy conservador y muy radical”, como a su juicio demuestra que “cuando llegó el momento pactó con la extrema derecha, y esa mancha ya es eterna”, un movimiento que se está repitiendo ahora en toda España y que “se puede convertir en la antesala de una dictadura”.
Rifirrafe con retirada de insultos
Mientras Juan Antonio Delgado (Por Andalucía) ha alertado de que “los derechos sociales se conquistan pero también se pueden volver a perder”, Isabel Lozano (PP) ha acusado a los socialistas de “generar alarma y mentir con fines electoralistas” y Manuel Gavira (Vox) ha dedicado toda su intervención a cargar contra el PSOE: “Sus políticas están fracasadas, la democracia los va a mandar al paro en cinco días”. Pero el momento de mayor tensión en la sesión se ha vivido al terminar el debate de esta proposición no de ley y pasarse al siguiente punto, momento en el que Rafael Segovia (Vox) ha salido con que el PSOE no puede dar lecciones de moralidad porque es “el partido de los puteros, los cocainómanos, los corruptos y los mentirosos”, lo que ha provocado el consiguiente revuelo en la bancada socialista.
El presidente de la Cámara, Jesús Aguirre (PP), ha reclamado a Segovia la retirada de sus palabras alegando que el reglamento deja bien claro que “no se puede insultar a un grupo parlamentario”. El diputado de Vox ha intentado hacer un juego de palabras, asegurando que por respeto a la figura del propio Aguirre “retiro el diagnóstico, aunque permanece la enfermedad”, lo que ha generado nuevas protestas socialistas y la reiteración del presidente del Parlamento, lo que finalmente le ha llevado a retirar el exabrupto.
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