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Autónomas durante la pandemia, con y sin trabajo, y ahora pendientes de la prestación extraordinaria y la moratoria

Blanca Vera, a la derecha, este miércoles en una calle de San Bartolomé de la Torre (Huelva)

Javier Ramajo

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Blanca Vera es la gerente de la empresa Alaire Pilotos, de Huelva. Es autónoma y, por suerte, sigue trabajando pese a la pandemia. Es más, colabora en frenar la expansión del coronavirus pilotando drones que advierten a Policía y Guardia Civil de situaciones de emergencia o de aglomeraciones de personas. No ha corrido igual fortuna Laura de los Ángeles que, pese a pagar la cuota y los impuestos como Vera, ambas asociadas a UPTA Andalucía, no ha podido seguir trabajando como cantante y pianista flamenca. “Aunque queramos, no podemos”, lamenta al ver cancelarse o aplazarse todos los conciertos que tenía programados.

Vera, por su parte, confiesa que aún no ha podido detenerse a estudiar la moratoria de seis meses del pago de las cotizaciones para autónomos y pymes que aprobó el Gobierno de España el martes. Aunque actualmente desarrolla su labor de manera altruista por la situación de crisis en el país (operan en toda España), están “preocupados porque al fin y al cabo somos una empresa que tenemos que sostener y llevar hacia adelante” aunque, al ser gestor, no tendría que justificar el 75% de pérdidas de los últimos seis meses anteriores, y continúa su trabajo tal cual como antes de la crisis.

El problema está en que hay mucha gente que depende de Alaire y “eso es también una responsabilidad que pesa” porque, como escuela de formación, casi el 90% de las personas que se forma con la empresa opta por el autoempleo y a ellas se les ofrece los servicios que les llegan, bien sea una medición topográfica, un seguimiento de obra civil. La plantilla de Alaire es de siete personas pero después hay muchos trabajadores que dependen de ella.

Alaire colabora actualmente en cuatro municipios de Huelva, ofreciendo sus dispositivos y tecnologías a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. En la provincia llevan sus drones hasta las concentraciones, por ejemplo, de temporeros a determinadas horas en determinados sitios. A través de un megáfono incorporado en el dron, lanzan un mensaje de dispersión en varios idiomas para alertar de que es obligatorio mantener la distancia de seguridad entre las personas.

También acuden a centros de salud, tomando con una cámara térmica desde el aire la temperatura corporal de aquellos que estén guardando cola y, si alguien presenta fiebre, se alerta a algún agente para que se traslade y lo comunique al lugar para adoptar las medidas de seguridad y sanitarias oportunas. “Estamos muy cansados pero encantados con poder trabajar y además ayudar”, señala la gerente de la empresa.

De su lado, Laura de los Ángeles comenta desde su casa de Bollullos de la Mitación (Sevilla) que no puede trabajar. “Un 0% puedo ejercer”, insiste. Pendiente de la moratoria del Gobierno, “aunque queramos, los artistas no podemos trabajar”. Ha hecho algunos conciertos on line desde sus perfiles de Facebook o Instagram, incluso un festival de poesía, apunta ante este futuro “incierto”.

Conocedora de que el Gobierno aprobó la semana pasada una prestación extraordinaria de cese de actividad para autónomos como ella (una especie de paro), según señala la cantante y pianista “las cosas hay que pagarlas, hay que comer, y los artistas también tenemos niños”, en su caso dos. La autónoma indica que el último día de marzo vio cómo se le cobraba la cuota mensual, confiando en que se pueda devolver la parte correspondiente con el estado de alarma y el confinamiento.

De los Ángeles se muestra comprensiva dentro de la siuación de “caos” en que se encuentra todo y considera que las administraciones hacen lo que pueden para hacer mejorar la situación en todos los ámbitos. “Es díficil para todos. Debe ser complicado gestionar todo esto”, señala, aunque lamenta que, en su caso y en el de otros muchos artistas, “no podemos ejercer y eso es un problema”.

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