El Ayuntamiento de Cádiz, dirigido por Teófila Martínez (PP), ha decidido reducir el aforo del salón de plenos del Consistorio de 174 asistentes a 125. La medida, plasmada en una pequeña placa en la sala regia, se ha producido justo en la semana en la que la intervención crítica de una vendedora reclamando una licencia para vender en el baratillo de los domingos de la localidad ha tenido una amplia repercusión en las redes sociales y los medios de comunicación. El testimonio de Inmaculada Michinina ha sido el culmen a toda una serie de reivindicaciones y protestas protagonizadas por ciudadanos en los plenos gaditanos durante los últimos meses que han provocado la indignación del equipo de Gobierno local.
En rueda de prensa, la alcaldesa de Cádiz negó que exista intención por parte del Ayuntamiento de limitar la participación ciudadana en los plenos y aseguró que la eliminación de sillas en el salón se debe a cuestiones de seguridad. “No hay limitación de aforo, sólo lo que dicen los técnicos, lo que por seguridad se puede permitir. El aforo es el que es. La Policía Local quiere, evidentemente, controlarlo. Las vigas de esta casa son de madera, no de hormigón armado”, señaló Martínez.
La alcaldesa argumentó que los asistentes a los plenos, una vez dentro de la sala, se organizan para reunir las tarjetas de seguridad necesarias para el acceso y ofrecérselas a quienes esperan fuera. Las sesiones están cada vez más concurridas por la repercusión que alcanzan las reivindicaciones que se formulan cara a cara con los responsables políticos de la ciudad. “Como alcaldesa me pongo muy seria al decir esto porque a algún medio de comunicación y a algún partido político le interesa sacar las cosas de quicio. Aquí hay periodistas que vienen a estos plenos desde hace muchos años y saben que hay personas que vienen pleno tras pleno y que están en las listas de Izquierda Unida, y que vienen a hablar siempre de lo mismo, que no son problemas sociales”, atacó la regidora.
En su alegato, Inmaculada Michinina reiteró su solicitud de una licencia de vendedora en el mercadillo de objetos de segunda mano de los domingos “para poder darle de comer” a sus dos hijas, “cuatro días de trabajo al mes”. “Déjenos tener dignidad”, clamó la vendedora. Las protestas y los crudos testimonios de particulares ya forman parte del orden del día de los plenos. Son grabados con cámaras y jaleados por los asistentes. Algunos, consiguen una amplia repercusión, como el discurso pronunciado por Lorenzo Jiménez de espaldas a la bancada de los ediles el 29 de abril. El activista del 15M protesta por la desatención que el equipo de Gobierno ofrecía a las mismas intervenciones ciudadanas que ahora le traen de cabeza.