Honores para nuestros abuelos: dos nietas reclaman un funeral institucional para los militares represaliados de San Fernando
A Rosa le contaron que a su abuelo Manuel lo mataron por ser muy cercano al pueblo, por organizar, por ejemplo, un concierto benéfico para los parados. A Sofía, su madre le dijo que su abuelo era un héroe y que lo asesinaron por envidia. Ellas son nietas de militares represaliados en San Fernando (Cádiz), una de las primeras ciudades de España en caer en el bando franquista tras el golpe de estado de 1936.
88 años después están a punto de recuperar los restos de sus abuelos gracias a unas pruebas de ADN privadas y a una identificación presuntiva que les da casi la garantía de que saldrán positivas. Cuando esa confirmación llegue, las dos quieren que Manuel y Francisco Javier sean despedidos con honores militares, con representantes institucionales de la Defensa y altos mandos.
Rosa de Sancha recuerda que su abuelo fue el primer militar detenido y fusilado en la península tras el alzamiento. “Fue el primero que se opuso al movimiento”, reafirma su nieta. San Fernando fue una de las ciudades donde antes triunfó el golpe militar. Fue arrestada y asesinada gran parte de la corporación municipal, entre ellos, el alcalde Cayetano Roldán. Y a Manuel de Sancha, que entonces estaba recién nombrado comandante jefe de la Infantería de Marina, le dieron la orden de sacar las tropas a la calle para respaldar a los sublevados. Pero él se negó. “Dijo que no lo haría si no tenía esa orden por escrito”, recuerda 88 años después su nieta Rosa de Sancha. En la paradoja de aquella guerra recién iniciada, los rebeldes le acusaron de rebelión.
Manuel de Sancha fue detenido junto a otros militares que se reunieron para analizar la situación creada tras el golpe. Todos acusados de no haber seguido las órdenes de los golpistas. En esa reunión estaba también Francisco Javier Biondi, el abuelo de Sofía Gómez, capitán de corbeta al mando del cañonero Lauria y el destructor Churruca. Los fusilaron a todos. Dicen que Manuel de Sancha gritó “Viva España” antes de morir. La Asociación de la Memoria Histórica de San Fernando, Amede, calcula que 106 militares fueron ejecutados en este municipio gaditano, 46 de ellos de forma extrajudicial, como les ocurrió a De Sancha y Biondi.
Prueba dental en vez de estudio del fémur
“Yo siempre supe dónde estaba enterrado”. Los recuerdos infantiles de Rosa la sitúan de niña en un patio a la entrada del cementerio de San Fernando. Allí sus tías la llevaban y le señalaban un camino de piedras donde yacía su abuelo y se enfadaban si alguien pisaba encima. Por muchas transformaciones que sufrió el cementerio, Rosa siempre tuvo clara la ubicación exacta de aquella tumba.
Y, por eso, desde 2015, reclamaba siempre que se excavara allí. “Era muy complicado porque esa fosa estaba muy cerca de los nichos construidos y había peligro de derrumbe”. Cuando Rosa había perdido toda esperanza, los trabajos auspiciados por Amede y el Ayuntamiento lograron cavar en ese lugar y, tal y como preveía ella, salieron a la luz los restos de varios militares, perfectamente identificables por conservar elementos de sus uniformes como botones, palas o cartillas militares.
Uno de sus cuerpos es el de Manuel de Sancha. Rosa lo tiene claro porque es el único de esa fosa cuya edad supera los 50 años. Su abuelo murió a los 55. Y, a pesar de haber tantas pistas a su favor, el laboratorio de la Universidad de Granada, el que paga la Junta de Andalucía, le dijo que no. Que no es su abuelo. “Ya ha pasado con concejales de la corporación municipal que fueron identificados de forma presuntiva, Granada les dijo que no, y un laboratorio privado les ha dicho que sí. La técnica que usan, la del estudio del fémur, es menos eficaz que la de las pruebas dentales, que es la que hace este laboratorio”, explica la nieta.
Así que una bisnieta de Manuel de Sancha llevará este martes a ese laboratorio de Madrid las cuatro muelas de su antepasado. En dos o tres semanas tendrá la respuesta definitiva. El 9 de junio Sofía Gómez entregó las piezas dentales de su abuelo Francisco Javier Biondi, así que los resultados le llegarán antes. A diferencia de Rosa, Sofía apenas sabe nada de él. “En mi familia no se hablaba de eso. Solo me decían que era un héroe y que lo mataron por envidia”.
Un golpe del destino
Sofía descubrió que su abuelo estaba en la misma fosa que el de Rosa de casualidad, como un golpe del destino: “Rosa y yo estudiamos Química en la Universidad de Cádiz. Hace dos años volvimos a coincidir y Rosa me contó la historia de su abuelo, que era militar. Y yo le dije que él mío también lo era. Y me contó que fue fusilado y estaba enterrado en el cementerio. Entonces recordó que en el listado aparecía alguien apellidado Biondi, como mi segundo apellido, y así descubrimos que era mi abuelo”.
Rosa y Sofía cuentan los días para vivir la emoción de este momento: recibir el mensaje de que los restos hallados en esa fosa son los de sus abuelos. El de Rosa parece claro. El de Sofía ha de compararse entre dos militares de similar edad, que fueron enterrados juntos. “Sabemos que el otro no tenía la cartilla militar porque la conserva su hijo, pero mi abuelo sí, y uno de los cuerpos ha aparecido con esa cartilla”, resuelve ilusionada Sofía
Las dos, al igual que ha hecho Amede, reclaman que el entierro de ambos, y de otros militares que están por identificar, sea precedido de un funeral con honores. “Nos gustaría que viniese alguien de Defensa, algún alto mando. A los civiles, a los concejales se les ha homenajeado. Parece que a los militares cuesta más”, defiende Rosa. “Queremos que se les despida como lo que fueron: militares que cumplieron con su deber, el de apoyar el Gobierno que en ese momento estaba”, la respalda Sofía.
Rosa tiene una petición añadida. Su abuelo era compositor, director de orquesta, y aún se guardan algunas de las partituras que creó. “Qué menos que la banda de Infantería de Marina toque alguna de sus piezas en su funeral”, desea. Sofía depositará los restos de su abuelo en un columbario en la iglesia de San Francisco de Cádiz. Rosa, en el panteón familiar que su abuelo compró antes de que lo mataran. Un panteón a escasos metros de la fosa donde lo arrojaron.
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