ELECCIONES MUNICIPALES 2023
En el corazón de la Andalucía sin derecha: 134 municipios donde el PP no existe
En Lanteira, un pueblo entre montañas de menos de 600 habitantes situado a 77 kilómetros de Granada, el PP logró uno de los siete concejales del Ayuntamiento en las elecciones municipales de 2019. Para los populares fue una proeza conservar ese edil frente a la mayoría absoluta del PSOE, pero cuando llegó el momento de tomar posesión del cargo, no lo hizo.
David García aún figura como portavoz del PP de Lanteira en la página web del partido en Granada. Pero la legislatura está a punto de expirar y el que fuera candidato a la Alcaldía hace cuatro años no ha pasado jamás por la corporación municipal, ni ha dado explicación alguna. Este periódico se puso en contacto con él pero colgó el teléfono tras la primera pregunta.
A pesar de todo, el Ayuntamiento de Lanteira tiene que notificarle por carta cada vez que convoca un Pleno, por si se decidiera a aparecer de repente y hacer uso de sus derechos políticos. “No le conozco, no vive en el pueblo. Nunca le he visto, tampoco durante la campaña electoral”, dice el regidor socialista, José Juan Medina.
Hay una Andalucía de 134 municipios donde el PP no existe, no tiene representación en sus ayuntamientos, según datos del Ministerio de Interior confirmados por el propio partido. Tampoco en Lanteira, aunque este caso es una anomalía dentro de una lista de pueblos donde los populares presentaron a candidatos “foráneos”, personas que no estaban censadas en el pueblo que aspiraban dirigir, que tenían algún familiar empadronado allí o que vivían en localidades próximas.
El éxito de Moreno en las andaluzas del 19 de junio ha abierto puertas que siempre habían estado cerradas para la derecha
“El PP-A se presenta por primera vez en los 785 municipios de Andalucía”, anunció hace unos días el secretario general del partido, Antonio Repullo. En realidad los populares ya presentaron listas en todos los pueblos andaluces hace cuatro años. La frase del número dos del PP-A habla precisamente de esas localidades donde tuvieron que echar mano de candidatos “no autóctonos”, porque en 2019 aún les costaba mucho convencer a gentes de algunos pueblos para representarles allí.
Esa Andalucía rural donde ser del PP era un anatema está cambiando por dos razones fundamentales: la primera y más obvia es que los populares pilotan hoy la Junta de Andalucía, el BOJA y los Presupuestos autonómicos, tres pilares políticos y económicos para las expectativas de cualquier municipio. “¿No creéis que cualquier municipio avanzaría más si hay complicidad y coincidencia de modelo político entre la institución local y la autonómica, si alineamos los ámbitos de reforma del Gobierno de Andalucía con el alcalde y la alcaldesa?”, se preguntó el presidente de la Junta y barón territorial del PP, Juan Manuel Moreno, durante un mitin de partido en Sevilla junto a Alberto Núñez Feijóo, hace un par de semanas.
La otra razón es el propio Moreno, responsable absoluto de la histórica mayoría del PP el pasado 19 de junio, y una figura política que ha sabido reconciliar la imagen de su partido y de la derecha en un granero de votos socialista durante cuatro décadas.
“Parecerse a Andalucía”
Actualmente, los populares gobiernan en 189 de los 785 municipios de la comunidad, frente a los 459 del PSOE. Pero, además, los populares no tienen ni un solo concejal en el 17,2% de las localidades andaluzas, que aglutinan a una población de 396.630 personas: en nueve municipios de la provincia de Almería, en ocho de Cádiz, en diez de Córdoba, en 21 de Granada, en 26 de Huelva, en siete de Jaén, en 21 de Málaga y en 32 de Sevilla. En total, 134 ayuntamientos.
La mayoría son pueblos pequeños del interior rural, con menos de 5.000 habitantes, donde la derecha siempre tuvo dificultad de penetración, dificultad incluso para presentar candidatos empadronados allí. Las localidades más pobladas sin un solo edil del PP son Utrera (Sevilla), con 52.617 vecinos; y Puerto Real (Cádiz), con un censo de 41.650. El primero es un bastión andalucista, el segundo un bastión comunista.
“Hay comarcas de Andalucía donde no es fácil decir que eres del PP porque estás en minoría social”, se lamentaba Moreno en su primera campaña electoral, en 2015. El que fuera presidente de Alianza Popular (AP) a finales de los años 80 –y presidente del PP de Córdoba–, Antonio Hernández Mancha, suele recordar cuando iban a los pueblos a buscar candidatos y tenían que decir que eran “tratantes de aceite para no identificarse como miembros de AP, porque aquello no estaba muy bien visto”. Ocho años y dos gobiernos del PP después, los populares son la fuerza mayoritaria de una comunidad que estuvo gobernada por el PSOE durante 37 años consecutivos.
La mayoría son pueblos pequeños del interior rural, con menos de 5.000 habitantes, donde la derecha siempre tuvo dificultad de penetración, dificultad incluso para presentar candidatos empadronados allí
La victoria de Moreno en los comicios del pasado junio –aunque fuera una victoria más personalista que de partido– ha revitalizado las siglas del PP en Andalucía. Los populares han arrebatado a los socialistas dos de las consignas que más han explotado desde el poder: ser el único partido que presenta candidatos en todos los pueblos y ser “el partido que más se parece a Andalucía”.
Este propósito se proyecta ahora sobre un mapa municipalista muy desigual, el que arrojaron los resultados de los comicios de 2019, cuando Moreno ya era presidente de la Junta aunque aún no había eclosionado el “efecto Juanma”. “Yo siempre digo de broma que somos mini Juanma Morenos, porque el presidente es el alcalde de alcaldes y nuestro trabajo es llevar la forma de hacer política en la Junta a nuestros municipios”, explica Erik Domínguez, presidente del PP de Jaén.
En ese mapa, el PP posee el 27% de las alcaldías de la comunidad y el resto está en manos de las izquierdas, mayoritariamente del PSOE. Moreno aspira a “reequilibrar las fuerzas” el próximo 28 de mayo, intentando “mantener el empuje de la victoria de las andaluzas en las municipales y en las generales”.
El éxito de Moreno en las andaluzas del 19 de junio ha abierto puertas que siempre habían estado cerradas para la derecha. El partido asegura que “por primera vez ha logrado reclutar a candidatos autóctonos de todos los pueblos”, tras superar ese “miedo atávico” a alinearse con el PP en zonas de mucho arraigo socialista.
A pesar del optimismo, el presidente de la Junta es el primero que ha dicho a los suyos que el resultado de las autonómicas “no es extrapolable” a los comicios locales. El 19J el PP no fue la fuerza más votada en casi ninguno de esos 134 municipios donde carecen de representación, sin embargo, en todos los casos multiplicó de forma exponencial el número de votos. En algunos pueblos pasó de tener menos de cinco papeletas a convertirse en la segunda fuerza con un resultado que, previsiblemente, les hará meter cabeza en ayuntamientos donde ahora no están.
El ejemplo más paradigmático es Puerto Real, un municipio de Cádiz con larga tradición de izquierdas. Los populares obtuvieron 737 votos en las últimas municipales, quedaron por detrás de Adelante, el PSOE, Andalucía por Sí, Ciudadanos y Equo. En las autonómicas lograron 4.000 votos más, convirtiéndose en el partido más votado.
Objetivo: las ocho diputaciones provinciales
La estrategia del PP para el 28M no se basa sólo en duplicar el número de alcaldías para “reequilibrar el poder municipalista” con el PSOE. En la elección y el reclutamiento de candidatos en determinados municipios y comarcas de cada provincia “hay un trabajo de estilete” de la dirección provincial para crecer significativamente en esas zonas clave donde se disputan los partidos judiciales, esto es: las ocho diputaciones provinciales, la segunda línea de influencia política y económica después de la Junta. “Vamos a por las ocho”, avisan en la dirección regional. Los sondeos internos les dicen que aquellas que ya han gobernado alguna vez “son recuperables”, y donde el PSOE está más fuerte –Sevilla, Huelva y Jaén–, el despliegue de fuerzas “busca más diputados provinciales que alcaldías concretas”.
El equipo de Repullo está trabajando con los ocho presidentes provinciales para reclutar candidatos y expandirse por esa Andalucía “territorio comanche”. En 14 municipios de seis provincias han fagocitado a los alcaldes y concejales que le quedaban a Ciudadanos, que ahora encabezarán las pancartas del PP: Medina Sidonia y Arcos de la Frontera (Cádiz); Galaroza, Rosal de la Frontera y Cumbres de San Bartolomé (Huelva); Pulianas (Granada); Tíjola Los Gallardos y Albánchez (Almería); Cárcheles y Aldeaquemada (Jaén) y Almadén de la Plata, Cazalla y Dos Hermanas (Sevilla).
elDiario.es ha consultado con todos ellos y la percepción general es que “el PP es un partido en auge, de moda, y con el viento a favor”. “En pueblos complicados, donde antaño nos costó encontrar candidato, ahora hemos llegado a tener dos”, dice Manuel Andrés González, líder del PP de Huelva, el más veterano de todos.
Huelva tiene 79 municipios, 11 alcaldías del PP frente a 59 del PSOE. “Es la segunda provincia de España más socialista. A mí me han venido vecinos de pueblos de la sierra a decirme: cuenta con mi voto, pero no puedo dejarme ver en vuestro mitin. Eso se está acabando ya gracias a Juanma [Moreno], que es un revulsivo para todos”, explica González.
En Córdoba los populares sólo gobiernan 15 alcaldías de las 77, aunque una de ellas es la capital, antiguo bastión del PCA. Su presidente provincial, Adolfo Molina, explica que ahora tendrán representación en pueblos con cero concejales del PP hace cuatro años, porque partidos independientes locales han “mutado” en PP. “Se ha hecho con naturalidad y no sólo por el 19J, se venía trabajando desde hace tiempo. Hay gente que se siente a gusto en el proyecto de Moreno”.
En Cádiz, el PP ganó las elecciones andaluzas en 43 de 45 municipios de la provincia, aunque actualmente sólo tienen cinco alcaldías. Bruno García, el presidente provincial y candidato en la capital, percibe un cambio de tendencia. “Cádiz es una provincia muy de izquierdas, a nosotros nos ha costado siempre la calle y ahora no nos cuesta. Yo hago todos mis actos fuera y la gente se nos acerca”, explica. Con todo, reconoce que hay localidades donde “sigue siendo difícil atreverse a ser candidato del PP”. “En Villaluenga o en Setenil, allí el centro derecha lo tiene el PA, que arrasa, y hay menos espacio político para nosotros”.
Jaén es otro fortín socialista, con 66 alcaldías de 97. El PP gobierna en 17. “El miedo al PP está desapareciendo, pero no del todo. Aquí hay zonas de mucho arraigo socialista y simpatizantes nuestros con trabajos que dependen de la Diputación Provincial o de un ayuntamiento del PSOE”, dice Erik Domínguez, presidente provincial desde hace dos años.
En Jaén, el PP se partió por la mitad hace dos años y aún siguen los trabajos internos de reconstrucción. En esa crisis también hubo un éxodo significativo de alcaldes y concejales populares que se pasaron a Ciudadanos cuando éste era un partido en auge que amenazaba con el sorpasso a los conservadores. Ahora, algunos de ellos han hecho el camino de vuelta y repiten como candidatos del PP en sus pueblos (Aldeaquemada, Los Cárcheles). En otros, como Porcuna, la fractura fue mayor y los naranjas resisten.
El presidente del PP de Granada, Francis Rodríguez, ha declinado hablar sobre la situación del partido en su provincia.
El caso de Sevilla
Sevilla es la provincia más difícil para los populares. Se convirtieron en la primera fuerza por primera vez en la historia en las andaluzas, pero actualmente sólo gobiernan 11 municipios de 106, frente a los 72 del PSOE. Aquí se estrena la dirección provincial de Ricardo Sánchez, designado a dedo por el propio Moreno tras arrebatarle el control del partido a la anterior ejecutiva nacional de Pablo Casado.
El PP sevillano ha apostado por una triple estrategia: apartar a militantes históricos que no le estaban dando resultados electorales, sustituirlos en algunos casos por candidatos llegados desde otros municipios y fichar directamente a concejales de Ciudadanos o de partidos independientes. El caso más paradigmático es Utrera, un municipio de más de 50.000 habitantes, donde el PP ha pasado en 24 horas de no existir a contabilizar para sí a los diez concejales del ex alcalde e histórico del Partido Andalucista, Francisco Jiménez. “Le estamos ofreciendo al PP un partido completo”, dijo Jiménez al anunciar la metamorfosis, en un acto en Utrera al que acudió el propio Moreno.
Otros casos llamativos se han producido en la Sierra Morena sevillana, donde se ha incorporado directamente a dos alcaldes, al de Constantina (de la formación independiente Constantina en tu Mano) y al de Almadén de la Plata, la única mayoría absoluta que tenía Ciudadanos en la provincia y cuyo regidor, además, ha pasado a trabajar como asesor del PP en la Diputación sevillana. Esta política de fichajes externos ha provocado malestar en militantes históricos y la dimisión de concejales y dirigentes en municipios como Dos Hermanas, La Rinconada, Villaverde del Río, El Pedroso o Lora del Río, aunque el caso más sonado ha sido el del presidente de Nuevas Generaciones, algo que desde la dirección provincial se asume como un mal menor y una reacción absolutamente minoritaria.
Pero el foco más significativo se concentra en esos municipios que siempre fueron hostiles al PP. En el entorno del presidente andaluz perciben “más receptividad a dar el paso y convertirse en candidatos nuestros”. “Desde las andaluzas, hay más calor social, más sintonía social, gente que antes no se atrevía a dar el paso, ahora está dispuesta”, advierten estas fuentes. Para el PP el 28M es una primera vuelta para las generales de final de año y Andalucía, con 6,5 millones de votantes, es el principal termómetro para medir si hay un cambio de ciclo que arrastre al Gobierno de PSOE y Unidas Podemos.
La consigna de Moreno a sus candidatos municipales es replicar lo conseguido en las andaluzas: al PP le basta con ser el partido más votado en unos comicios locales para lograr alcaldías sin necesidad de pactar con Vox, siempre que una coalición de izquierdas no lo impida. Al contrario que en las autonómicas, la Ley Electoral permite gobernar en minoría a la fuerza más votada en la investidura, eliminando el dilema envenenado de posibles pactos con la ultraderecha que pongan en un aprieto a Alberto Núñez Feijóo meses más tarde, en las generales. “Aquí no va a haber el riesgo de Castilla y León. La idea es gobernar solos, no hacer gobiernos de coalición con Vox seis meses antes de las legislativas”, avisan.
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