El Correo de Andalucía, un periódico histórico que no quiere escribir su final
“Ni un solo trabajo, ni una línea, ni una letra de la nueva publicación deje de encaminarse a la defensa de la verdad y de la justicia. Antes de faltar a esas normas, que El Correo muera”. Son palabras que, 119 años después, cobran triste actualidad. El Correo de Andalucía, uno de los diarios más antiguos de España, está cerca de engrosar la larga lista de periódicos desaparecidos.
Pero no es el epílogo de un diario cualquiera. Contra el final de aquella consigna de su fundador, el arzobispo de Sevilla Marcelo Spínola, luchan estos días sus trabajadores, que afrontan un despido colectivo que podría ser definitivo después de dos décadas convulsas y seis ERE desde 2000, cuando salía a la calle cada día gracias al trabajo de más de 120 profesionales.
Ahora quedan 29. Solo uno ha dejado de recibir el documento en el que consta el inicio de un despido colectivo. Para este viernes a las 12h, los trabajadores han hecho un llamamiento a la ciudad de Sevilla con el objetivo de que apoyen en la Plaza Nueva la supervivencia de un medio de comunicación que, más allá de intereses empresariales, contiene toda una historia de periodismo e información.
El Correo de Andalucía nació el 1 de febrero de 1899. La arenga de Spínola la hizo constar en 'Sevilla: crónicas del siglo XX', de 1976, el periodista y escritor Nicolás Salas, fallecido en febrero, pero “la historia de El Correo es la historia de persecución por parte de los distintos poderes”, narra a eldiario.es Andalucía Juan Holgado, subdirector del periódico al final de la dictadura de Franco.
Como recuerda Holgado, de 80 años, el decano de la prensa de Sevilla ha pasado por varias manos. “Como decía la cabecera, era un 'diario católico de noticias'. Luego también estuvo la etapa del PSOE y ahora parece que no está en manos muy limpias”, señala en alusión al Grupo Morera & Vallejo, que en 2013 se hizo con la edición hasta la presentación de despido colectivo anunciado hace nueve días. Rafael Sánchez Arraiz y José de Medina Togores fueron algunos de los primeros directores de El Correo, antes y después del acuerdo entre Editorial Sevillana y Editorial Católica de Madrid, en 1924, para impulsar el diario.
Controlado por capital católico en su totalidad, El Correo vio cómo en 1986 el exdiputado de UCD Arturo Moya se convirtió en presidente de Editorial Sevillana. Un tercio del diario siguió en manos de el Arzobispado de Sevilla, el Obispado de Córdoba y la citada Editorial Católica, responsable del Ya. El resto pasó a Moya y a Emilio Martín, ligado a Mundicom, una empresa próxima al PSOE. De tiempos más recientes cabe resaltar la llegada del Grupo PRISA, que vendió su participación en 2007 a Alfonso Gallardo S.A., un grupo empresarial de Extremadura. La llegada de Morera & Vallejo fue, como se ha dicho, en 2013.
“Yo entré en 1966, año de las primera elecciones sindicales”, recuerda Juan Holgado, autor en 2009 del libro 'Tiempo de riesgos. El mundo del trabajo en El Correo de Andalucía desde 1966 hasta 1976', donde homenajeó las páginas que comenzó a publicar El Correo sobre información laboral. Tantos años después, son ahora los integrantes del periódico los que viven su particular via crucis laboral. “Lo de El Correo es una maldición. Allí yo conocí a Juan, en 1970, cuando el cura José María Javierre era el director”, apunta María Jesús, esposa de Holgado, antes de pasarle el teléfono.
Ocho años después de su entrada en el periódico, en octubre de 1974, Holgado publicó su entrevista más sonada de la historia de El Correo. Nada menos que la primera entrevista realizada a Isidoro (Felipe González) tras ser elegido secretario general del PSOE en Suresnes (Francia). “Tuve la suerte de hacérsela. El Correo contaba lo que los españoles no sabían, pero los dos pasamos la noche en comisaría. A mí fueron a buscarme al periódico y a él fueron a su casa a detenerlo. Tuvo que venir desde Madrid a Sevilla. Tras una noche con él en los calabozos, salí en libertad, aunque con mi coche embargado. El tribunal de orden público me acusaba de apología del delito”, cuenta el periodista.
Dos años más tarde, en 1976, Holgado tuvo que prestar declaración ante un juzgado militar por otra entrevista, en esa ocasión al excomandante Luis Otero, miembro de la Unidad Militar Democrática, “sobre la intencionalidad con que se había formulado una de las preguntas de la entrevista”, según recogía en aquella fecha el diario ABC. Sobre la situación actual de El Correo, Holgado señala que “hay que contar a los lectores la verdad de lo que está ocurriendo”, recordando en especial la figura del periodista Federico Villagrán, también director del periódico en aquella época.
Otra persona que conoce bien, por su experiencia, los entresijos y la historia de El Correo es Antonio Zoido, director de la Bienal de Flamenco que, con 74 años, considera que el cierre del decano de Sevilla es “una tragedia”. “Yo a la gente le digo muchas veces que a ver qué hacemos cuando se vaya la luz. Pues aquí se está a punto de ir la luz”, señala Zoido, historiador y colaborador del periódico.
“Cuando sucede algo así, quien lo paga es la historia, la historia de la ciudad. Se está perdiendo un pedazo de historia, aunque mucha gente no sea consciente de ello. He pensado estos días qué pasará con el gran archivo de El Correo. Todos necesitamos alguna vez un archivo, para ver qué paso, para documentarnos. A ver qué pasa después de esta 'espantá'. ¿Pasarán los archivos a la hemeroteca municipal?”, se pregunta Zoido, que cuando hace unos años ejerció de comisario para la exposición 'Noticias de un Siglo' se dio cuenta de “la importancia de recoger las noticias”, confiesa.
La cita de Marcelo Spínola que abría esta información tenía un cierre, según Nicolas Salas, que, por qué no, puede que también tenga que ver con los últimos tiempos que vive El Correo de Andalucía: “Hay diversas clases de periódicos. Los unos son noticieros, y satisfacen una necesidad y una flaqueza nuestra; [...] Muchos otros son políticos, pues la politicomanía es una de las enfermedades del siglo [...]. Otros son de intereses puramente materiales, ocupándose en las cuestiones que a la producción, desarrollo y distribución de la riqueza se refieren”.