Adrián Gavira, cuando la playa no es sólo un esparcimiento
Cualquiera minusvaloraría el hecho de contar en Andalucía con uno de los mejores jugadores de voley playa, ya que la región cuenta con cientos de kilómetros de costa que hacen posible, además del esparcimiento ocioso, la práctica deportiva. Sin embargo, pocos han alcanzado el éxito en esta modalidad como el gaditano Adrián Gavira, quien cuenta a sus espaldas con una década de prestigiosa trayectoria, la mayor parte junto a su actual pareja, Pablo Herrera, referente de este deporte.
“Me acuerdo de verlo por la televisión en los Juegos Olímpicos de Atenas, en 2004”, rememora Gavira sobre su compañero desde hace nueve temporadas, plata en aquella cita olímpica, con quien ha cosechado numerosos triunfos a nivel nacional, europeo y mundial. Sólo en esta temporada, comenzada en febrero, suma dos oros, cuatro platas y ocho bronces en el circuito del World Tour.
Ambos deportistas descansaron de la competición varios meses tras los Juegos de Río de Janeiro, donde cayeron en la primera eliminatoria de la fase final tras haber realizado una prometedora primera fase. Fue un revés que debía superarse, como ya hicieron tras la anterior cita olímpica, en Londres, donde el resultado fue similar. “Necesitábamos este descanso para retomar fuerzas e ilusión de cara a la nueva temporada”, reconocía el jugador gaditano, quien se ejercitaba en tierras canarias junto a parejas de todo el mundo durante la pretemporada invernal.
Adrián Gavira Collado (San Roque, 1987) lleva desde 2008 en la élite profesional. En su último año de juvenil, en 2007, logró la la plata en el Mundial de Módena y Pablo Herrera se fijó en él. Desde 2009 son compañeros inseparables en las pistas de arena de todo el mundo, siendo aquel año el de mayor recolección de metales: dos oros, una plata y cinco bronces.
En 2013 llegó el triunfo en el Europeo de Klagenfurt (Austria), éxito que esperan repetir esta temporada, donde el objetivo también se centra en el Mundial, además de otros más asequibles como “disfrutar de lo que hacemos”, evitar lesiones graves y encontrar un buen nivel de juego y sensaciones, con lo que “llegarán los buenos resultados”.
De momento, la pareja Herrera-Gavira cursa un irregular arranque de temporada. En febrero hubo decepción en Estados Unidos. La constancia, el esfuerzo y la incesante dedicación les permite mantener la cabeza en el escalafón mundial: esta semana estaban situados en la cuarta plaza. Las tierras chinas de Xiamen son su próximo horizonte. Allí esperan repetir la victoria lograda el año pasado.
Lejos quedan los inicios del jugador sanroqueño en su tierra natal, tras pasarse del fútbol al voleibol y luego, en verano, al voley playa, deporte al que se aficionó y que lo obligó a entrenarse en cuerpo y alma. Todavía en categoría amateur, jugó un año en Marbella y realizó pruebas en el CAR de Barcelona, donde acudió por Sixto Jiménez, entonces seleccionador nacional de categorías inferiores y actual técnico de la absoluta, que se había fijado en aquel chaval gaditano.
El técnico lo convenció para asistir al Centro de Tecnificación Deportiva de Arona, en Tenerife, algo de lo que Gavira no se arrepiente. Allí aprendió “todo lo que sé de este deporte”, no sólo en el plano técnico sino en el psicológico, desarrollando una mentalidad ganadora y de sufrimiento dentro de la pista, así como a entender que nadie regala nada y que el éxito se debe a la dedicación y al sacrificio diarios.
Con esta filosofía espera continuar su carrera deportiva muchos años más Adrián Gavira, quien se plantea repetir la experiencia olímpica y llegar en las mejores condiciones a Tokio 2020. A pesar de cumplir los 30 este año, el gaditano se fija en una de las mayores leyendas de este deporte, el brasileño Emanuel Rego, retirado en 2016 a los 42 años y en la élite profesional hasta poco antes de su adiós.
Figuras de esta categoría son muy respetadas y queridas en sus países de origen, algo que echa en falta el de San Roque en España, achacándolo a la dictadura deportiva mediática que mantiene el fútbol. El deseo de Gavira es que el voley playa disfrute de mayor atención que la que se presta exclusivamente en los Juegos Olímpicos y que se valore el trabajo diario de muchos deportistas que no ganan millones pero que llevan con orgullo la bandera del deporte español.