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Afananza Pandillar

El líder del PP, Pablo Casado, sale de un desayuno de Nueva Economía Forum, en el Hotel Mandarín Oriental, a 27 de octubre de 2021, en Madrid, (España).
31 de octubre de 2021 21:03 h

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Qué suerte tuvimos. Forges es un humorista serio, no todas las sociedades en transición lo han tenido. En cierto sentido, una parte de mi generación es hija de Forges.

Cuando definió a Alianza Popular como Afananza Pandillar, no solo acertó en aquel instante con su humor serio; además, estaba siendo profeta, supo que aquel cambio de piel franquista iba a ser un río atmosférico (que ahora sabemos que existen en meteorología). Un río de corrupción que lo sobreviviría y llegaría a nuestros días.

Afananza, de afanar, llevárselo calentito; pandillar, de pandilla, que dice la RAE que es un grupo para delinquir. Aquí Forges se adelantó incluso a la justicia, que se refirió a la pandilla, alguna década después, como organización para delinquir.

Alianza Popular se fundó por un grupo de franquistas. Los siete magníficos les decían. Manuel Fraga, uno de ellos. Allí nació el río. Un río nunca es el mismo, está claro, tiene razón Pablo Casado; pero en éste, desde que nació hasta que desemboque, no se sabe dónde, siempre han sido las mismas aguas sin reciclar. Será endorreico.

Pablo Casado, como antes José María Aznar, dice que este PP de ahora no tiene que ver con el de antes y, también, dicen ambos que sus devenires, antes y ahora, son incompatibles con la corrupción. Pero son el mismo río

Decía uno de sus tesoreros, Ángel Sanchís -al que sucedió otro que también tuvo problemas de entendimiento con la justicia, Rosendo Naseiro- que Alianza Popular se abastecía de donativos como otros; Luis Bárcenas, tesorero de la misma estirpe, asegura que ya entonces había caja B y sobres. En geografía política habría que acuñar eso de “ríos en B”.

Estos tesoreros acreditan una trayectoria tan rica que no sería de extrañar que los niños en un futuro se sepan su lista como la de los reyes godos. Claro que Pablo Casado, como antes José María Aznar, dice que este PP de ahora no tiene que ver con el de antes y, también, dicen ambos que sus devenires, antes y ahora, son incompatibles con la corrupción. Pero son el mismo río.

Al PP, sucesor de AP, Afananza Pandillar, le han venido otras condenas y las que vendrán. Pero, impasible el ademán, la pandilla en esto está unida y tiene un electorado que no hace ascos. Sus máximos mandamases, Aznar y Rajoy entre otros ilustres, negaron en sede judicial, antes en sede parlamentaria, que hubiera caja B. Pero la justicia es benévola con ellos -no dan patadas-; sus señorías en sus sentencias sajan con precisión como el mejor de los cirujanos. Además, los auxiliares de la justicia no acaban de dar con M. Rajoy. Los apandillados se esconden y lo de pedir perdón no está en su catecismo.

El PP puede seguir corrompiéndose y, de camino, corrompiendo la democracia por delante o por la puerta de atrás, pero estas condenas no le afectan. Sus diputados son finos, bien peinados, americana apretaita

En el sistema de pesas y medidas de la democracia, ni las leyes ni  el Tribunal Supremo, ni el Tribunal Constitucional, ni la presidencia del Congreso de los Diputados han establecido equivalencia en pérdida de escaños para estas prácticas corruptas, una especie de escandallo democrático. El PP, persona jurídica, no se presenta a las elecciones, sino personas físicas que son los dueños de los escaños. Ahí está el quid: el PP puede seguir corrompiéndose y, de camino, corrompiendo la democracia por delante o por la puerta de atrás, pero estas condenas no le afectan. Sus diputados son finos, bien peinados, americana apretaita, con gomina o laca, y no dan dudosas patadas a policías, faltaría más; dan patadas ciertas a las leyes y a las instituciones democráticas.

Alianza Popular, para evitar el tufo franquista, sus corrupciones y sus fracasos electorales, se mudó de piel pero el relleno era el mismo. Estuvo dando tumbos, se cambió a Partido Popular y en la mudanza se llevó a todo el personal, incluidos Fraga, Aznar y los tesoreros. Y hasta aportó al neonato PP un edificio importante en el Madrid que importa, en la calle Génova 13, con el dinero de donaciones, se supone.

Ante tanta condena, Pablo Casado y su compañía anunciaron que cambiarían de sede: la 13 rue del Percebe de la corrupción, heredada de Afananza Pandillar. Ahora, la derecha española quiere purificarse cambiando de casa. Antes lo intentaron cambiando de piel. Unas veces de piel, otras de casa matriz, pero siempre el mismo río de corrupción. Y los ERES . 

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