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¿Por qué es clave que el feminismo haya ganado a los malos presagios?

Participantes en la manifestación de este 8M de la Asamblea Feminista Unitaria de Sevilla.
10 de marzo de 2023 21:05 h

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La historia de este 8M 2023 ya estaba escrita. Y tenía que ser un estrepitoso fracaso. Sí o sí. Ayudaba a preconizar el desastre el despropósito del choque de trenes en el Congreso de los Diputados entre PSOE y Unidas Podemos a cuenta de la ley del solo sí es sí justo la víspera del Día de la Mujer. Un disparate que ni orquestado por un complot de la derecha, la ultraderecha y la caverna mediática para boicotear el quinto aniversario del histórico 8M de 2018.

Periódicos, radios y TV estuvieron desmovilizando desde bien temprano este miércoles, encima lluvioso, repitiendo el mantra de lo “desunidas” y “enfrentadas” que estábamos las feministas. Por supuesto con honrosas excepciones como la de elDiario.es que en portada lógicamente informaba del choque político en el Parlamento pero llevaba también una guía con horarios y recorridos, la denuncia de la impunidad de la campaña anti 8M de 2020 y artículos y podcast con datos y argumentos para animarse a manifestarse. Incluso al día siguiente, el 9M, mucha prensa no se bajaba del carro diciendo que todo había sido un fiasco fiel al famoso primer mandamiento de su deontología: “No dejes que la realidad te estropee un titular”.

Sin embargo, resulta que este 8M ha sido otro exitazo. Si mañana hubiera una manifestación pongamos de partidarios de vallar toda España contra la migración, o de prohibirnos a las mujeres cualquier trabajo no doméstico, o de arrebatarnos el derecho a abortar o de los del #SánchezVeteYa y la protesta ocurriera en las 17 autonomías, capitales de provincias y otros muchos municipios –solo en Andalucía ha habido 67 manifestaciones 8M–, con cifras de participantes como  40.000 en Barcelona, 27.000 en Madrid, 20.000 en Granada y Bilbao, 16.000 en Valencia, 10.000 en Zaragoza y Sevilla… ¿Los medios hablarían de descalabro o de triunfo?

Las grandes marchas de este 8M, en su inmensa mayoría unitarias pese a la insistencia mediática en “la desunión” que quería ser una profecía autocumplida, prueban la fuerza del feminismo para conquistar derechos.

Los datos evidencian unas primeras consecuencias de este exitoso 8M 2023:

  • Que el feminismo de calle, real, de la gente está más unido y es más responsable que su representación política.
  • Que la movilización feminista española es tan fuerte como para vencer a la hostilidad de un ecosistema mediático mayoritariamente conservador y machista.

El 'madridcentrismo' nubla las entendederas

Achacar al feminismo un fracaso este 8M porque la participación, que supera la del 2022, no alcanza la histórica de 2018 es una injusticia manipuladora. Ese año había huelga de mujeres en 170 países y con ese ímpetu (y gran implicación por sectores profesionales como #LasPeriodistasParamos) salieron en las mayores de las 120 manifestaciones españolas, las de Barcelona y Madrid, 200.000 y 170.000 feministas.

Pero las feministas no estamos obligadas a batir récord mundiales cada año. Ese nivel de exigencia es otro machismo más. Tampoco ningún 15M ha igualado aquel 15M de 2011. Y a diferencia de aquel movimiento de protesta, los 8M mantienen en alto su poder de convocatoria.

Ni el choque de trenes PSOE-UP, más inoportuno imposible que en vísperas del 8M, ni que hubiera dos manifestaciones distintas en ciudades como Madrid que han sido la minoría ha impedido que este año se hayan manifestado más feministas que el pasado.

Aquí lo que han fallado son las predicciones de fracaso feminista. Y no solo por el machismo mediático ya apuntado. Otra lección que aprender es que, como desde la periferia repetimos insistentes, el madridcentrismo causa ceguera, lleva a error. Desvirtúa la radiografía de la España real. En este caso se ha magnificado que en Madrid hubiera dos manifestaciones 8M distintas, como también pasaba en Valencia, Sevilla y otros casos minoritarios frente a la aplastante mayoría de ciudades donde las feministas marcharon unidas pese a diferencias.

La clase política, sobre todo el arco progresista, debe sacar conclusiones de la lección de la calle. Sin duda no es casual que justo tras el 8M el PSOE se haya lanzado a querer cerrar acuerdos con UP sobre pensiones y viviendas. Ahí un efecto fulminante del feminismo ciudadano: dejar claro que no se está la gresca vacua sino a lo importante.

Y quizá la estrategia electoral aconseje tanto al PSOE como a Unidas Podemos, en pleno año de votaciones municipales, autonómicas y generales, indignar mucho a los suyos para movilizar y tratar de captar votantes nuevos abriendo su abanico en el primer caso a la derecha y en el segundo a la izquierda.

Pero no pueden faltar al respeto de tantas feministas serias, ni con toda la involución que subyace en la barbaridad de la Ministra de Justicia Pilar Llop al decir que la agresión sexual se prueba de forma muy fácil mostrando una herida, ni con la inmadurez que evidencian las bochornosas actitudes de la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez 'Pam'.

En lo que respecta a los medios informativos, creo que si aquellos obsesionados por influir en la realidad para adaptarla a sus intereses no reflejan lo que la gente hace y quiere, solo cosecharán el abandono social, mientras los que estemos más atentos seguiremos creciendo.

Las mujeres sabemos lo que vivimos

La clave del éxito del 8M es que nosotras sabemos lo hartísimas que estamos. Lo sabemos las veteranas, las maduras y esa juventud comprometida, alegre y llena de energía, respetuosa, inclusiva, internacionalista y abierta de miras que son la mejor noticia.

Estamos hartísimas de cobrar menos, hartísimas de sufrir más paro, hartísimas de tener los peores puestos en todas las profesiones y de encarnar a los sectores más precarizados como el de empleadas domésticas o kellys de hoteles mientras es una proeza ascender a puestos directivos, hartísimas de ser invisibilizadas en foros, instituciones, en el canon de la ciencia y el arte, de que nos ninguneen o traten con paternalismo, hartísimas de ser el puntal de las familias para hijos, abuelos y compañeros, de recibir las peores pensiones porque al final todo nos ha hecho cotizar menos, hartas de carecer de tiempo para nosotras y tener la cabeza en mil cosas, de sufrir más ansiedad y depresión y, encima, padecer la tiranía estética y el horror del acoso, el maltrato, la violación y los asesinatos.

Igual que la maquinaria mediática no pudo ascender a Albert Rivera a presidente del gobierno por más empeño que puso en ello tampoco va a lograr parar al feminismo insistiendo en que está dividido.

Nos revuelven e impulsan casos de ahora mismo como la violación múltiple a la menor de Badalona o los abusos de un profesor denunciados por estudiantes de Arte Dramático de Sevilla, o el acoso sexual en su puesto de la Universidad de Granada que ha hecho público la doctoranda Noelia Pérez al recibir un premio por su expediente, desolada por la inacción de la institución académica.

Que lo entienda el más obtuso: igual que Albert Rivera no llegó a presidente del Gobierno por más que se empeñaron en llevarlo a tal puesto el Ibex35 y la gran industria mediática, a las feministas no nos van a parar por mucho que se obcequen. Seguiremos adelante hasta ganar la igualdad que nos pertenece.

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