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Susana Díaz, por sevillanas
Desde que disolvió el Parlamento andaluz y convocó elecciones autonómicas para el 2 de diciembre, Susana Díaz no para de repetir el mismo mensaje plano y de lucir imagen de emoticono sonriente, siguiendo el consejo de la tonadillera-gurú: ¡dientes, dientes! “Quiero una campaña con acento andaluz, que hablen bien de nosotros, con alegría, que en cinco años mi Gobierno no ha tenido ni una mácula de corrupción, que cuando pasó eso yo estaba en COU, que estoy feliz, plenamente feliz, que me dicen por la calle que no me meta con nadie, que desde que soy presidenta el paro ha bajado en 500.000 personas”, dice.
Estas palabras dan para componer la letra de una sevillana o de una copla y trasladar una imagen de Andalucía muy de Canal Sur, un mundo feliz, pionero y vanguardista en el que el PSOE plantea la disyuntiva de que lo que se elige es o ella o el caos, el bloqueo y la repetición de elecciones.
Estos mensajes no son improvisados. El PSOE de Andalucía es una empresa muy profesionalizada, casi siempre con superávit, en donde se sale a ganar las elecciones al día siguiente de haber vencido en las últimas, con una maquinaria electoral en perfecto estado de revista y donde las críticas internas enmudecen porque, como tienen bien aprendido todos desde chicos, con las cosas del comer no se juega. Van todos a una.
Los argumentarios en el PSOE de Andalucía no son ocurrencias. No nacen de una ventolera, sino de los datos demoscópicos. Y a partir del análisis de los mismos establecen su estrategia. Estos datos le indican al PSOE que la gente está harta de la crispación y que, por lo tanto, el ruido no le interesa.
La oposición intentó en la legislatura recién acabada que Susana Díaz bajara al barro y nunca lo consiguió. Uno de los ejemplos más claros ocurrió durante su comparecencia en la comisión de investigación de los cursos de formación. El PP le reprochó que las nóminas de su marido figurasen en la relación de gastos de varios cursos en calidad de auxiliar administrativo de un instituto público. Y su respuesta fue: “¿Qué quiere que le diga? Me he casado con un tieso, pues sí”. También le mostró el PP la portada de un periódico con un bogavante de considerable tamaño para ilustrar las cenas a políticos pagadas con cargo a un curso. “Yo el marisco me lo como en mi casa”, despachó. Los titulares del día siguiente recogieron eso, otro esbozo de letra de sevillana. “Me casé con un tieso y el marisco me lo como en mi casa”.
En la mesa camilla de Díaz, el núcleo de decisión más reducido, se sientan cuatro hombres: el secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Cornejo; el vicepresidente de la Junta, Manuel Jiménez Barrios; el portavoz parlamentario, Mario Jiménez; y el secretario general de la Presidencia, Máximo Díaz Cano. A ellos se les atribuye el diseño de esta campaña hipotensa, en la que por ahora no ha entrado en escena el capítulo del programa y las ofertas.
“Nos interesa vender futuro, esperanza y propuestas en positivo, eso es lo que quiere la gente”, asegura una fuente socialista sobre la campaña de la candidata. “El Partido Popular y Ciudadanos se están matando por el espacio de la derecha y nos están allanando el camino. Que el candidato de Ciudadanos diga que en Andalucía hay una dictadura, nos deja mucho espacio por esa banda. Es de una gran torpeza que alguien que ha estado apoyando durante tres años y medio a los dictadores, diga eso”, añade. Por el momento, la campaña de Adelante Andalucía (la suma de Podemos de Izquierda Unida) no les preocupa porque sencillamente no la ven.
Otros analistas coinciden en que la bronca entre Ciudadanos y PP le permite a Díaz situarse por encima y acudir a esta campaña más como presidenta que como candidata. “La radicalización de PP moviliza a su electorado, pero también al de la izquierda. Defender que hay que volver a la ley del aborto de 1985 es una declaración que pone en pie de guerra al sector de la población más movilizado, que es el de las mujeres; y decir disparates sobre los andaluces, también”, asegura una de las fuentes consultadas que, sin embargo, advierte: “El problema de las campañas planas es que si ocurre cualquier episodio tu capacidad de reacción es limitada”.
“Está haciendo lo que le interesa”
No obstante, sacar a Díaz del carril escogido no es fácil, como bien saben la oposición y los periodistas. La fórmula de moda elegida por la presidenta andaluza ante preguntas incómodas es la de responder con un “estoy feliz” o simplemente no responder alegando que “no tiene información”, como pasó en la entrevista del programa 24horas de TVE cuando le preguntaron sobre el rifirrafe entre el Gobierno central y el Vaticano sobre el traslado de los restos de Franco. Eso sí, dos días antes criticó con soltura al ultraderechista brasileño Bolsonaro.
“Está haciendo lo que le interesa. Ella está viendo que la derecha está muy crispada y que no le viene bien competir en ese terreno. También el PSOE ha lanzado el mensaje de que puede haber repetición de elecciones porque la oposición va a bloquear su investidura”, apunta otro dirigente sabedor de la alta puntuación que los ciudadanos dan a la estabilidad y de que todas las encuestas (la del CIS de 5.000 entrevistas saldrá dentro de poco) dan al PSOE como caballo ganador.
Por el contrario, otros analistas destacan la similitud del mensaje de campaña con el que Díaz intentó ganar las elecciones primarias en su partido frente a Pedro Sánchez. “No es que sea plano, es que no tiene discurso, que no dan más de sí”, opina esta fuente. En esa competición, que perdió estrepitosamente, la letra escogida, con los mismos asesores de ahora, fue “el PSOE es mucho PSOE, me gusta ganar, tengo ilusión, el PSOE es muy grande y hay que mirar a los ojos a las personas, no mirarse el ombligo”. Está por ver si las sevillanas de Susana Díaz servirán para ganar otra vez y sumar 40 años seguidos en el Gobierno andaluz, si cantarán “Por el Puente Triana, oui, pasa la Reina” o “Cuando un amigo se va”.
Desde que disolvió el Parlamento andaluz y convocó elecciones autonómicas para el 2 de diciembre, Susana Díaz no para de repetir el mismo mensaje plano y de lucir imagen de emoticono sonriente, siguiendo el consejo de la tonadillera-gurú: ¡dientes, dientes! “Quiero una campaña con acento andaluz, que hablen bien de nosotros, con alegría, que en cinco años mi Gobierno no ha tenido ni una mácula de corrupción, que cuando pasó eso yo estaba en COU, que estoy feliz, plenamente feliz, que me dicen por la calle que no me meta con nadie, que desde que soy presidenta el paro ha bajado en 500.000 personas”, dice.
Estas palabras dan para componer la letra de una sevillana o de una copla y trasladar una imagen de Andalucía muy de Canal Sur, un mundo feliz, pionero y vanguardista en el que el PSOE plantea la disyuntiva de que lo que se elige es o ella o el caos, el bloqueo y la repetición de elecciones.