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PESCA
Las 500 familias de pesca artesanal de Conil y La Línea se reivindican como “garantía de seguridad” frente a la captura ilegal

Los barcos artesanales van cargados de nieve para el sacrificio y conservación del pescado

Sara Rojas

23 de marzo de 2023 22:14 h

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Zarpan de madrugada en sus barcos artesanales, cargados de aparejos tradicionales y nieve para garantizar la calidad del pescado. Son “los guardianes de la costa”, como los apoda Nicolás Fernández, presidente de la Organización de Productores Pesqueros Artesanales Conil/La Atunara (OPP72), ensalzando el valor diferencial que reporta la pesca artesanal para la sociedad y su entorno.

“Es una pesca de pequeña escala, de familia, del día, con embarcaciones pequeñas - miden menos de 12 a 14 metros de eslora - y cercana a la costa, que utiliza la artesanía para trabajar el producto”, explica este ferviente defensor de los pesqueros artesanales, que lleva desde 1987 administrando la lonja de Conil de la Frontera y desde mayo de 2022, al frente de la Red Iberoamericana de Pesca Artesanal. “Y cada día estoy más convencido de la importancia que tiene [esta actividad] para nuestras costas y comunidades pesqueras”, insiste el gerente de las lonjas gaditanas a elDiario.es Andalucía, en su visita a Sevilla para presentar el proyecto “Custodia Alimentaria”.

Con esta campaña, la OPP72 trata de poner fin a la pesca ilegal. “Esa comercialización por detrás del mercado regulado” que está “matando a organizaciones como la nuestra” y poniendo en riesgo la seguridad del consumidor, según ha manifestado Fernández durante el acto. Acompañado de Rafael Salado, presidente de la Asociación de Vinos y Licores de Sevilla (“porque no hay nada como un buen maridaje”), ha explicado que “la custodia alimentaria lo que hace es garantizar al restaurador o la pescadería” que el producto que le sirve al consumidor “es de pesca sostenible y legal”, esto es, cuenta con “todos los controles higiénico-sanitarios” que garantizan su “trazabilidad y seguridad alimentaria”.

Del mar a la mesa con una app móvil

Aunque se conoce que el pescado es un alimento fundamental para una buena alimentación - tanto que “recomiendan comerlo tres veces a la semana” -, Fernández reivindica que “no vale cualquier producto”. En este sentido, apuesta no ya por “buscar lo más económico”, sino “lo más seguro, sostenible y que te dé más garantía”.

Para facilitar esa búsqueda, uno de los pilares fundamentales del proyecto radica en impulsar la comercialización digital a través de una aplicación que permite a pescaderos y restauradores de cualquier lugar del mundo pujar en tiempo real por los lotes de pescado o marisco que se subastan en las lonjas de Cádiz. Aceptada la puja, los compradores recibirán los productos adquiridos en su domicilio al día siguiente, gracias al convenio con la Plataforma de Comercialización de Venta Online, que se encarga de la logística.

“Esta nueva plataforma de comercialización online supone una revolución en la forma de adquirir los productos pesqueros, tanto por parte de pescaderías como de restaurantes, ya que son ellos los que directamente adquieren el producto”, recortando los intermediarios y, en último término, el precio final a pagar, según defienden desde la OPP72. La iniciativa entronca con la directriz europea “del barco a tu mesa”, que aboga por hacer llegar los productos al consumidor final con garantías de que han pasado todos los controles sanitarios que avalan su seguridad.

Una actividad pesquera milenaria

Más allá de abrir el mercado de las lonjas gaditanas al resto de provincias, la OPP72 advierte que está en juego el futuro de la pesca artesanal (y de las 2.000 personas que viven de ello en los dos puertos gaditanos), a tenor de las amenazas que la acechan. “Existe un gran nivel de furtivismo en la pesca recreativa y profesional”, denuncia el gerente de la organización de pesqueros artesanales en Conil y La Línea, preocupado por el devenir de una actividad que ve “lastrado su potencial” por las “cifras alarmantes” de captura y pesca ilegal que se registran en Andalucía.

A modo de ejemplo, recuerda que hace unos años, para proteger el atún rojo, se recortó a la mitad la cuota profesional que se le asignaba a la flota profesional, pasando de 22.000 toneladas a 11.500. Sin embargo, la comunidad científica estimó por entonces que la comercialización de esta especie giraba en torno a las 65.000 toneladas, atribuyendo la diferencia a la captura ilegal, de acuerdo con este profesional.

“Hace falta educar a la sociedad en valores de seguridad y garantía de calidad”, manifiesta a este periódico Nicolás Fernández para señalar a continuación que “si existe la venta ilegal es porque hay gente dispuesta a comprarla y hace falta entender que no es lo mismo adquirir un producto legal que uno furtivo”. En aras de combatir esa pesca no declarada y no reglamentada que va en detrimento de las garantías del consumidor, la OPP72 ha comenzado a diferenciar las especies de Conil y La Atunara con etiquetas que dan cuenta al comprador de “la sostenibilidad, transparencia y calidad” de este “producto local de km 0”.

Así pues, a través del código QR que aparece en la etiqueta (amarilla en el caso del pescado y azul en las chirlas), se puede acceder a la historia del alimento: nombre del patrón del barco, fecha, lonja de procedencia, entre otros datos que permiten reconstruir el trayecto del producto desde el momento de su captura hasta que llega al consumidor. De esta forma, tratan de poner en valor los procedimientos de pesca, sacrificio y manipulación, tanto abordo como en tierra, que llevan a cabo los pescadores artesanales. Este grupo de 500 profesionales faena en los puertos de Conil y La Línea a poca distancia de la costa con pequeños barcos, empleando artes de pesca “sostenibles” y milenarias como el trasmallo, las nasas o el palangre, que les permite vincular su actividad “al buen trato del producto y a un alto nivel de frescura”.

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