Somos mujeres creyentes, educadas en la fe y por opción seguidoras y discípulas de Jesús de Nazaret, este hombre que, sin saber de feminismo, intentó cambiar, con su hacer transformador, el trato con las mujeres y con todas las personas que en aquella sociedad judía estaban estigmatizadas y, por tanto, excluidas de relaciones sociales y comunitarias.
Esta fe es la que hace que nosotras, junto a mujeres creyentes y no creyentes, comprometidas en la defensa de los derechos humanos y activistas en la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) apoyemos la Revuelta de las Mujeres.
La Iglesia es y continúa siendo heredera, en algunos aspectos, del judaísmo, cuando sigue dando la primacía a los varones y silenciando a las mujeres, incluso reforzando categorías y roles patriarcales que han devaluado el trabajo de las mujeres, invisibilizándonos, inculcándonos sumisión y, en fin, acallando a veces con desprecio la formación y cualidades que hemos puesto y continuamos poniendo en juego, sin tener posibilidades de participar en los órganos de decisión y gobierno. Lo vivido en el espacio eclesial respecto al patriarcado lo compartimos en todos los ámbitos sociales, donde también, durante siglos, las mujeres hemos venido siendo silenciadas.
Hace años la Revista Alandar sacó una colección de cuentos (15 sueños y una sueña de Martin Valmaseda), y uno de esos relatos, titulado “He tenido una sueña”, revela de forma gráfica y humorística como los templos se quedarían vacíos sin las mujeres, si no hubiéramos estado ahí y continuáramos estando.
En las redes sociales del movimiento la ‘Revuelta de las Mujeres en la Iglesia’ encontramos estas palabras: “Somos mujeres creyentes comprometidas con la causa de Jesús que luchamos por la renovación de la Iglesia y la transformación social. Queremos alzar la voz y manifestarnos por la profunda discriminación que sentimos en la Iglesia: ¡Basta ya! ¡Hasta que la igualdad se haga costumbre! o aquel otro grito, ¡si las mujeres callamos, gritarán las piedras!”.
La explosión de salida de aquel marzo de 2019 fue el inicio de la toma de conciencia de las mujeres católicas, con un “¡Basta ya!”. También, ese 8 de marzo de 2019, multitud de mujeres, principalmente, ocupamos las plazas y calles de nuestras ciudades unidas bajo el grito de “¡Basta ya de desigualdades, de opresión, de sumisión!
Ambas manifestaciones no surgieron en un día, sino que a través de los años los diversos feminismos han venido gestándose en el interior de los movimientos hasta reunir las sinergias suficientes para salir a la calle. Uno y otro confluyen y, es más, las mujeres de la Iglesia también participamos, reflexionamos, debatimos en los movimientos feministas como bien lo dice Pepa Torres, Trabajadora Social y Teóloga, religiosa, que en el barrio de Lavapiés en Madrid va entretejiendo su vida con las personas vulnerables del barrio, haciendo camino de liberación.
Los testimonios de Christina Moreira, 1ª Presbítera de la Iglesia Católica; Javier Baeza, párroco de San Carlos Borromeo en Madrid; Pepa Monleón, pedagoga, del colectivo Mujeres y Teología; y otras más que aparecen en este vídeo expresan claramente cuáles fueron las motivaciones de la Revuelta:
En Sevilla, Mercedes López Herrera, enfermera y teóloga de la Asociación de Mujeres y Teología de Sevilla, y Pilar Lasheras - ambas de la plataforma de Mujeres Cristianas de Sevilla-, Comunidades de Vida Cristiana (CVX), HOAC Sevilla, mujeres de varias parroquias y Colectivo de iguales, La Poderío, nos explican que el 29 de enero de 2020 iniciaron un grupo de WhatsApp, que el 11 de febrero tuvieron su primera reunión y que el 1 de marzo fue uno de los grupos que se unieron a la Revuelta. Así de fácil y así de rápido conformaron una red espontánea, voluntaria y diversa que traspasa las fronteras, porque, como ellas dicen, se les ha negado la palabra, la voz y el voto, la toma de decisiones y el liderazgo.
Detrás y delante o de fondo hay teólogas internacionales como la brasileña Ivone Gebara, la alemana Elizabeth Shussler Fiorenza y la americana Elisabeth A Johnson, las alemanas Voices of Faith y Catholic Women’s Council, que es un grupo global de redes católicas romanas que trabajan por el pleno reconocimiento de la dignidad y la igualdad en la Iglesia, al que nos hemos afiliado las españolas. Se han atrevido, como alguna de ellas dice, a ponerse las gafas moradas y ver el mundo y la realidad con otros ojos, mirada que confluye con la denuncia que hacemos las mujeres en distintos ámbitos, exigiendo la igualdad como sujetos de pleno derecho. Lo exigen y exigimos en el ámbito académico, en el que hay una gran desproporción entre las teólogas preparadas y los puestos docentes que ocupan; respecto a los cuidados, señalando que es una tarea que se aprende, que no está diseñada solo para mujeres, que el cuidado humaniza, incluido el cuidado de la casa común que es nuestro planeta; por supuesto, exigiendo el acceso al diaconado y presbiterado femenino, que durante siglos han detentado los varones sin ninguna justificación teológica firme y solo basado en una tradición que se ha perpetuado y anquilosado durante siglos; optando por una Iglesia, pueblo de Dios y comunidad fraterna que persigue el proyecto igualitario de Jesús y del Evangelio y no una Iglesia construida sobre el poder, el autoritarismo y el machismo.
En 2021, el Papa Francisco convocó el Sínodo de los Obispos, Por una Iglesia Sinodal, es decir, una Iglesia, un pueblo de Dios que participa en todas sus estructuras, interviene y actúa haciendo camino conjunto, viviendo un proceso al que estamos llamadas todas las personas creyentes y que terminará en 2023. A este proceso se une la Revuelta de las Mujeres o, mejor dicho, añade su experiencia de sinodalidad, de caminar juntas desde tiempos inmemoriales y exigiendo igualdad en dignidad y derechos, convocando el Sínodo de las Mujeres en octubre de 2022 en Roma, donde se entregarán las conclusiones a las que han llegado las mujeres creyentes de todo el mundo respecto a la situación de la mujer en la Iglesia; poder, participación y representación; estructuras y rendición de cuentas; los sacramentos (bautismo, confirmación, penitencia, eucaristía, orden sacerdotal, matrimonio, unción de enfermos, todos ellos administrados por varones) y resistencia y esperanza. Es pues, un movimiento universal de reivindicación de la igualdad y dignidad de las mujeres, que no tiene marcha atrás.
El área de Feminismos de la APDHA está comprometida con todos aquellos grupos que empoderan a las mujeres que han vivido y que viven en exclusión y, por lo tanto, que ven vulnerados sus derechos, como es la experiencia de bastantes mujeres en la Iglesia. Este artículo es expresión de nuestra complicidad y sororidad con la Revuelta de las Mujeres en la Iglesia, porque también algunas de nosotras compartimos este mismo sentir y participamos de ello.
Estamos muy agradecidas a Mercedes López Herrera, que nos ha proporcionado una documentación valiosa para escribir este artículo y de la que nos consta su implicación en la Revuelta de las Mujeres.