Andalucía Opinión y blogs

Sobre este blog

Mar Gallego: “La mayor parte del discurso periodístico sobre prostitución revictimiza e infantiliza a las mujeres”

Desde nuestro trabajo en la APDHA con el colectivo que trabaja en la prostitución, nos hemos ido haciendo conscientes del conflicto existente en la relación entre feminismo y prostitución. La idea de la prostituta como víctima o la censura hacia la actividad que ejerce viene siendo uno de los más habituales problemas que encontramos a la hora de buscar alianzas con y desde el feminismo para la reivindicación de los derechos del colectivo.

Por otro lado, el desconocimiento de la realidad de las personas que ejercen el trabajo sexual y la tendencia a hablar de ellas haciendo falsas generalizaciones y sin escucharlas ni tampoco darles voz, acentúa aún más la distancia ya existente entre la lucha feminista y las trabajadoras sexuales (que por su parte, evitan el contacto con el ámbito feminista al sentirse juzgadas). En este sentido, creemos que los medios de comunicación tienen un papel de vital importancia ante el reto apasionante que la prostitución plantea al feminismo, en tanto pueden y deben acercar la realidad de las personas que ejercen el trabajo sexual en toda su complejidad y desde el compromiso con la defensa de sus derechos.

Nosotras (como miembros del área de prostitución de la APDHA) vivimos con malestar y preocupación que los medios de comunicación únicamente le den voz a un feminismo que tiene una única visión de la prostitución. ¿Está de acuerdo?

Es así. Los medios de comunicación y concretamente las y los profesionales que ejercemos esta profesión hemos dado históricamente una visión sesgada de la prostitución y del trabajo sexual en un sentido más amplio. De hecho, las prostitutas apenas son una fuente de información en estas piezas informativas. Existen, por supuesto, excepciones y en su mayoría vienen de medios que ofrecen informaciones más analíticas. Todavía quedan medios que consideran que el periodismo no puede dejar de hacerse preguntas.

¿Considera que el periodismo tiene cierta obligación de dar visibilidad a las minorías y posicionarse ideológicamente?

La segunda parte de esta pregunta es difícil. Tengo clara la respuesta pero es complicado verbalizarla. Quienes nos dedicamos a esta profesión no somos más que personas intermediarias que están ahí para garantizar un derecho: el derecho a la información sobre el que descansa todo sistema que pretende ser libre y esté basado en la justicia social. Cuando tu herramienta de trabajo ha sido pensada para garantizar un derecho, tu profesión pasa a ser un servicio público. Por tanto, la responsabilidad es abismal y lo que necesitamos para poder garantizar ese derecho es independencia informativa para poder plantear las cuestiones que van en contra de éstos; incluso, pasa por cuestionar el propio derecho si lo que hay detrás de él responde a intereses privados y no públicos. En cuanto a la ideología, la tienen todos los medios y está reflejada a la perfección en sus libros de estilo. Lo primero que aprendemos en nuestra formación es que la objetividad no existe: somos personas subjetivas atravesadas por el discurso, nuestras propias vivencias, etc. Sin embargo, hay medios que siguen jugando con ese concepto de verdad absoluta de una manera mezquina sin sentar sus bases ideológicas. Decir, por ejemplo, que un periodismo feminista es especializado y no “periodismo” sin más, es negar la mirada hetero patriarcal y androcéntrica de todos los medios generalistas. Es sólo un ejemplo; las miradas están ahí y debemos tener honestidad al reconocerlo. En cuanto a las visiones que se consideran minoritarias, es tremendamente importante que el periodismo les de voz ya que, además, de informar, generamos realidades y referentes. Somos también responsables de esto: lo que no se nombre no existe.

Y en este sentido que señalas, de la importancia del periodismo para dar voz a las minorías, ¿Cómo le afecta, como periodista y como feminista, el papel hegemónico que el discurso abolicionista referente a la prostitución tiene en la mayor parte de la prensa?

Me preocupa. Con la prostitución está ocurriendo algo parecido que con la violencia de género: las informaciones nos revictimizan a las mujeres y nos infantilizan: se nos vuelve a considerar eternas menores de edad. Las compañeras de la Asamblea Pro Derechos Trabajo Sexual de Cataluña, compuesta –entre otras- por mujeres que ejercen la prostitución, tienen un mensaje que, desde mi entender, es el más rotundo: “Lo que tenemos que tener claro es que el argumento persistente de que cualquier estrategia que implique reconocimiento de los y las trabajadoras sexuales es una forma de normalizar la trata, es inaceptable, es aberrante y es un ataque a la elección personal de cada cual y a la mirada particular que cada persona puede tener sobre el sexto, su cuerpo y el concepto del trabajo”. Si, como decía antes, la función del periodismo es garantizar los derechos de todas las personas y aquí estamos revictimizando, es que no lo estamos haciendo bien.

¿Cómo lo gestiona personal y profesionalmente desde su activismo?

Personalmente, he crecido rodeada de mujeres que ejercían trabajos gratuitos reproductivos y de cuidados muy duros que acabaron con su salud y que les impidieron desarrollarse plenamente como personas creativas. Mi madre, con una esclerodermia sistémica, tuvo que cuidar durante muchos años a mi abuela: persona gran dependiente. El sistema nunca consideró que fuera trabajadora. Creo que las feministas deberíamos manifestarnos en masa para cambiar las condiciones deplorables en las que se encuentra cada trabajadora y luchar por su reconocimiento mientras se fomenta, a la par, una educación en valores basada en la equidad. Vivimos en un sistema capitalista que nos ha enseñado que la palabra “trabajadora” es sinónimo de dignidad. Aunque esto sea un cuento del propio sistema, es en el que vivimos: no podemos negarle la dignidad a nadie. No se puede construir un futuro desde una base en la que el trabajo de la mitad de la población no se reconoce en igual medida y de manera histórica. Debería estar en cada libro de texto.

La prostitución, por un lado, está invisibilizada y, además, hay muchos prejuicios morales. Al mismo tiempo se le suma un discurso potente en torno a la prostitución que siempre es presentada desde un discurso dual “mujer mala-mujer víctima”, si quiere hablar de prostitución, ¿qué recursos utiliza para evitar estos condicionantes?

Empezaría abandonado la búsqueda de sensacionalismo y de titulares que sólo persiguen el morbo. Luego, tiene que haber un intento de desmontar los mitos y los prejuicios propios y las informaciones no contrastadas. Hay fuentes de primera mano ahí fuera: úsenlas. Existen asociaciones de trabajadoras que se dedican a la prostitución y que saben mejor que nadie cómo es su experiencia. El periodismo no puede hablar más sin ellas. No puede hacernos creer más que están escondidas y que es difícil localizarlas. Tienen su propia voz: sólo tenemos que considerarla valiosa.

Mar Gallego. Periodista y especialista en perspectiva de género. Articulista en Pikara Magazine en la sección “Transgresoras”. Fundadora de la ONG Equiláteras. XIX Premio nacional de divulgación periodística feminista Carmen de Burgos en 2012. XIV Premio nacional de ensayo Carmen de Burgos en 2013. Finalista en el Premio internacional de periodismo Colombine con uno de los “artículos transgresores” en 2014. Más sobre su currículum Más sobre su currículum

Desde nuestro trabajo en la APDHA con el colectivo que trabaja en la prostitución, nos hemos ido haciendo conscientes del conflicto existente en la relación entre feminismo y prostitución. La idea de la prostituta como víctima o la censura hacia la actividad que ejerce viene siendo uno de los más habituales problemas que encontramos a la hora de buscar alianzas con y desde el feminismo para la reivindicación de los derechos del colectivo.

Por otro lado, el desconocimiento de la realidad de las personas que ejercen el trabajo sexual y la tendencia a hablar de ellas haciendo falsas generalizaciones y sin escucharlas ni tampoco darles voz, acentúa aún más la distancia ya existente entre la lucha feminista y las trabajadoras sexuales (que por su parte, evitan el contacto con el ámbito feminista al sentirse juzgadas). En este sentido, creemos que los medios de comunicación tienen un papel de vital importancia ante el reto apasionante que la prostitución plantea al feminismo, en tanto pueden y deben acercar la realidad de las personas que ejercen el trabajo sexual en toda su complejidad y desde el compromiso con la defensa de sus derechos.