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En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.

Doñana es Patrimonio de la Humanidad, no de Gas Natural

Ecologistas en Acción asegura que las 14.400 hectáreas de Doñana "no aportan nada nuevo"

Juan José Carmona, portavoz de WWF en Andalucía

Este lunes fue un día negro para Doñana. A primera hora de la mañana, fuimos testigos directos de cómo las máquinas de Gas Natural comenzaban a tender los primeros metros de gaseoducto de su gran proyecto para convertir el subsuelo de Doñana y su entorno en un almacén permanente de gas, con 70 kilómetros de nuevos gasoductos y 16 pozos de extracción.

Doñana no es de Gas Natural. Doñana es Patrimonio de la Humanidad, reconocido en 1994 por la UNESCO gracias a su increíble riqueza y diversidad, sin rival en todo el continente: las marismas que dan refugio a cientos de miles de aves invernantes, y en las que descansan millones en sus viajes entre Europa y África, los bosques en los que campean especies en peligro de extinción como el lince ibérico y el águila imperial, sus lagunas, sus dunas móviles y fijas, sus 32 kilómetros de playas vírgenes, es Reserva de la Biosfera…

¿Entregaríamos los grandes santuarios de nuestra cultura y arte a intereses privados? El proyecto de Gas Natural supone, en esencia, convertir para siempre nuestro mayor santuario natural en una instalación industrial. El objetivo por el que se protegió Doñana, y que debe dirigir su gestión, es la conservación de la naturaleza. Por supuesto, hay actividades compatibles con ese objetivo: la investigación, el turismo de naturaleza, la educación ambiental, la agricultura o ganadería sostenibles… Entre esas actividades no tienen cabida los planes de Gas Natural, como ha dejado claro la propia Junta de Andalucía en la nueva normativa del Espacio Natural aprobada en 2016, que prohíbe nuevas actividades extractivas o de almacenamiento de gas. La lógica dicta que si se prohíben estas actividades por no ser compatibles con los objetivos de Doñana, deberían ser eliminadas las instaladas o aprobadas antes de este año.

Los planes de Gas Natural para hipotecar el futuro de Doñana contaron con el apoyo del anterior Gobierno del PSOE, y la aprobación entusiasta del actual Gobierno en funciones después, que incluso lo ha declarado de “interés general” mientras hacía gala de su compromiso contra el cambio climático. En el marco del Acuerdo de París, que debe encaminar el mundo hacia un futuro libre de energías sucias, dedicar el espacio natural más importante de nuestro país y su entorno más inmediato a un proyecto de combustibles fósiles es un disparate absoluto.

La “artimañana” de la compañía

Gas Natural, recordemos, partió su gran proyecto gasístico en cuatro para evitar que se evaluara su impacto global sobre Doñana. Una artimaña habitual para esquivar la ley –que va en contra de la Directiva Europea de Evaluación Ambiental- que el actual Ministerio de Medio Ambiente aceptó sin problemas. Tras las protestas de WWF y otras organizaciones, la Junta se negó a dar los permisos de uno de los cuatro proyectos (Marismas Oriental), que toca el Espacio Natural. Los otros siguen adelante, incluido el Marismas Occidental, del que ahora han empezado las obras, o el del Saladillo que también se desarrollará dentro del Espacio Natural de Doñana, en su zona de máxima protección.

Gas Natural dice que sus proyectos están fuera de Doñana, pero Doñana va mucho más allá de la línea del espacio protegido. Por ejemplo, los nuevos gasoductos cortarían el Corredor Verde del Guadiamar, vital para la conectividad ecológica y evitar el aislamiento de Doñana, o se encuentran en el acuífero Almonte-Marismas, de importancia capital no sólo para la naturaleza, sino también para las actividades socioeconómicas de los habitantes de Doñana.

El impacto conjunto de estos proyectos sobre el medio ambiente, su nula vinculación a los objetivos del Espacio Natural y las actividades socioeconómicas el entorno, y la falta de certezas sobre sus riegos para el acuífero o la estabilidad sísmica de la zona, son argumentos más que suficientes para que no los permita el Gobierno en funciones. Proyectos que, además, aún están pendientes de recursos judiciales y se están analizando desde Bruselas. Mientras tanto, la Junta de Andalucía debe usar ahora todos los mecanismos a su alcance para paralizar cautelarmente las obras, para evitar la política de hechos consumados que pretende Gas Natural.  

Aunque la principal responsable es Gas Natural, que si quiere hacer algo en beneficio de los habitantes de Doñana y sus espacios naturales, debería abandonar sus planes de inmediato.

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