El sábado 23 de diciembre, Alberto García Reyes se mofaba en ABC con un artículo titulado “Podemos quiere quitar la espada a San Fernando”. Participa respondió con un tuit: “La mentira del titular es un chiste fácil de quien abandonó hace tiempo cualquier atisbo de ética profesional... no nos sorprende”. La polémica estaba servida.
Diatribas mediáticas aparte, lo cierto es que un asunto de tan extraordinaria importancia simbólica para una ciudad ha sido llevado con escasa transparencia y nula participación ciudadana.
La Ley 6/2003 de 9 de octubre, de símbolos, tratamientos y registro de Entidades Locales de Andalucía, en su artículo 9.3 obliga a la citación expresa de las asociaciones vecinales y de las que se ocupan de la conservación y promoción del patrimonio histórico, artístico y cultural. Es lo lógico y prudente ante una decisión de tal calado para el conjunto de una ciudad.
¿Se han citado expresamente como obliga la ley? En el expediente no consta ninguna relación de las asociaciones vecinales, culturales o del patrimonio que hayan sido citadas expresamente. Tampoco consta ninguna carta, oficio o convocatoria enviada a dichas asociaciones. Si eso se ha hecho debería estar en el expediente las citaciones a las asociaciones a las que la ley obliga. ¿Dónde están?
Lo cierto es que el Gobierno Espadas no ha tenido nunca la intención de abrir un debate público sobre la cuestión y se ha atrincherado en una comisión de expertos en heráldica para sancionar con el apoyo del PP y de Cs un escudo de difícil aceptación en 2017, tanto por las dudas legales del procedimiento como por un contenido claramente antidemocrático.
Llama la atención, por ejemplo, que se mantenga en la leyenda del escudo títulos como “muy heroica” otorgado por un monarca, Fernando VII, que restituyó la Santa Inquisición en 1814, institución abolida por las Cortes de Cádiz dos años antes. Un rey, inicialmente deseado, que terminó por restablecer el absolutismo acabando con el llamado trienio liberal.
Peor aún la divisa “mariana” otorgada por decreto del dictador Franco en 1946. En defensa del tal título se argumenta que fue “pedido por la ciudad”. La realidad es que fue una petición del Ayuntamiento de Sevilla, que en aquel entonces no era fruto de la voluntad popular. En cualquier caso, se estaría incumpliendo el artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica.
Si le preguntamos a cualquier turista extranjero o español, o a cualquier sevillano o sevillana, cuál es el símbolo más representativo de la ciudad sin lugar a dudas nos dirían de manera casi unánime La Giralda o la Torre del Oro. Una minoría quizás contestaría las controvertidas Setas. Lo que es seguro es que pocas personas responderían San Fernando, San Leandro y San Isidoro. Y ya puestos por qué no Al Mutamid, el rey poeta, o Santa Ángela de la Cruz, que a diferencia de los mencionados sí nació en Sevilla y es mujer, que de nuevo es invisibilizada en el blasón propuesto.
La heráldica municipal debe reflejar las señas de identidad que mejor representen a una localidad y no sólo registrar personajes históricos, como bien saben los eruditos en la materia.
Sevilla es reconocida internacionalmente por la Giralda, un monumento histórico de incalculable valor artístico que es en sí mismo una muestra de interculturalidad.
Esta idea y muchas otras podrían ser expuestas por la ciudadanía en un concurso de ideas, algo que permite la ley andaluza de símbolos. Sin embargo, el Gobierno Espadas ha sustraído este debate a la ciudad de Sevilla, optando por un polémico escudo que cercena la larga historia de 2200 años de Sevilla, es descaradamente machista, antidemocrático y contiene serias dudas legales.
Javier García, es miembro de la Coordinadora de Participa Sevilla y coordina su grupo en Diputación de Sevilla
Sobre este blog
En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.
