El primer monumento de Andalucía dedicado a los esclavos del franquismo estará en Sevilla
No fue el mayor campo de concentración de España. Ni el más longevo. El del barrio sevillano de Heliópolis fue uno más de los 55 centros que recluyeron en Andalucía a 100.000 presos políticos. Con reclusos sometidos a trabajo forzado, a penar de sol a sol como mano de obra gratuita. Pero con un doble matiz: arrancó en plena guerra civil y propició la primera obra pública construida con esclavos del franquismo.
Y quienes fueron usados como mercancía laboral gratuita tendrán un monumento, como confirman a eldiario.es/andalucía desde la Alcaldía del socialista Juan Espadas. El proyecto, una de las peticiones más incisivas del grupo memorialista de CGT, ha sido presentado y cuenta con el respaldo del Gobierno local para su instalación junto al Puerto de Sevilla. En la actualidad se cierran “detalles” del mismo con el distrito implicado, Bellavista, y la delegación de Parques y Jardines para instalar un monolito que sirva como “reconocimiento a los presos políticos en trabajos forzados”, como apunta el sindicato.
La inauguración del primer monumento de Andalucía dedicado a los esclavos del régimen franquista será antes de que se cumplan 80 años del golpe de Estado militar. Estalló el 17 de julio de 1936 en unidades sublevadas del Ejército Español de África, con un golpe de Estado, y un día después en la península, provocando con su fracaso la guerra civil. El día marcado, en principio, es el sábado 16 de julio. Como el principal beneficiario del presidio heliopolitano fue el Ayuntamiento de Sevilla; ahí señala desde hace años CGT. Dicen que las anteriores alcaldías pasaron mandato casi sin atender el reclamo pero que ahora, se felicitan, “el actual Gobierno de la ciudad ha aceptado”.
Unos 250 prisioneros de los rebeldes construyeron un colector de aguas residuales para mejorar una zona residencial edificada en la Exposición Universal de 1929. La ejecución fue encargada a la empresa Entrecanales y Távora, germen de la actual Acciona. El plano del campamento tiene fecha: Burgos, 7 de julio de 1937. Y la idea, el mandato, parte de las autoridades golpistas de la ciudad encabezadas por el general Gonzalo Queipo de Llano y el alcalde, Ramón de Carranza, además del Gobernador Civil, Pedro Parias, y el presidente de la Diputación, Joaquín Benjumea. El presupuesto de la construcción fue de 155.520,61 pesetas pero el coste final ascendió a 182.543,38.
La provincia albergó una quinta parte de los campos andaluces de reclusión. 11 de 55, con miles de personas obligadas a trabajar gratis. La capital andaluza quedaba entonces coronada con una suerte de alambrada de la ignominia: presa de Torre del Águila en Utrera, La Corchuela, Los Merinales y El Arenoso en Dos Hermanas, los pinares de Oromana de Alcalá de Guadaira, finca La Jarilla en Brenes, la estación de Alcolea del Río, fábrica de cementos en Villanueva del Río y Minas, estación de bombeo de Alcalá del Río, Cortijo Casavacas y la Azucarera en La Rinconada, Cortijo Caballero en Guillena, Las Arenas en La Algaba, el campo de Sanlucar la Mayor, La Gañanía en La Isla Mayor, Matallana en Lora del Río y, más lejos, los situados en Casariche, la finca militar de Las Turquillas entre Osuna y Écija. Y el Ayuntamiento de Sevilla fue, a la sazón, el primer 'contratista' público de esclavos de la guerra.
“Redención de penas por el trabajo”
“Construcción indispensable de un colector de alcantarillado para la desviación del vertido al Guadalquivir”, rezaba el acta de constitución de la comisión de notables encargada de poner en marcha el proyecto y controlar un trabajo que venía a complementar “las costosísimas obras ya ejecutadas por el Estado, denominadas Plan de Obras de Mejora del Puerto de Sevilla, entre las que se comprende su habilitación como dársena y la desviación del curso del río”. Corregir, en definitiva, un problema de salud pública en la nueva zona residencial de la ciudad.
Una institución pública promueve una obra civil que ejecuta una empresa privada. El caso del campo de concentración de Heliópolis, conocido como 'El Colector', es paradigmático por abrir la espita por la que colaría más tarde el caudal imparable de la ingeniería esclavista del franquismo. Una tarea que se nutre de cárceles atestadas y que el régimen dictatorial oficializa el 1 de octubre de 1938 cuando hace pública la “redención de penas por el trabajo”, mediante orden del Ministerio de Justicia. Construcciones, empresas e industrias de toda índole se verían beneficiadas con la creación de colonias penitenciarias, destacamentos penales, batallones de trabajadores o agrupaciones de batallones disciplinarios de soldados trabajadores penados. Eufemismos que escondían una realidad: campos de concentración y trabajo esclavo.
El proyecto aprovecha para su diseño un enorme bloque de hormigón clavado en el parque Guadaíra, junto a la avenida de Las Razas y cerca de donde estuviera situado el campo de concentración. Dentro, chapas y barrotes de acero fabrican un juego simbólico que sirve “de homenaje a todos los presos esclavos”, anuncia el coordinador de Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía (RMHSA de CGT.A), Cecilio Gordillo. El mismo espacio está en trámite para su designación como Lugar de Memoria de Andalucía por la Dirección General de Memoria Democrática de la consejería de Cultura de la Junta.
Miles de presos como mano de obra gratuita
“Como el argumento básico para rechazar la idea ha sido siempre el tema económico, nos decidimos a pagarlo nosotros”, explica. El grupo de trabajo abrirá, no obstante, “una cuestación para quien quiera participar” una actuación “que puede superar los 12.000 euros”. De las instituciones “no esperamos mucho más”, dicen, “pero si se retratan, mejor”.
“Queremos que inaugure Nicolás Sánchez Albornoz”. Alude Gordillo al historiador y profesor universitario que fuera director del Instituto Cervantes “y estuvo como preso esclavo en la construcción del Valle de los Caídos”, precisa. El monumento sería “el segundo de España”, según CGT, añadido al situado desde 2004 en Igal-Vidángoz-Roncal (Navarra) “donde estuvieron, entre otros, más de 500 andaluces construyendo las carreteras y defensas en los Pirineos”.
Cientos de miles de presos esclavos construyeron todo tipo de obras públicas y privadas por toda la península, las islas españolas y el norte de África (Marruecos y Argelia) “ya fuera desde las colonias, talleres penitenciarios o batallones de trabajadores”. Algunas de las mayores empresas del actual Ibex35 cimentaron parte de su crecimiento aquellos años sobre mano de obra gratuita, como contó eldiario.es Andalucía.
El campo de concentración de 'El Colector' respondía a una distribución interna con cuatro barracones o áreas distribuidas en torno a un amplio patio central. Cada lado de este rectángulo (78,10 m x 68,10 m) estaba destinado a servicios concretos: oficiales, clases y tropa encargada de la vigilancia del campo, oficinas y enfermería; dormitorios para los presos encargados de la ejecución de las obras del colector; comedores de jefes y reos, la cocina y la capilla; y aseos, lavaderos, garaje y almacenes. Esta figura rectangular facilitaba el control interno y externo de los presos. El autor del proyecto fue el ingeniero de Caminos Jesús Iribas, “un nombre que encontramos –dicen desde CGT–, posteriormente, como miembro del jurado del concurso de selección del proyecto para la construcción de la cruz del monumento a los caídos en Cuelgamuros”.