¿Qué ha pasado tras el idilio que escenificaron Pedro Sánchez y Susana Díaz y que quedó plasmado en esa primera fotografía que él se hizo con ella nada más ser elegido secretario general del PSOE? ¿Se espera del PSOE uniformidad de criterio mientras en otros partidos -el caso más claro es Podemos- se valora como buena la discrepancia expuesta? ¿Cuál es el fondo del desacuerdo entre Díaz y Sánchez?
Pese a que los dos líderes se esfuerzan por matizar que no hay tensiones entre ellos, en el entorno de Susana Díaz reconocen que no está dispuesta a perder espacio en la primera fila de la política, un hueco que ganó tras ser investida presidenta de Andalucía y que ratificó con su proclamación como secretaria general del PSOE-A convirtiéndose en el “referente más importante del partido” y en la “estrella”, entre otros calificativos que derrocharon sus compañeros esos primeros meses.
Si Susana Díaz combinó ese momento dulce con encuentros del máximo nivel -Juan Carlos I vio pronto en ella una mujer de Estado- y se paseó por los programas de radio y televisión de más audiencia, Pedro Sánchez ha hecho lo propio, sin cortarse con su sorprendente llamada a Sálvame. “Ha ido ganando una proyección mediática y ella no puede permitir que la haga sombra”, decía gráficamente este jueves un parlamentario del PSOE-A.
En el entorno de Susana Díaz saben que “cada vez que sea necesario, ella hará sus reflexiones por muy discordantes que sean con las de Pedro Sánchez”, con el que “no habla todos los días, pero tampoco pasa nada”.
De momento, lo que no ha pasado desapercibido es que en una entrevista en El País el pasado fin de semana Susana Díaz manifestara cosas como que “Pedro Sánchez tiene una estrategia y yo otra” y mostrara sus diferencias en cuestiones como el debate de Cataluña o se distanciara de la propuesta del líder del partido -luego matizada- de hacer funerales de estado para las víctimas de la violencia de género. Tampoco ha pasado desapercibido que no haya mostrado abiertamente su apoyo a la candidatura de Pedro Sánchez para las primarias que deberían elegir el candidato a las elecciones generales y a las que ella insiste en que no va a presentarse.
Pedro Sánchez se ha apresurado a reiterar -lo hacía de nuevo este jueves- que están en “absoluta sintonía” y que comparten “lo esencial”. Sin embargo, las diferencias entre los dos son más que detalles. Especialmente porque cómo abordar la cuestión de Cataluña no es un detalle cuando el Secretario General mantiene una posición cuanto menos tibia ante la deriva nacionalista del PSC. De hecho, si Susana Díaz rechazó ser presidenta del PSOE, una vez que había dado un paso atrás en su intención de convertirse en secretaria general, fue porque entendía que era incompatible con la presidencia de una comunidad autónoma. “No podía por un lado tener una actitud de cierta comprensión en determinados temas como se le presume a un líder del PSOE y compatibilizarlo con la postura que debe tener en esto Andalucía”, precisa otro destacado miembro del PSOE-A.
Susana Díaz tiene su propio escaparate: gobierna la mayor comunidad autónoma. Pero no es suficiente para una mujer que espera su oportunidad para dar el salto definitivo en la política nacional. Midió sus tiempos y dejó pasar el tren para optar a la Secretaría General del PSOE a la espera de ganar las elecciones autonómicas. Pero le queda un año de “travesía”, porque dicen los que la conocen que ella “quiere más”, y tampoco lo está teniendo fácil con la espiral de la corrupción que no logra contener como quisiera. En ese periodo que se ha dado hasta las elecciones autonómicas, tiene que seguir trabajando para hacerse imprescindible.
Pero también saben en el PSOE-A que estas bazas hay que saber jugarlas. La federación andaluza respaldó masivamente la candidatura de Pedro Sánchez y fue decisiva para su victoria frente a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. Si Pedro Sánchez no convence, el error será compartido. También es cierto que pese a ese respaldo, Susana Díaz no evaluó quizá bien del todo las pretensiones de Pedro Sánchez, no tan curtido como ella en la fontanería del partido pero sí un hombre con un perfil elevado “y que no quiere ser una marioneta”, como apuntan en su entorno.
En este contexto, no es casual tampoco que ella protagonice el próximo miércoles una conferencia en Madrid a la que no podrá ir el secretario general porque es el día en el que interviene en el Congreso de los Diputados, como es sabido. Son muchos los convencidos de que ese día ella aprovechará de nuevo para marcar la distancia medida que le conviene con él. Ni un centímetro más. Y luego escenificarán la sintonía que se les presume cuando coincidan en la presentación del candidato del partido para las elecciones municipales en Sevilla, el 8 de noviembre. Una ocasión para otra fotografía juntos.