Una noche europea para la palabra y la ciencia

El próximo 27 de septiembre tendrá lugar un evento continental en el que miles –uno querría tener la osadía de poner aquí “millones”– de personas se congregarán con la finalidad de aprender de una forma atractiva y por el simple placer de hacerlo. Se trata de La Noche Europea de l@s Investigador@s, que se celebrará en 371 ciudades de unos 30 países, incluyendo las ocho capitales de provincia andaluzas.

Por supuesto, uno de los mayores beneficios que aporta a la sociedad este encuentro reside en su capacidad para divulgar de una forma amena los últimos hallazgos científicos. Para ello se hace uso de una rica variedad de formatos: desde exposiciones a visitas guiadas, pasando por talleres, microencuentros o cuentacuentos donde los más pequeños son bienvenidos. Y es precisamente esta otra de las bondades de La Noche Europea de l@s Investigador@s: tener la virtud de reunir en torno a la ciencia a familias al completo, sin importar la edad o los intereses particulares puesto que, tan sólo en Sevilla, dispondremos de cerca de un centenar de actividades de todas las ramas del saber.

Permítanme recordarles, dada mi vinculación con las Humanidades, que estas también están invitadas. Desde este campo, nos preciamos especialmente de contribuir a reforzar el pensamiento crítico como un recurso poderoso con el que hacer frente a la intolerancia, las injusticias o la ignorancia. De hecho, más allá de que nos apetezca conocer más sobre los mosquitos, el jazz o el grafeno –por poner solo unos ejemplos del tipo de temáticas cubiertas–, este evento nos permite reunirnos para pensar juntos. Algo tan simple como este propósito de escuchar, conversar, aprender y disfrutar posee un valor excepcional ante la presión de las tensiones y premuras en las que nos vemos sumidos cotidianamente.

Resulta paradójico que, en la sociedad de la información, el secular diálogo reflexivo cara a cara nos ofrezca una de nuestras mejores oportunidades para cimentar un pensamiento colectivo, crítico y más elaborado ante la tiranía del meme y del zasca, ante la intoxicación de las noticias falseadas y el pozo de odio en el que frecuentemente se convierten las redes sociales. La palabra dicha frente a frente y la ciencia se dan la mano en estas breves pero intensas reuniones del saber, sirviéndonos de herramientas con las que construirnos como ciudadanos y contribuir a edificar sociedades más reflexivas y comprometidas.

Es más, podemos incluso aprovechar algunas asunciones que pueden parecer obsoletas en el contexto actual: mi interlocutor, incluso en (o gracias a) su discrepancia conmigo, tiene algo que enseñarme, me ofrece la posibilidad de aprender. O que el silencio atento, respetuoso, también nos construye y nos libera de otra de las servidumbres contemporáneas: la necesidad imperiosa de dar a conocer nuestro punto de vista, de publicar, postear, divulgar en fin nuestra opinión, fundamentada o no. Reconocer la ignorancia propia y la valía del pensamiento ajeno son dos movimientos valientes y necesarios.

El 27 de septiembre tendremos la oportunidad de saciar nuestra curiosidad intelectual y de divertirnos en una de esas raras ocasiones en las que nuestras ciudades se transforman en una miríada organizada de ágoras donde compartir y saborear la palabra. Necesitados como estamos de este tipo de espacios, la próxima celebración de La Noche Europea de l@s Investigador@s, plural y abundante, hace que estemos de enhorabuena. Les invito a unirse a esta nueva fiesta de la palabra y la ciencia.