¿Plagio o arte? El nuevo cartel del Festival de Cine de Sevilla siembra la polémica
¿Plagio o corriente artística? La polémica saltó al ruedo público apenas unas horas después de que María Cañas, una reconocida artista sevillana que ha expuesto a ambos lados del Atlántico, desvelara en el Espacio Santa Clara su nueva obra: el cartel de la próxima edición del Festival de Cine Europeo de Sevillal. En 'El ojo que lloraba mujeres', la videocreadora plasma a una heroína surgiendo de un ojo, mientras a su alrededor arde un celuloide.
La artista explicó que el cartel simboliza “el espíritu incandescente del cine en resistencia. Es un parto ocular donde una heroína resurge del fuego y de las cenizas del celuloide como el ave fénix. Es el cine-ojo que siempre se está reinventando, el celuloide en llamas en un bucle eterno que está renovándose constantemente”. Cañas reconocía durante la presentación que su fuente de inspiración había sido la ficción pulp de los años 20 (sic).
Sin embargo, unas horas después, una usuaria de Twitter encontraba la referencia concreta que había servido de inspiración a Cañas: la portada de una revista de ciencia ficción de los años 50 ilustrada por el norteamericano Walter Popp. El propio festival reconocía que se trataba de unos de los 'objet trouvé' del cartel, en referencia a la corriente artística también conocida como apropiacionismo o arte encontrado. La polémica estaba servida.
¿Había plagiado una obra de otro artista? ¿Por qué no había hecho referencia a ese autor? ¿Se habría evitado el festival la polémica si le hubiera encargado el cartel a un diseñador?
El historietista Borja Crespo planteaba sus dudas: “¿Reciclaje, descontextualización, inspiración, collage...?, mientras que ilustradores del peso de Puño criticaban que era una ”pena que estas cosas ocurran con total normalidad. María Cañas, tienes más cara que espalda. Ni una mención a Walter Popp, el autor de la cubierta original“.
María Cañas, en declaraciones a eldiario.es Andalucía, se defiende con dos argumentos: su manera de trabajar es creando un archivo de imágenes ecléctico, que emplea para darle un nuevo sentido a la imagen, a la manera del apropiacionismo de Marcel Duchamp. Por otro lado, asegura que desconocía el origen de la obra original. “Entiendo la cultura como una construcción colectiva. Yo digo que soy una archivera de imágenes y vivo con fascinación esta sobreabundancia. Internet es una especie de archivo orgánico, que me sirve para investigar y hackear. Yo siempre he utilizado el collage, juego con las remezclas, y nunca he tenido problema”.
En este caso, llegó a sus manos un “fragmento” de la portada de Walter Popp para la revista Fantastic Stories y, según explica, no pudo averiguar su origen. “No sabía ni quién era este señor. Yo sólo tenía un fragmento y, por lo visto, estos ilustradores eran señores que tuvieron una mala vida, que no tenían derechos de sus imágenes”.
Según Andy Ramos, experto en derechos de autor del despacho Bardají & Honrado, “respecto a la identidad, se trata de una reproducción como la copa de un pino. La obra original se ha usado y ahora hay que analizar si se ha utilizado con derechos o no. Habría que empezar con María Cañas, seguir con iStock (el banco de imágenes de donde alega la artista que ha obtenido la imagen que usó para su cartel), ver cómo han adquirido los derechos y ver dónde ha habido un error, si lo ha habido. Cuando se dice libre de derechos quiere decir que se permite la explotación de esa obra. Tendría que haber citado al autor. Pero no hay plagio, porque estaría utilizando una reproducción autorizada”.
Además, el abogado señala que “la ley hace excepciones para la parodia, pero no para el apropiacionismo. Jurídicamente no es algo controvertido. En este caso, es una copia... una reproducción autorizada, en todo caso, pero no me hables de apropiacionismo, porque eso no es ninguna excepción en el derecho español”.
Según Puño, “un cartel no es arte. El diseño encontrado tiene nombre: plagio”. Para el pintor sevillano Antonio Barahona, en cambio, se trata de un buen cartel y alaba el uso del “apropiacionismo, ya que las imágenes cuando se lanzan significan algo y cambian según el contexto. Lo que me resulta muy raro es que no se nombre la fuente, ya que (como artistas) tenemos la responsabilidad de educar al personal y de no cometer el error -intencionado o no- de firmar piezas que no son nuestras. En este cartel se ve claramente que solo hay una referencia”: la portada ilustrada por Walter Popp. Cañas alude a Marcel Duchamp, el primer creador en manifestar que las imágenes y los objetos tienen sentidos diferentes, según el contexto, el artista y el público.
Para el diseñador Alejandro Rojas, un referente en el diseño nacional, “al final de lo que estamos hablando es de qué es arte y qué no lo es. El problema es que este es cartel es una obra artística. Si le encargas un cartel a una artista, es un riesgo que asumes, ya que los diseñadores estamos acostumbrados a adaptarnos a las premisas del cliente, somos camaleones, mientras que el artista va a trabajar como un artista y va a tener un discurso determinado. El de María Cañas es precisamente ese: hacer remezclas. Yo no veo ni plagio ni la necesidad de que cite su referencia”.
Rojas cree, además, que el cartel “está bien elegido para el público al que va dirigido, ya que éste tiene un bagaje cultural”. Considera “ridículo tener que discutir a estas alturas vanguardias artísticas como el apropiacionismo”.
Mecha Espiau, profesora de Bellas Artes en la Universidad de Sevilla, se muestra también sorprendida con la polémica sobre el estilo artístico del cartel. “Me parece flipante que a estas alturas nos pongamos a hablar de robo de imágenes y la negación de autoría. Vivimos en un mundo en el que las imágenes corren a nuestro alrededor. Cañas menciona a Duchamp, porque fue el que demostró que todo el mundo puede ser artista. Ella pone en entredicho el arte convencional y sus criterios, es una artista muy contemporánea y revolucionaria. Se supone que ese mundo institucional conoce lo que ella hace: mezclar, reutilizar y apropiarse. La institución debía saber que esto podía ocurrir. El artista no tiene esa disciplina que se le presupone a un diseñador. Es sano que haya estas polémicas”.
José Luis Sánchez Noriega, experto en historia del cine en la Universidad Complutense de Madrid, explica que el cartelismo lleva utilizando “la técnica del collage y empleando imágenes ajenas desde los años 20. Sin embargo, la cita queda clara, bien porque utilizas una obra muy conocida o pones la referencia. En cambio, aquí hablamos de otra cosa distinta: no hay cita y la artista se apropia de una obra, enmarcándola en un festival y apropiándose de algo sin citarlo”.
Sánchez Noriega considera que “cuando hay un encargo de una institución, no cabe el apropiacionismo, ya que te han pagado un dinero por ese encargo y no puedes ir de bohemio. Quien lo ha hecho, simplemente se ha planteado que era un cómic viejo, que nadie conocía y que no iba a haber polémica. Yo creo que no es de recibo, a no ser que lo citara”.
Cañas, en fin, ve así lo que hace: “Defendamos a ultranza la no privatización y la liberalización de nuestra memoria histórica e imaginarios. Seamos activistas comprometidos con la cultura libre y con la idea de cultura como construcción colectiva, como contrahistoria, para practicar una cultura de oposición”.