Manuel Gerena: “Al nuevo gobierno hay que exigirle, pero también darle un voto de confianza”

El Teatro Lope de Vega de Sevilla será el escenario donde Manuel Gerena (La Puebla de Cazalla, 1945) inaugurará este miércoles una gira que le llevará por una veintena de ciudades y pueblos, y de la que está previsto que salga un doble disco en directo que ya tiene título: Rebelde con causa. El artista sevillano, figura pionera del cantaor protesta, regresa así al coliseo en el que el franquismo le impidió cantar.

¿No es este un escenario cualquiera para usted, verdad?

Pues no, me hace mucha ilusión volver. Hace un par de años hicimos un concierto aquí y me puse malo el mismo día de la actuación, cogí una gripe enorme, no quiero ni acordarme. Traté de aplazarlo pero me dijeron que hiciera lo que pudiera, y así fue. A las cinco de la tarde estaba probando sonido y me encontraba perfectamente, pero se conoce que estaba incubando y al cabo de un rato me vi con unas tiriteras y la voz sin salirme. Menos mal que tenía artistas invitados que me permitieron llegar hasta el final.

Dicen que lo peor para un cantante es hablar. No debería concedernos muchas entrevistas…

El otorrino dice siempre eso de “hucha de voz”, que ahorremos… Pero es muy difícil callar a un revolucionario.  

¿Esta vez sí se sacará la espinita?

Sí, pero no la de hace dos años, sino la de hace 40, cuando tuve que cantar en la puerta del Lope con un megáfono, porque no querían que actuara. Era una época en la que me detenían dos veces por semana.

¿Cuánto han cambiado las cosas desde entonces?

No estamos en aquel Estado, pero desgraciadamente la gente como yo estamos muy vigilantes, porque quieren volver a robarnos la libertad. Estos señores de la ultraderecha están en un plan inaceptable para una democracia. Hablan como si fueran demócratas, acusan a todo el mundo de querer romper España, pero son ellos los que rompen los derechos y libertades de los españoles. Los poetas escribimos cada día por eso. Hay que ser crítico y estar alerta.

Usted dijo que durante el franquismo, los gobernadores andaluces le parecían más fachas que los del resto. ¿Le sorprendió el ascenso de la ultraderecha, hasta el punto de ser apoyo de gobierno en Andalucía?

No me sorprende nada. Andalucía es un pueblo rebelde, pero sobre todo, de clase trabajadora. También hay gente acomodada que lo es, pero porque son demócratas de verdad. Sin embargo, el franquismo está muy arraigado, por eso ha sido el primer sitio en ser aceptado por un Gobierno. Lo que me extraña es que no haya pasado también en Extremadura, porque son tierras donde el señorito sigue mandando. El Gobierno es intermediario, pero aquí y en Europa sigue mandando el capital.

A quienes acusan a los comunistas de sostener tiranías y ser totalitarios, ¿qué les responde?

Nos hartamos de reír. La gente que dice eso son fachas, extremistas, gente que odia. Es el odio puro. Hay muchos ignorantes que han votado a la extrema derecha y se consideran apolíticos, y yo les digo que eso no es posible, porque hasta hablando de fútbol es uno político. Pero ser de clase trabajadora y defender al señorito es algo que no puedo comprender. No es nuevo, muchos votaron antes al PP. Y no digamos los inmigrantes que los votan, es de pura ignorancia. Yo soy un comunista auténtico, de toda la vida, ni mejor ni peor que nadie, defiendo la justicia como algo necesario para la paz, las libertades y los derechos sociales. Me llevo bien con cualquiera que se considere demócrata, y estoy convencido de que el pueblo necesita cada vez más autogobierno.

¿Aprueba el nuevo Gobierno de coalición en España?

Me alegro de que haya un Gobierno de izquierdas. Les exijo, y creo que ellos son los primeros que agradecen que se les exija. Y ando muy pendiente de saber qué hará el Ministerio de Cultura, que es mi negociado. Si hacen lo mismo que el anterior, lo criticaré. Creo que quienes prometen y no hacen son casi traidores. Pero hay que darles un voto de confianza. Y saber que ellos no tienen todo el poder en sus manos, bastante tendrán con pelearse con el capital. Hay que animarlos a hacer cosas por el pueblo.

¿Cantaría hoy en un mitin?

Depende de cuál. Yo soy un profesional y voy donde me llamen, lo seguro es que no voy a cantar en un mitin de un partido de derechas. Eso no es igual que un Ayuntamiento en el que gobierne la derecha, porque tú no vas a cantarle a un alcalde, cantas a un pueblo. Pero a mí no suelen contratarme en esos, tengo la marca roja [risas]. Alguno nos ha dado la sorpresa, los auténticamente demócratas, ¿por qué no ir si te llaman?

Su amigo Vázquez Montalbán decía aquello de “contra Franco vivíamos mejor”. ¿Hay algún motivo para la nostalgia de los viejos tiempos?

No vivíamos en un sentido económico o social, pero teníamos mucha unidad. Eso sí lo echo de menos. En cuarenta y tantos años de democracia hemos vivido un vacío de unidad enorme, incluso entre los artistas, cuando la mayoría son hijos de trabajadores y trabajadoras. A mí me ha tocado durante mucho tiempo ser la oveja negra del flamenco, hay gente que por la jodida envidia dicen algunas tonterías de mí, pero son cosas menores. Yo creo que es importante que la gente se respete entre sí, sean moros o cristianos. Yo soy ateo, no creo en nada, pero alguna vez he ido incluso a la Iglesia si un amigo me lo ha pedido, a un bautizo, o a un entierro. No me meto muy adentro, no pasa nada. Me quedo rezagado y cumplo.

A propósito del flamenco, ¿cree que todavía le niegan el pan y la sal?

Hay de todo, tengo también muchos amigos ahí, y cuando se acuerdan de mí no piensan en ese clasismo que está fuera de lugar. Yo estoy en el flamenco por algo más importante que cantar mejor que nadie, esa nunca fue mi meta. Estoy aquí porque tenía la necesidad de cantar lo que escribía. Escribo también poemas de amor, porque el amor es una revolución. Y escribir pidiendo justicia y libertad es también amor.

Menese y Morente nos dejaron, el Cabrero se retira… ¿quedan cantaores comprometidos?  

Hay gente joven, sí. No quiero olvidarme de amigos como Juan Pinilla, de Granada, o Manuel Céspedes, de Dos Hermanas. O el Niño de Elche, también. No hay muchos, pero detrás de nosotros, valga la expresión, sí están estos intentando el relevo, haciendo sus cosas personales. Yo no tuve la elección de seguir a nadie como cante contestatario. Uno de mis maestros fue Mairena, entre otros grandes cantaores, pero yo me hice mi sello particular, porque tenía la barriga llena de cante. No siempre se consigue, no lo tuve fácil. Ahora bien, El Cabrero no debería retirarse, pero se tiene que cuidar. Si consigue recuperar la salud, debería seguir, porque es un cantaor muy natural, fuerte, muy necesario.

A los jóvenes poetas que escriben en las redes sociales, ¿los sigue?

Es muy difícil seguir a tanta gente, porque afortunadamente hay muchos con el lenguaje de este tiempo. Los raperos son grandes poetas, y hay que respetarlos y alentarlos. Pero ya digo, no tengo mucho tiempo para estar permanentemente al día de lo que se hace. Una gran editorial me encargó escribir el libro de mi vida hace cuatro años, y llevo 10 páginas. Me dicen: “Cuando te oigo hablar, el libro ya está escrito”. Pero no tengo ese don intelectual, me cuesta mucho trabajo.

¿Tiene título?

Aún no. La gira sí, es Rebelde con causa. La palabra rebelde está muy manoseada, pero me gusta.