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Manuel Andújar, el poeta que renunció “a la epopeya del destierro para forjar la utopía del retorno”

El escritor Manuel Andújar.

Concha Araújo

Jaén —

Manuel Andújar -La Carolina (Jaén) 1913-San Lorenzo del Escorial (Madrid) 1994- es uno de los muchos intelectuales a los que el final la guerra civil envió a México a bordo del 'Sinaia' después de pasar por un campo de refugiados en Francia. El exilio lo convirtió en desconocido para el gran público, a pesar de que su obra y, sobre todo, su pensamiento sobre el valor de la cultura como herramienta transformadora han dejado una huella indeleble en la literatura española de la segunda mitad del siglo XX.

Su voz está considerada fundamental entre los intelectuales españoles que vivieron el destierro. Es la voz del poeta “que descubrió la poesía cuando se le acabó el exilio”, como lo definió el catedrático de Literatura y Civilización Españolas Contemporáneas de la Université Aix-Marseille, Paul Aubert, en la lección inaugural del Instituto de Estudios Giennenses (IEG), el organismo al que Andújar legó buena parte de su biblioteca y archivo personales.

En la antología ‘Cartas son cartas’ (México, 1968) el propio Andújar confiesa que la razón de su literatura no es otra que “querer explicarnos lo español y su posible trascendencia a lo universal, intentar ver claro en la maraña de la guerra civil, en función de los hombres, y no de ésta o aquélla facción, de ésta o aquélla doctrina, de tal o cual táctica, del grupo de intereses y empecinamientos de mengano y de zutano”. Para él “es la literaria la única forma que tengo de expresarlo y de buscarlo”.

Esa búsqueda está en la narrativa, en el ensayo o en el teatro. En la poesía, un territorio que no explora hasta los años 60, cuando ya planea su retorno a España. “Procura distanciarse de la historia para emprender otra aventura, contemplar la vida futura y no ya el itinerario pasado”. Un regreso que se produce desde “una experiencia serena”, en palabras de Aubert: “no grita, no amenaza, no exige volver a encontrarlo todo tal como estaba. Renuncia a la epopeya del destierro para forjar la utopía del retorno”. Es así como Manuel Andújar vuelve a España en 1967 y con él sus vivencias y proyectos.

En el destierro no es sólo un autor que ve su obra editada por primera vez. Es también promotor, con José Ramón Arana, de la revista ‘Las Españas’; fundador del Ateneo Español de México; gerente del Fondo de Cultura Económica y de la Editorial Juárez. Esa intensa actividad no se detiene con su vuelta a Madrid. Se convierte en el director literario de Alianza Editorial y en un referente, en la literatura y en lo personal, para los autores españoles.

Prueba de ello es la correspondencia que mantiene con escritores como Miguel Delibes, Francisco Ayala, Antonio Buero Vallejo o Max Aub. En 1985, Manuel Andújar entregó gran parte de su archivo personal y su biblioteca a la Diputación de Jaén, más de 5.000 documentos entre los que figuran cartas manuscritas de 1.067 autores. En ellas aparecen impresiones sobre la literatura de Andújar. Por ejemplo, Francisco Ayala, a comienzos de los 70, le escribe después de leer la trilogía ‘Vísperas’: “Pero, amigo, qué amargo regusto deja esa España que usted nos denuncia y entrega… Su obra hace impacto, y esa es la mejor seña de su calidad”. Buero Vallejo lo identifica como poeta expatriado: “Mi querido amigo y compañero: también ha habido heridas e incomprensiones –lógicas- entre el exilio exterior y el interior. Imagine por ello mi emoción y gratitud al recibir la carta de usted. De usted, que ya cambió de exilio, pero cuya obra mayor fraguó en el de fuera”.

El legado incluye los manuscritos del escritor y 1.876 libros dedicados por autores como Carmen Martín Gaite, Delibes o Torrente Ballester. Manuel Andújar quiso que los ejemplares firmados quedaran en Jaén, una provincia que abandonó siendo apenas un niño, y a la que volvió a vincularse casi 20 años después de su regreso a España. “Lo que Jaén sabe de Manuel Andújar es gracias a la intervención de Manuel Urbano”, señalan tanto el gerente del IEG, Marcelino Sánchez, como el bibliotecario, Salvador Contreras, quien participó directamente en el inventario del legado de Andújar. “Fue Urbano, siendo director del área de Cultura, quien lo convence” para que su obra quede en la provincia, con la que no mantenía apenas vínculos. Es su compromiso con la cultura lo que hace que el escritor acepte la cesión.

Este año, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, se han organizado diferentes actividades ligadas a la difusión de este legado, incluido un congreso internacional. El IEG está trabajando con el Ateneo Español de Méxco, con la UNED, y con la Universidad de Jaén con la idea de aprovechar las nuevas tecnologías para fomentar la difusión y el conocimiento de la obra de Manuel Andújar, a través de un seminario permenente. Quizá así se perpetúe lo que el escritor destacó al hacer entrega de su archivo a la Diputación de Jaén: “El volver a mis lugares natales, a su entero y fronterizo entorno, favoreció la mejor terapia contra el añejo mal del prolongado desarraigo”.

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