www.msur.es MediterráneoSur es una iniciativa para la difusión de la cultura mediterránea, creada en 2007 por un grupo de jóvenes periodistas, escritores, artistas e investigadores. Su proyecto más destacado es la revista digital M’Sur, que publica regularmente reportajes, entrevistas, opinión, crítica, fotografías y obras artísticas del ámbito mediterráneo. Cuenta también con una sección denominada ‘Fondo’ en la que se abordan de manera monográfica asuntos destacados de la actualidad de la región. En M’Sur colabora un amplio grupo de periodistas de larga experiencia repartidos por todo el Mediterráneo, muchos de los cuales trabajan como corresponsales para otros medios españoles. Además, M’Sur publica con regularidad columnas de opinión de destacados escritores o periodistas internacionales y obras de fotógrafos y artistas del ámbito mediterráneo. Estamos convencidos de que el Mediterráneo no constituye la frontera entre dos mundos —el mal llamado árabe y el peor llamado occidental— sino un espacio único en el que fluyen y confluyen, se intercambian y se sobreponen diversos conceptos de sociedad. Las diferencias visibles entre las sociedades al sur y al norte de este mar no deben hacer olvidar el estrato cultural que los une y no deben tomarse como señas de identidad inamovibles. Más en su web: http://msur.es/
El Golfo ante los sirios
Estos últimos años, el mundo ha presenciado en vivo a través de sus pantallas de televisión cómo se desarrollaba la crisis de refugiados más grande del siglo XXI. Lo que comenzó con protestas pacíficas en las que los sirios exigían derechos se convirtió rápidamente en el conflicto más sangriento y probablemente más cruel que esta región ha presenciado en décadas.
Los sirios están atrapados entre la brutal máquina de matar del régimen de Bashar Al Assad y la crueldad inhumana de un grupo terrorista que ha subido el listón en lo que a barbarie contra los humanos y la civilización se refiere.
Conforme la situación iba empeorando, decenas de miles de sirios desesperados comenzaron a embarcarse en el peligroso viaje en barco hacia Europa, al tiempo que aumentó la crítica hacia los Estados del Golfo (Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Qatar, Kuwait, Bahréin y Omán), cuya falta de apoyo y de reasentamiento para los refugiados sirios que huían era un tema tabú hasta hace poco.
No son refugiados
Los Estados del Golfo no son signatarios de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de Naciones Unidas de 1951, la cual define el estatus de refugiado y regula sus derechos y las responsabilidades de los Estados hacia ellos.
Esto no significa que los Estados del Golfo no hayan acogido a refugiados en el pasado. Un gran número de palestinos, libaneses y yemeníes viven actualmente en el Golfo. Estos individuos fueron desplazados a raíz de diferentes conflictos en sus propios países, pero nunca se los catalogó como refugiados. Muchos de estos inmigrantes son ahora ciudadanos nacionalizados y se han convertido en exitosos emprendedores.
Aparte, existe un precedente en el que los Estados del Golfo acogieron a refugiados. Hace un cuarto de siglo se dio refugio a cientos de miles de kuwaitíes en el Golfo después de que su país fuera invadido por Saddam Hussein. En Abu Dabi, el gobierno alquiló bloques de apartamentos enteros para las familias sin pedirles nada a cambio. Mi propio padre cedió gratuitamente un “majlis” (salón de reuniones) en la planta baja de uno de sus edificios para que los kuwaitíes lo usaran.
No cabe ninguna duda de la influencia global que los seis Estados del Golfo poseen. El profesor de ciencias políticas emiratí Abdul Khaleq Abdulla llama a la época actual “el momento histórico del Golfo árabe”. Los países del Golfo cuentan con unos de los presupuestos militares más elevados del mundo, con un gasto total entre los seis países cercano a los 100.000 millones de dólares (89.000 millones de euros aproximadamente) sólo en 2012.
La industria omnipotente
Los Estados del Golfo han emergido como los centros neurálgicos de la diplomacia, la cultura, la producción mediática, el comercio y el turismo en el mundo árabe, y han llegado a acumular un grado de poder blando nunca visto, sin igual en la región y más allá de sus fronteras.
En su día yo argumenté, provocando mucha cólera, que las ciudades del Golfo habían empezado a reemplazar en importancia a las capitales árabes tradicionales. La industria omnipotente de noticias del mundo árabe se encuentra de forma consolidada en manos de Estados del Golfo, desde Al Jazeera, con sede en Doha, hasta Al Arabiya, con sede en Dubai; dos cadenas que juntas tienen el control de una gran parte de la audiencia de las noticias, pese a algunos tropiezos en los últimos años.
Asimismo, los Estados del Golfo forman el bloque más influyente dentro de la septuagenaria Liga Árabe. Una muestra de su poder pudo verse en 2011, cuando presionaron para que se suspendiera a Siria de la Liga y para que Naciones Unidas interviniera en Libia.
Pero un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Los países del Golfo deben darse cuenta de que ahora es el momento de cambiar su política con respecto a la acogida de refugiados de la crisis siria. Es el paso moral, ético y responsable que hay que dar.
Hay quienes intentan justificar la posición del Golfo aludiendo a cuestiones de seguridad. El jefe de un centro de análisis con base en el Golfo ha generado duras críticas recientemente al sostener que “el coste de la vida en el Golfo es prohibitivo” para los refugiados, y también al decir que estos refugiados sufren traumas a raíz de la guerra e insinuar que no se adaptarían a la sociedad.
Sospecho que, aparte, puede que los Estados del Golfo miren con recelo la posibilidad de permitir la entrada en sus países de un gran número de árabes políticamente elocuentes que de alguna forma influencien a una sociedad que tradicionalmente ha sido pasiva en lo referente a la política.
Por suerte, Kuwait, pionero del Golfo en lo que se refiere a derechos humanos (pese a algunos retrocesos recientes), ha garantizado a sus 120.000 residentes sirios permisos de residencia de larga duración, lo que significa que no se les pedirá que abandonen el país cuando venza su permiso actual.
800 millones de euros a los refugiados sirios
Emiratos Árabes Unidos, cuya capital es uno de los pocos donantes que ha excedido continuamente las recomendaciones de ayuda de Naciones Unidas en proporción al producto interior bruto, ha financiado al completo un campo de refugiados en Jordania que acoge a decenas de miles de sirios. Los gobiernos de Arabia Saudí y Qatar también han donado fondos, comida, refugio y ropa a los refugiados sirios de Líbano, Turquía y Jordania. En total, los Estados del Golfo han donado alrededor de 900 millones de dólares (800 millones de euros apróximadamente) según ReliefWeb.
Sin embargo, alrededor de nueve millones de sirios han tenido que huir de sus hogares desde el levantamiento de marzo de 2011. Mercy Corps calcula que Turquía ha acogido a 1,6 millones de refugiados sirios, mientras que Líbano ha aceptado a 1,1 millones. Egipto, Jordania e Iraq han reasentado en conjunto a 130.000, 620.000 y 240.000 refugiados respectivamente. El cómputo final de acogida de refugiados de los seis Estados árabes del Golfo se mantiene en un total de cero.
Dicho eso, desde el inicio de la guerra muchos sirios, la mayoría de los cuales eran migrantes económicos, han huido a los Estados del Golfo, pero pese a que muchos de ellos poseían pasaportes de Occidente, muy pocos cumplían los requisitos necesarios para ser considerados refugiados según la convención de 1951 de Naciones Unidas. Aparte de las razones éticas, acoger a refugiados puede que ayude a aplacar algunas de las críticas que estos Estados del Golfo han venido suscitando a causa de la situación de los derechos humanos en sus respectivos países.
Los sirios han sido solidarios con los refugiados árabes en el pasado. En 1948, Siria acogió a un buen número de refugiados palestinos desplazados tras la creación de Israel. Conforme Israel iba ocupando más terreno árabe, en 1967 una segunda ola de palestinos llegó a Siria.
De 1975 en adelante Siria alojó a refugiados libaneses que huían de la guerra civil y, en 2003, cientos de miles de iraquíes se refugiaron en Siria a raíz del caos que se generó tras la caída del régimen de Saddam Hussein.
Los Estados del Golfo se quejan a menudo de que la lengua árabe está infrautilizada y que nuestra cultura se encuentra amenazada por la gran cantidad de inmigrantes extranjeros. He aquí una oportunidad de albergar a un grupo de gente que puede ayudar a paliar tales preocupaciones y que tienen necesidad de refugio, ya que huyen de una guerra brutal.
Los refugiados sirios no quieren pasar sus vidas en campamentos convertidos en ciudades generación tras generación, igual que no lo quieren los palestinos que llevan haciéndolo desde hace 67 años. Si los Estados del Golfo se vieran envueltos en un conflicto sangriento, ¿querríamos que se construyeran tiendas de campaña para nosotros en el desierto? ¿O querríamos llevar vidas normales en ciudades y pueblos?
Los Estados del Golfo deberían aprender algo de este poema de Emma Lazarus, poeta estadounidense del siglo XIX, titulado “El Nuevo Coloso”:
Dadme a vuestros rendidos, a vuestros desdichados,/ a vuestras hacinadas muchedumbres que anhelan respirar en libertad*./ A los desgraciados desechos de vuestras abundantes costas / Enviadme a éstos, los desamparados, los que por la tempestad son azotados./ ¡Yo alzo mi antorcha junto al puerto dorado!“.
*Habrá ciertas restricciones.
Primero publicado en International Business Times | 3 Septiembre 2015 | Traducción: Víctor Olivares
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