Corría el año 1948, exactamente el 10 de diciembre, cuando sintiéndose aún los ecos y las consecuencias de la II Guerra Mundial, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamaba en París la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH). Esta Declaración nació como un ideal común para todos los pueblos y naciones, pretendiendo establecer, por primera vez, los derechos humanos considerados fundamentales y que, por tanto, deben protegerse en el mundo entero. Si este fue el germen, con posterioridad han sido más de setenta los tratados que han sido aprobados sobre derechos humanos. Puede entenderse así que no se trata de una cuestión dejada de lado o a la que no se haya prestado atención por parte de la comunidad internacional.
No habría de pasar mucho tiempo, tan sólo dos años y medio, para que mediante convocatoria de la Asamblea General de Naciones Unidas se celebrase y adoptase en Ginebra, el 28 de julio de 1951, la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados. En las primeras líneas de dicho documento se hace mención explícita no sólo a la DUDH, sino también al principio de que los seres humanos, sin distinción alguna, deben gozar de los derechos y libertades fundamentales.
¿Cómo se explica la oposición frontal que supone la aprobación por parte de la UE del Pacto Europeo de Migración y Asilo (PEMA) con respecto a aspectos tan claros como los reflejados en los artículos 13 y 14 de la DUDH?
Desde entonces, los años han ido transcurriendo, más de 75, hasta llegar a un presente que de manera irremediable parece que nos aboca a hacernos una pregunta redundante, ¿cuál es hoy día la vigencia y credibilidad de aquellos textos que supuestamente tenían un valor y suponían una necesidad? Es imposible no creer que haya muchos países que con sus tomas de decisiones parecen empeñados en llevarles la contraria... Si no, ¿cómo se explica la oposición frontal que supone la aprobación por parte de la UE del Pacto Europeo de Migración y Asilo (PEMA) con respecto a aspectos tan claros como los reflejados en los artículos 13 y 14 de la DUDH?:
Art. 13
1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
Art. 14
1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutas de él, en cualquier país.
El resultado de las elecciones del pasado 9 de junio muestra una clara “derechización”, con todo lo que irremediablemente sabemos que conllevará en materia de política migratoria y de asilo
En contra, traicionando incluso los valores que defienden tantos partidos y líderes políticos que, según ellos, fundamentan el origen de esa idea de Europa que proclaman, lo que encontramos es una Europa que desgraciadamente ha antepuesto el miedo, el control y una “seguridad” supuestamente necesaria a otros principios como son la acogida, la humanidad o la dignidad. Una amenaza hecha realidad, la amenaza que una buena parte de la ciudadanía no creíamos, o no queríamos, que fuese posible. Hablamos de esa Europa que observa impasible como en las costas de la frontera sur española han fallecido 5.054 personas en lo que va de año, según datos ofrecidos por el Observatorio de Derechos Humanos del Colectivo Caminando Fronteras, de entre las cuales las habría que trataban de llegar a Europa para poder tener acceso a ese derecho de asilo, y que, sin embargo, se tuvieron que jugar la vida e incluso perderla, por carecer de “vías seguras” para conseguirlo.
Es difícil no sentir vergüenza, rabia, incomprensión, desánimo… Por un lado, observamos cómo gobiernos “progresistas”, entre ellos el de España, respaldan la aplicación de los cinco reglamentos que suponen el grueso del PEMA.
Por otro lado, a nivel político, el resultado de las elecciones del pasado 9 de junio muestra una clara “derechización”, con todo lo que irremediablemente sabemos que conllevará en materia de política migratoria y de asilo.
Europa, y ante esta realidad, ¿qué ruta eliges para construir tu futuro? Las perspectivas no son nada halagüeñas, y, sin embargo, somos muchas las personas que elegimos y apostamos por una Europa donde la luz gane terreno a la oscuridad, una Europa en la que la igualdad, la no discriminación, la tolerancia, y la solidaridad sigan siendo insignia de sus valores fundamentales.
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