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Los pantanos andaluces acaban el verano con más agua que hace un año, lo que no aleja el riesgo de la emergencia por sequía

Aspecto que presentaba el embalse de Guadalhorce en febrero, antes de las lluvias de primavera.

Antonio Morente

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Ya lo dijo en primavera el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), Joaquín Páez: “Si no se producen grandes precipitaciones durante la primavera y el verano volveremos al estado de emergencia el 30 de septiembre”. Y eso es precisamente lo que va a ocurrir, porque desde el aluvión que cayó en Semana Santa las lluvias han sido testimoniales, lo que se traduce en que los pantanos no dejan de perder agua pese a que están en una situación mucho mejor que hace un año. La excepción es la cuenca Mediterránea Andaluza, que almacena menos recursos y que presenta una situación especialmente preocupante en Málaga después de que antes de que empezara el verano se levantaran todas las restricciones previstas.

El mensaje oficial es que seguimos en sequía, y que habrá que reevaluar cómo están las cosas cuando termine el año hidrológico el último día de septiembre. En la del Guadalquivir, que es la demarcación andaluza más grande, el estado oficial es de prealerta, aunque el mapa de situación muestra que ya ha llegado la alerta a la mayoría de sistemas y que son pocos los que disfrutan de normalidad. Por lo que respecta a las cuencas de gestión andaluza, Ramón Fernández-Pacheco, consejero de Agricultura (que es la cartera que tiene las competencias en agua) considera que estamos ante una “situación crítica”.

Tras un verano en el que hasta se amagó con prohibir que se llenaran en Málaga las piscinas particulares, no así las de los hoteles, los chaparrones primaverales permitieron levantar estas restricciones y las que se anunciaban en el consumo humano en las grandes capitales a la vuelta de las vacaciones estivales, además de enterrar el plan para traer agua en barcos. Eso no quita para que haya municipios –la mayoría de los cuales se abastecen de pozos– con cortes en el servicio y el regadío mantiene limitaciones que en el Guadalquivir son del 33% de la dotación, mientras que en otras zonas andaluzas oscilan entre el 25% en el Tinto, Odiel Piedras y el 50% en Guadalete-Barbate.

Acaban las vacaciones y vuelve la preocupación

De mantenerse esta falta de lluvias (que tradicionalmente no son abundantes en septiembre), el Gobierno andaluz ya ha avanzado que los comités de sequía de las cuencas de su competencia pueden endurecer sus decisiones a partir de octubre... una vez que ha terminado un periodo vacacional en el que “el consumo se dispara”. En la demarcación del Guadalquivir, por su parte, con el final del año hidrológico se analiza si es necesario algún riego puntual de emergencia, pero el reparto de agua lo fijará en abril la Comisión de Desembalse. Las posibles medidas para los municipios, por su parte, las toman las empresas de abastecimiento, aunque en los entornos urbanos el suministro está más garantizado con la excepción, una vez más, de zonas de Málaga.

Pese a que por ejemplo en la demarcación del Guadalquivir las precipitaciones del actual ejercicio están un 13% por encima del valor medio del mismo periodo de los 25 años anteriores, lo cierto es que la sequía persiste oficialmente. Eso sí, el estado de los pantanos es mucho menos dramático que hace un año. Volviendo a los del Guadalquivir, acumulan casi un 70% más de agua, aunque la cifra se pone en perspectiva si se tiene en cuenta que están llenos al 32,8% y que acumulan un 21,6% menos de recursos que la media de la última década. La situación también ha mejorado en las cuencas del Tinto, Odiel y Piedras (un 28% más de agua que hace un año) y Guadalete-Barbate (un 32,4% más), incrementos que son posibles por las lluvias de Semana Santa y porque la situación en 2023 era catastrófica.

La excepción es la demarcación Mediterránea Andaluza, en la que los embalses están al 25,1% que porcentualmente es más que en Guadalete-Barbate (que está al 22,2%) pero en la práctica supone menos agua. Es además la única cuenca de Andalucía que está peor con respecto a hace un año, al recoger un 3,2% menos de recursos que en 2023. De ahí la afirmación del Gobierno andaluz de que la situación es crítica, con especial preocupación en puntos como Málaga capital, el Bajo Guadalhorce y La Axarquía, que ya están en niveles de alerta y emergencia.

Reunión de los gobiernos central y andaluz

En la última semana, los pantanos andaluces han perdido 87 hectómetros y están ahora al 31,3% (acumulan ahora mismo 3.469 hectómetros), aunque la situación difiere mucho por zonas. Si hay especial preocupación por Málaga y no le va muy a la zaga Almería, la directora técnica de la Confederación del Guadalquivir, Nuria Jiménez, ha señalado en RNE que la situación es mucho mejor que en los últimos tres años, que el agua embalsada ha aumentado en 14 puntos porcentuales en el último ejercicio y que el abastecimiento urbano está garantizado al menos para los próximos tres años.

Este contexto va a hacer que, si no lo remedian las lluvias de otoño, la sequía se va a colar de nuevo en la agenda política andaluza una vez pasado el verano. Por lo pronto, el Gobierno andaluz –que defiende las medidas que ha tomado hasta la fecha pese a que implicaron levantar buena parte de las restricciones preventivas– ya tiene prevista para esta primera quincena de septiembre una reunión con el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) para analizar la situación.

La intención del Ejecutivo andaluz es repasar sobre todo las actuaciones que tiene comprometidas el Gobierno central en Andalucía, con especial interés en las desaladoras de Almería y La Axarquía malagueña: se está trabajando en ellas, pero “demasiado lento” para la Junta andaluza. “Hay que priorizar estas dos plantas porque son zonas muy afectadas por la sequía, en las que cada vez llueve menos y en las que no podemos depender de la lluvia”, considera el consejero de Agricultura.

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