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Cada vez que el hombre descubría y colonizaba un nuevo territorio, arrasaba con todo lo que el contenía, independientemente de si en ese mismo territorio había o no seres humanos, animales y civilizaciones más antiguos inclusive que su propia civilización “civilizada”.
Esa misma tesitura se traslada al mundo animal, donde se manifiesta el afán de poseer y dominar por parte del hombre, todo aquello que en su creencia mas rancia considera suyo, es decir la naturaleza.
No contento con someter y llegar al punto de exterminar el mayor pulmón de la tierra, el Amazonas, en beneficio de intereses puramente mercantiles y económicos, el hombre ha sido capaz de someter a las especies a su antojo, por el mero hecho de poseerlas y someterlas para su beneficio y diversión.
El hombre ha practicado la dominación animal desde el principio de los tiempos, la mayoría de animales que hoy en día consideramos domésticos, al principio eran animales salvajes que el hombre dominó tanto para su disfrute personal como para su beneficio laboral, provocando cambios genéticos en esas especies, para su adaptación, así como la creación de nuevas especies, el perro es el ejemplo más destacado.
Así pues la creación de circos en los que se someten especies salvajes a la voluntad humana con el único fin del ocio y disfrute, no era más que una cuestión de tiempo, con lo que quedaba claro la insensibilidad que demuestra el hombre ya no solo con sus semejantes, la crisis económica y las migraciones forzosas son un claro ejemplo, sino con las especies animales de todo tipo.
El hombre considera suyo todo lo que le rodea, sin entender que la naturaleza es la misma para todos los habitantes del planeta tierra, olvidando el hombre su propia condición de animal y recreando un deseo de posesión que roza la intolerancia y la sinrazón.
Afortunadamente los nuevos tiempos albergan esperanzas contra este tipo de actos, como sentencias judiciales que respaldan los derechos tan vulnerados y olvidados de esta clase de animales, esas joyas aún salvajes, y por desgracia de casi todo tipo, puesto que el abandono animal visto desde la perspectiva legislativa es alarmante y triste a la vez, estas esperanzas se deben a que hay movimientos sociales para impedir que los animales salvajes dejen de estar en los circos.
Cabe recordar que, en el caso de las cárceles de animales, además de ser lugares donde en ningún caso deberían estar animales salvajes ni de ningún tipo, los cuidados y trato que se les dispensa, en algún caso, roza el delito como así lo justifican las diversas denuncias y sentencias por trato vejatorio.
Recordemos que los animales salvajes son llamados así porque no están sometidos a la voluntad del hombre, aunque parezca una perogrullada es necesario tenerlo en cuenta, ya que eso nos debe llevar a la reflexión de que estos animales que viven en libertad en su hábitat, nunca pueden ser considerados como animales de compañía, porque no lo son, viven en su territorio y es el hombre el que debe respetar los códigos de la naturaleza que aún quedan vigentes.
Para aquellos que argumentan que de otra manera muchas personas no tendrían posibilidad de verlos y apreciarlos, yo les pregunto si deberíamos entonces crear circos de esquimales, de himbas o de bosquimanos… verdad que no?
Para aquellos que argumentan que es una manera pedagógica de acercar a los niños a la naturaleza de los animales salvajes, decirles que lo único que se le enseña a un niño cuando ve un león enjaulado, un gran simio o un delfín, o cuando se les obliga a realizar conductas totalmente contrarias y alejadas de su repertorio, es hasta dónde puede llegar la desesperación de un individuo alejado de su entorno y obligado a malvivir en una jaula el resto de sus días. Un animal salvaje encerrado y vejado nunca podrá mostrar su esplendorosa naturaleza. De pedagógico un circo, un acuario, un delfinario no tiene absolutamente nada.
Las recientes sentencias a favor de grandes simios y cetáceos en las cuales se recalca su derecho al no cautiverio, no hacen sino que poner un gran signo de interrogación en la cabeza del hombre y demostrar la falta de empatía y sensibilización, como si el hombre se hubiese olvidado que no son trofeos ni objetos decorativos, son hermosos individuos con intereses propios que no han cometido ningún delito que deba condenarles a cadena perpetua.