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La falsedad de las energías renovables

Energías renovables.

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La última de las numerosas modificaciones puntuales del planeamiento urbano de Zaragoza que, propone regular las instalaciones de producción de energía eléctrica de origen renovables, pone el foco sobre una realidad de la que los medios de comunicación, salvo honrosas excepciones, informan parcialmente y casi siempre a favor de parte.

El objetivo que persigue la modificación 214 dice ser el de definir un marco urbanístico adecuado en el que estas formas de producción de energía no entren en conflicto con las necesidades de protección del suelo, del paisaje y de las personas.

Conviene recordar a Eduardo Martínez de Pisón cuando dice que los animales tienen territorio pero las personas tienen paisaje. Es este un concepto que no siempre encaja en el ordenamiento normativo que, las más de las veces, es cautivo de las leyes del mercado, el energético en este caso, y de los intereses de una oligarquías bien instaladas en el mundo digital en cuanto a las formas, pero anclada en un pasado ancestral en lo que al fondo se refiere.

Sobre este controvertido asunto en que se mezcla con desigual fortuna el cambio climático, una supuesta lucha contra la despoblación, los numerosos puestos de trabajo que los promotores exhiben como aval de sus buenas intenciones, falta mucha información, mucho debate y mucha ordenación territorial.

El gobierno actual hereda una gran dosis de inacción administrativa sobre la que, para mucha gente, flota la sospecha de un apoyo real, más o menos disimulado, a las empresas que han hecho de la especulación energética el nicho de su negocio. Ni la administración ni los medios de comunicación parecen interesados en deslindar el barullo de cifras que, para unos representan un exceso inasumible en un marco que se quiere mostrar como sostenible pero que condena a Aragón a ser la reserva energética de Europa y para otros parece justificar la necesidad del crecimiento permanente de instalaciones que califican de vitales, junto a unas falsas líneas de evacuación de cientos de kilómetros que son la red necesaria para el negocio del intercambio de energía a uno y otro lado del pirineo.

De esta forma estamos asistiendo a la segunda vuelta de la privatización energética, en el que los territorio, los paisajes y las personas son meros peones en un ajedrez cuyos jugadores están muy lejos de Aragón aunque tengan una sede en la Plaza de España.

La Plataforma 13M “Aragón por la Racionalidad Energética” y otros colectivos han denunciado una grave falta de ordenación y durante, al menos los últimos 4 años de los que podemos levantar acta, no han dejado de pedir una moratoria para dar tiempo a pensar qué se quiere hacer y cómo se pretende realizar un cambio de un calado comparable a la política hidráulica que obligó al abandono en unas zonas de la geografía interior para posibilitar la economía de la periferia y las grandes ciudades. 'Renovables sí pero no así' ha sido un lema de cierto éxito social que, por desgracia se desdibuja entre los intereses de unos y otros porque la codicia se reparte por igual entre la población.

Conviene saber que el pasado julio se pidió al responsable municipal del área de energía una moratoria en los terrenos de la estepa y la apertura de una mesa de diálogo con las entidades ecologistas en sintonía con la normativa europea que exige la participación ciudadana en temas medioambientales, para encontrar colectivamente soluciones que permitan contar con centrales de energía renovables que no pongan en riesgo la biodiversidad de un espacio único en Europa, como es la estepa zaragozana. Una vez escuchado el estrepitoso silencio del señor Serrano y vista la modificación puntual que se plantea, en pura lógica, ahora se pide su retirada.

En un alarde de política espectáculo, el partido del gobierno municipal de la capital es capaz de hacer dos cosas contrarias sin que se le altere el semblante. Mientras presume de adalid de la comisión de investigación sobre la gestión del gobierno Lambán en lo que se refiere al tsunami renovable aragonés, cercena la propuesta de los técnicos municipales en lo referente a la protección del ecosistema natural y hace desaparecer las consideraciones sobre la protección de la estepa.

Después de ignorar el trabajo de sus propios técnicos, dice que se hace innecesario, a juicio del Ayuntamiento, que se dé una regulación específica a las instalaciones de captación de energía eólica y fotovoltaica en esta categoría de suelo, y ello apoyándose en que el Ayuntamiento aprobó inicialmente el 18 de diciembre de 2014 un plan especial de la estepa y el SNU del sur del término municipal de Zaragoza a instancia de la Agenda 21 Local. Desconoce el converso militante del PP que ese plan no se está aplicando ni parece que quepa esperar para los valores medioambientales de la estepa el mismo respeto que se brinda a las plantaciones de árboles.

No es menos cierto que el preámbulo de la modificación puntual 214 del PGOU recoge un argumentario compartido con los grupos ecologistas en lo que se refiere a las cifras de producción y consumo eléctrico. Con esos datos, cabría preguntarse que, si ya en 2021 Aragón generó el 77,4% de energía eléctrica con fuentes renovables superando las determinaciones del Plan Nacional de Energía y Clima (PENIEC), ¿cuál puede ser la razón para continuar el crecimiento desmedido de nuevas instalaciones y nuevas estructuras de transporte? Ambas actuaciones bendicen el último episodio de privatización del sector eléctrico de la mano de las nuevas empresas especulativas alimentadas por fondos de inversión de todos los continentes.

En el mismo ejercicio de política bipolar de que hacen gala las extremas derechas zaragozanas, se afirma la necesidad de una aproximación de la producción y el consumo energéticos, para minimizar las pérdidas asociadas al transporte, mejore la gestión y reduzca el coste y con la misma frescura, se alienta la gestión de las empresas que, ante la inacción o beneplácito de Red Eléctrica Española (REESA), llenan los paisajes de líneas de 400Kv. que contradicen la premisa previa y se lanzan a llevar la energía a los mismos centros de consumo y con el mismo esquema de monopolio energético.

Parece que alguien este diseñando un esquema de medias verdades, mitos y falsas promesas entre los que se disuelve la oportunidad para alcanzar un modelo energético racional y auténticamente democrático, mientras la falacia de una sostenibilidad de papel consolida, día a día, el viejo paradigma de la explotación de los territorios, los paisajes y las personas.

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