Cerca del 50% de los artesanos aragoneses, sin ingresos por la suspensión de ferias y otras actividades culturales
Basta una mirada al calendario de ferias de artesanía en Aragón para comprender la realidad que atraviesa gran parte del sector. Desde que comenzó la pandemia, se han ido cancelando todos los eventos, uno tras otro. Alrededor del 50% de los artesanos aragoneses viven de sus ventas en estos acontecimientos y también de su relación con la música, la danza, el teatro y otras artes que ahora también atraviesan días difíciles. La situación para todos ellos es de “incertidumbre absoluta”, como transmite Susana Martín, la presidenta de la Asociación Profesional de Artesanos de Aragón.
Del total de 140 artesanos que componen esta asociación, más de 70 dependen directamente de las ferias y muchos de ellos llevan sin ingresos por ventas desde que comenzó la pandemia. El coronavirus provocó la suspensión de la Fería de Artesanía de San Jorge, una cita clásica el 23 de abril en la plaza de Los Sitios de Zaragoza, y de otra que se iba a celebrar por primera vez en la ciudad de Teruel. “Ha sido un trabajo de hacer y deshacer. Solicitamos un espacio en la calle Moret de la capital aragonesa, y se nos canceló la semana anterior”, apunta Martín, quien también ha notado los efectos de esta crisis en su taller de fabricación de vidrieras.
La falta de motivación es un sentimiento que ahora comparten muchos artesanos ante el escenario incierto de los próximos meses. “Siempre hemos sido unos supervivientes en todas las crisis, y hemos salido adelante, pero ahora mismo no sabemos a lo que nos enfrentamos. Además, son muchos ciudadanos los que se han visto en una situación económica difícil y sólo pueden hacer compras de extrema necesidad”, añade Susana Martín.
Ferias con todas las medidas de seguridad y digitalización
También ha afectado a la organización de ferias de artesanía el hecho de que la mayoría de ellas coincidan en el tiempo con las fiestas locales, canceladas todas ellas por la pandemia. “Muchos ayuntamientos organizan sus ferias de artesanía como otra actividad de la programación de sus fiestas, pero hay que distinguir entre los grandes eventos de masas y otros actos con menos público y donde sí pueden respetarse las medidas de seguridad”, explica la representante de los artesanos aragoneses.
Comunidades como Galicia o Castilla y León han sido de las primeras en permitir la organización de ferias de artesanía, con la garantía de respeto a todos los protocolos sanitarios. En este sentido, Susana Martín demanda que las instituciones aragonesas faciliten la celebración de este tipo de actividades, “al igual que están apoyando la venta en los comercios y otros establecimientos”.
Hasta el momento, la Asociación Profesional de Artesanos de Aragón sólo ha organizado un evento, un fin de semana de puertas abiertas en el Centro de Artesanía, ubicado en el antiguo matadero del barrio zaragozano de Las Fuentes. “Lo hicimos el mes de julio y funcionó muy bien, con la participación de 20 asociados. Confiamos en que lo podamos repetir una vez al mes, aunque sólo sea un domingo”, destaca su presidenta. También está prevista una feria para las Fiestas del Pilar de Zaragoza. En cuanto a la Feria de Artesanía Aragonesa, organizada todos los años en el Auditorio de la capital aragonesa en el mes de diciembre, “tenemos reservado el espacio para esas fechas, aunque la situación nos hace pensar que no será posible su utilización”, razona.
Esta dificultad para la organización de ferias también está provocando que muchos de los artesanos apuesten por la digitalización para incrementar su visibilidad a través de internet y aumenten el público al que pueden llegar sus productos. “Es una oportunidad muy buena, aunque requiere tiempo, dedicación y el trabajo de profesionales”, considera Susana Martín.
La música deja de sonar (por el momento) en Gaitas Tremol
Instrumentos como las gaitas de boto o las dulzainas han dejado de sonar con la suspensión de las fiestas patronales en los diferentes municipios de la geografía aragonesa. Y sin actuaciones, las ventas de los talleres de instrumentos artesanales han caído en picado. Es el caso de Gaitería Tremol. “Con el inicio de la pandemia, nuestra facturación se redujo drásticamente. Tuvimos que cerrar, y yo ahora mismo todavía sigo en ERTE”, cuenta Nacho Martínez.
Antes de que estallara la crisis sanitaria, los fabricantes de instrumentos artesanales ya estaban atravesando “una etapa muy complicada”, apunta Martínez. “En los últimos años notábamos una menor afición por el folclore en Aragón, y eso directamente repercutía en nuestra cifra de ventas”, explica. Las gaitas de boto, con precios en torno a los 900 euros, y las dulzainas aragonesas, cuyo valor oscila entre los 200 y los 500 euros, son los productos principales de Gaitería Tremol.
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