“El Kurdistán vive una situación de guerra dentro de las fronteras turcas”
Judith Prat (Altorricón, Huesca, 1973) ha recogido los testimonios y las vivencias de casi un mes de violencia del Gobierno de Tayyip Erdogan contra una de las principales ciudades del Kurdistán turco en el documental Tú, siéntate, que se ha presentado en Zaragoza y se difundirá el próximo año en varios festivales nacionales e internacionales. Es el último trabajo de esta fotoperiodista, que ya ha retratado conflictos en Nigeria, Siria o El Congo.
¿Qué cuenta el documental Tú, siéntate? Tú, siéntate
Cuenta la última escalada militar de violencia del Gobierno turco de Erdogan contra el Kurdistán enmarcado dentro del territorio turco, Bakur. Fue a partir del verano de 2015, después de que Erdogan rompiera de manera unilateral las conversaciones de paz que mantenía con el pueblo kurdo desde 2013. Varios alcaldes y alcaldesas kurdos, como medida de protesta ante esa ruptura unilateral del proceso de paz, hicieron declaraciones de autonomía, que es una vieja aspiración kurda y que estaba sobre la mesa en el proceso de negociación. La reacción inmediata del gobierno turco a esas declaraciones de autonomía fue decretar toques de queda. Esto supuso cercar absolutamente ciudades y barrios e incluso bombardear a la población civil. Nosotros llegamos a la zona en el momento de mayor recrudecimiento de ese ataque por parte del gobierno turco, que fue en diciembre. Fue muy difícil, era una época en la que muchos periodistas turcos y kurdos estaban siendo sancionados por intentar contar lo que pasaba y los periodistas internacionales estaban siendo expulsados del país. Estuvimos en Diyarbakir más de 20 días, a apenas 20 metros del cerco de la principal ciudad kurda.
En Occidente quizá estamos más acostumbrados a oír hablar de la difícil situación del Kurdistán iraquí, pero en este caso, usted refleja la represión en el Kurdistán turco, ¿cree que los problemas de esta zona del mundo están silenciados?
Sí, totalmente, está absolutamente silenciado por culpa de los ataques directos del Gobierno de Erdogan a la prensa turca e internacional. Quizá hemos tenido más conocimiento de estos ataques a partir del fallido golpe de estado, aunque ya venía ocurriendo desde hace mucho tiempo. Nosotros tratamos de contar lo que estaba pasando, pero nos encontramos con que la policía no nos dejaba grabar, nos secuestraron imágenes, nos hicieron borrar otras en varias ocasiones... fue muy difícil intentar contar lo que estaba pasando.
¿Cuál es la situación allí?
A pesar de que fue muy difícil, como digo, tomar imágenes por la prohibición constante de la policía, sí pudimos encontrarnos con muchas de las víctimas que nos contaron sus testimonios y nosotros también vimos lo que estaba ocurriendo: era una situación absolutamente de guerra. La policía y el ejército turco estaban atacando a la población civil, las zonas cercadas se estaban bombardeando, había militares por todos lados, vimos carros de combate en las calles de las ciudades, hubo muchas víctimas... El documental muestra edificios totalmente destruidos de ciudades en las que ya se había levantado el toque de queda. Por tanto, ¿esta actuación de Turquía no sería aceptable si fuese un país miembro de la Unión Europea?
De hecho, las organizaciones internacionales independientes de derechos humanos están advirtiendo de que ha sido una acción totalmente desproporcionada. No es la primera vez que Turquía ataca al pueblo kurdo, es una constante a lo largo de los años. Evidentemente, creo que tanto la ONU como la Unión Europea han sido muy tibios en sus declaraciones frente a la magnitud de estas violaciones de derechos humanos cometidas por Turquía contra los kurdos.
¿Qué deberían haber hecho los organismos internacionales?
Se deberían haber puesto condiciones a Turquía y denunciar lo que está pasando. Lejos de eso, justo cuando se producían los ataques que recoge el documental, la Unión Europea firmó un acuerdo sobre los refugiados y refugiadas muy beneficioso para Turquía.
¿Cuál sería la situación ahora mismo?
Seguimos teniendo muy poca información; la realidad es que se sigue atacando a alcaldes y alcaldesas de pueblos kurdos, se está deteniendo a diputados kurdos... Y hay zonas que continúan bajo toque de queda.
En trabajos anteriores, por ejemplo, en Boko Haram, una guerra contra ellas usted tuvo una mirada especial sobre la situación de la mujer en zonas en conflicto. En el Kurdistán turco, ¿la vida de las mujeres es más difícil que la de los hombres? Boko Haram, una guerra contra ellas
Incorporé al documental la visión del feminismo kurdo y de la lucha de las mujeres kurdas por la libertad y por la igualdad porque me impresionó mucho el nivel de lucha y de logros de las mujeres kurdas dentro de su sociedad. Está, a su vez, a la altura de la represión que sufren por parte del estado turco. Por ejemplo, todas las organizaciones políticas y sociales kurdas tienen doble presidencia, co-presidencialidad, con un hombre y una mujer. El Gobierno turco tiene pánico a que el ejemplo de las mujeres kurdas cunda en todo el país. Por eso, estas mujeres sufren ataques, una violencia específica dirigida contra ellas. La policía turca ha asesinado a activistas kurdas, otras han sido detenidas y torturadas, diputadas kurdas son humilladas a diario en el Parlamento por parte de los diputados de otros partidos... Hay una violencia y un ataque directo no solo contra el pueblo kurdo, sino especialmente contra las mujeres kurdas. Pienso que la lucha del pueblo kurdo no se puede contar separada de la lucha de la mujer kurda.
¿Crees que algunas de estas ideas del feminismo kurdo podrían ser exportables a otros países?
No sé si todo es exportable. Creo que las mujeres kurdas están desarrollando una fórmula propia de organización dentro de su sociedad. Y creo que las mujeres de cualquier parte del mundo tienen que hacer eso: buscar su propia manera de hacer las cosas, teniendo en cuenta la idiosincrasia y las características de cada sociedad.
Como fotoperiodista de guerra, ¿tu trabajo también es más complicado por ser mujer?
Muchas veces me han preguntado si, por el hecho de ser mujer, mi forma de fotografiar, mi manera de ver las cosas es diferente. Entiendo que un fotógrafo se distingue de otro por una mirada personal, que está influenciada por todo lo que somos, nuestros valores, principios, referentes, experiencias vitales... Desde ese punto de vista, el hecho de que yo soy mujer, sin duda, influye en mi manera de mirar y en mi manera de contar. Quizá hace que preste especial atención a la opinión de las mujeres cuando estoy documentando un tema, pero es algo que también hacen otros compañeros fotoperiodistas, así que no sé si es una cuestión exclusiva de las mujeres. Lo que sí creo es que, cuando hacemos coberturas, es esencial que tengamos en cuenta la opinión de las mujeres de las zonas a las que vamos sobre lo que está ocurriendo. Porque si no incorporamos el relato de las mujeres a nuestras crónicas, no estamos contando la historia completa.