La pequeña localidad de Morillo de Tou, en la comarca de Sobrarbe (Huesca), representa otro ejemplo de lucha contra la despoblación a partir de la iniciativa de un colectivo social. La Unión Sindical de Comisiones Obreras lo sacó del olvido en 1984 después de que el proyecto del embalse de Mediano lo condenase al abandono. Hoy es un lugar vivo, donde conviven hostales, albergues, apartamentos turísticos, bungalows y zonas de acampada. Nada que ver con el lúgubre panorama al que se vieron abocados sus habitantes cuando emigraron por obligación.
Parecía un pueblo marcado por este destino, ya poco habitado y con una pobre economía a finales del siglo XIX. Al ser expropiado el pueblo para dar paso al pantano, sus campos fueron repoblados con cipreses que ocultaban su existencia. La maleza y los árboles invadieron sus calles y el deterioro y la ruina se impusieron. Piedras, lajas, dovelas, balconadas, losas del suelo... todo fue desapareciendo, robado y camino de otros pueblos como material de construcción barato.
El 4 de julio de 1984, CCOO solicitó la cesión del pueblo a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y esta se hizo efectiva en febrero de 1986. Comenzaron entonces los trabajos de recuperación, el 13 de octubre de 1985, y unos días más tarde se constituyó la Asociación de Amigos de Morillo de Tou para reconstruir el pueblo. Todo ello con el objetivo inicial de “buscar soluciones concretas y prácticas que permitieran repoblar y dinamizar económicamente algunas áreas deprimidas de Aragón combinando la vieja cultura del lugar con el pensamiento actual”, tal como se recoge en los textos de la época.
El sindicato trató de revivir un pueblo al mismo tiempo que se le dotaba de instalaciones para el ocio y para el descanso, convirtiéndolo en un centro de esparcimiento para sus afiliados y las gentes en general. La idea original fue plasmándose paso a paso entre las viejas y renovadas piedras de Morillo de Tou, haciéndose más ambiciosa con el paso de los años. Se fueron abriendo nuevas perspectivas de utilización del pueblo hasta convertirse hoy en algo más que un gran centro de vacaciones: un pueblo vivo, dinámico, donde llevar a la práctica un nuevo concepto de solidaridad.
100.000 horas de trabajo voluntario
Se invirtieron casi 100.000 horas de trabajo voluntario en los trabajos de desbroce, desescombro, apuntalamiento y reconstrucción de las casas que aún se mantenían en pie de forma precaria. Con las escuelas taller, decenas de jóvenes en riesgo de exclusión laboral y social contribuyeron a la recuperación del pueblo mientras aprendían un oficio. Se lograron porcentajes de reinserción superiores al 95 % en estas escuelas taller de albañilería, carpintería y cantería.
También se promovieron dos escuelas taller de guías de montaña de forma pionera en España y ayudando a cubrir ese vacío formativo en una profesión a la que ya se auguraba un importante futuro. Se cubría así otra de los factores clave en la lucha contra la despoblación: la formación dirigida a aprovechar los recursos de un territorio. Todavía hubo un tercer paso en la reconstrucción: la adaptación de los edificios recuperados a la normativa turística y a las necesidades de accesibilidad. En las fechas de mayor ocupación, se pueden superar las 700 personas diarias.
“Un Pueblo ConCiencia”
El proyecto de Educación Ambiental y Divulgación “Un Pueblo ConCiencia” permitió la consolidación del Sendero Botánico y del Sendero de Energías Renovables. A lo largo del pueblo se pueden encontrar diversos ejemplos de utilización de este tipo de energías; calderas de biomasa, placas solares térmicas, pequeñas aplicaciones de biomasa...
En la actualidad se está trabajando sobre el modelo de casas pasivas, viviendas con consumos de energía casi nulos. Sobre accesibilidad, ya existen dos bungalows y cuatro habitaciones de hostal adaptadas a personas con movilidad reducida. Tanto los servicios de recepción como los del cámping están adaptados, y en los últimos años se ha hecho un importante esfuerzo para adaptar las calles y zonas de paseo.
La apuesta más reciente por la sostenibilidad es la agricultura ecológica y el consumo de productos locales. La Huerta de Morillo es un proyecto que nació hace cinco años con los objetivos de poder crear un empleo más en el Sobrarbe y de ofrecer un producto local y de calidad. El proyecto ya está consolidado y en el restaurante de Morillo de Tou se pueden encontrar productos de temporada provenientes de la huerta.
Apuesta por la cultura
Otro aspecto diferencial de Morillo de Tou es la apuesta por la cultura, entre ellos el Pirineos Jazz Festival, que el próximo mes de julio alcanzará su sexta edición. Hace 25 años ya sonaba el jazz en Morillo gracias al club “Jazztamos en Sobrarbe”, que permitió traer a grandes artistas del jazz a tierras sobrarbenses. El Festival de Jazz de Morillo se declara como heredero de aquella iniciativa.
Todo ello en una comarca, el Sobrarbe, que pasó de 22.794 habitantes en 1900 a 7.400 en la actualidad. A comienzos del siglo XXI había en la zona más de 120 pueblos abandonados. En Morillo de Tou trabajan en temporada baja de forma permanente 20 empleados, que llegan a 54 en verano. Las pernoctaciones en 2018 alcanzaron las 40.000. En los trabajos de rehabilitación de Morillo de Tou se han invertido 9,2 millones de euros desde 1986 hasta la actualidad, lo que corrobora la existencia un pueblo totalmente rehabilitado.