Adriana Lastra pide que el 8 de septiembre sea un día de “suma y unidad, no de discursos divisorios”
La delegada del Gobierno en Asturias, Adriana Lastra, ha enviado hoy un “aviso a navegantes” para que el próximo 8 de septiembre, festividad del Día de Asturias, sea recordado como un día de “suma y unidad, no de discursos divisorios”, tal y como ya sucedió otros años, según la propia Lastra ha señalado. Por ello ha añadido una petición dirigida al arzobispo de Oviedo, esperando que el día sea recordado en un futuro como una fiesta en la que no se excluya a nadie.
Lastra, quien ha hecho estas declaraciones a preguntas de los periodistas tras mantener una reunión institucional con el presidente de la Cámara de Comercio de Oviedo, Carlos Paniceres, no ha querido confirmar si asistirá o no a la misa en la basílica de Covadonga, afirmando que “aún quedan unos cuantos días” para la celebración del día de la comunidad autónoma.
La delegada del Gobierno y el arzobispo de Oviedo tuvieron un cruce de declaraciones a principios de verano, cuando Adriana Lastra estrenaba nueva responsabilidad institucional, y pidió que el arzobispo abandonase el discurso ultraderechista en su homilía del Día de Asturias. La respuesta de Jesús Sanz Montes no se hizo esperar y, haciendo gala de su habitual “estilo”, se refirió a la delegada como a una “seño con consignas” que llegaba marcando el paso “desde su ideología”.
En aquel momento la delegada confirmó que su presencia en Covadonga estaría condicionada por el compromiso del arzobispo, con quien Lastra asegura tener una trato personal “cordial”, con una homilía “estrictamente religiosa”.
Fue a raíz de aquel “encontronazo” cuando el presidente del Principado, Adrián Barbón, abría la puerta a no asistir, por primera vez desde que tomara posesión de su cargo hace ya cinco años, a la misa de Covadonga. A este respecto Barbón aseguró que “si mi presencia en esta celebración religiosa sirve para generar discordia tomaré la decisión que corresponda”, rechazando que su participación en esa misa se convierta en un elemento de discordia.
El presidente del Principado siempre ha reconocido que es una persona creyente, sin embargo, también ha remarcado, cada vez que se le ha preguntado, que su presencia en Covadonga en el día de la comunidad no responde a creencias personales sino a su cargo institucional, pues acude a esa celebración religiosa “en representación de todos los asturianos”. Una tradición que trasciende lo religioso, según sus palabras, instaurada por el primer presidente del Principado, el socialista, Rafael Fernández.
Algunas de las intervenciones del arzobispo de Oviedo pasaron por calificar de “inmoral” la amnistía pactada entre el PSOE y los partidos independentistas, justificando las concentraciones producidas frente a las sedes socialistas a las que se refería como “espontáneas comparecencias en calles y plazas”.
Aseguraba también que su obligación era denunciar la destrucción de la familia y la “homicida manipulación de la vida”. Cargó contra la Agenda 2030, llamando “ecolojetas” a los ecologistas. Denunció “la trampa engañosa de salvar solo algunas floras y faunas, mientras dejamos al pairo la vida humana más vulnerable” y así convirtió el aborto y el feminismo en blancos habituales de sus homilías y pastorales.
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